La organización terrorista ETA hizo pública ayer su última declaración, la que confirmó el «final de su trayectoria» y su «disolución» definitiva, una vez «desmantelado totalmente el conjunto de sus estructuras». El comunicado más esperado pone fin a una trayectoria de seis décadas de violencia terrorista que ha dejado un saldo de más de 850 personas asesinadas y miles de heridos, además de otras muchas otras víctimas entre amenazados y exiliados por la amenaza terrorista.

Una actividad que además mantiene en las cárceles de España y Francia a casi 290 presos condenados por delitos relacionados con el terrorismo, a los que no mencionó la banda en su comunicado.

El escrito se dio a conocer simultáneamente en dos escenarios, un acto en la sede de la Fundación Henri Dunant de Ginebra (Suiza) y el conducto habitual a través del portal Naiz.info y la edición digital del diario Berria.

En Suiza, el director ejecutivo del Centro Henri Dunant para el Diálogo Humanitario, David Harland, certificó solemnemente que ETA había «dejado de existir», una información contenida en el comunicado que la organización había hecho llegar a la fundación y que había sido trasladada por esta a los gobiernos español y francés.

Mientras se desarrollaba este acto en Ginebra ante un grupo de periodistas e invitados, los citados medios de comunicación vascos colgaban en sus webs los archivos con la última declaración de ETA en español, francés, inglés y euskera, además de documentos sonoros con las voces de dos históricos dirigentes de la banda, Josu Urrutikoetxea, Josu Ternera, huido de la justicia, y María Soledad Iparragirre Anboto, presa en Francia, leyendo el comunicado en español y euskera.

En el documento, la organización terrorista informa de que su militancia ha «ratificado» la propuesta de «dar por concluido su ciclo histórico y función» y de poner fin a su trayectoria, una decisión que, según se dio a conocer en Ginebra, ha sido apoyada por el 93% de los militantes de ETA que han participado en la votación, la mitad de los casi 3.000 que han intervenido de una forma u otra en el proceso.

SIN CITAR A LAS VÍCTIMAS / En la declaración, ETA emplea el concepto de «disolución» para definir este final, al proclamar, en la última frase del texto, que la banda armada «surgió de este pueblo y ahora se disuelve en él». La organización terrorista, que no cita a las víctimas en su documento, detalla tres «consecuencias» concretas de la decisión de disolverse. La primera, asegura que «ha desmantelado totalmente el conjunto de sus estructuras». La segunda, sostiene que «da por concluida toda su actividad política». Y la tercera, manifiesta que sus integrantes, a los que denomina y «exmilitantes» continuarán «con la lucha por una Euskal Herria reunificada, independiente, socialista, euskaldun y no patriarcal», aunque lo harán en «otros ámbitos», cada cual «donde lo considere más oportuno».

Tras anunciar su disolución, ETA recuerda su nacimiento hace 60 años, «cuando Euskal Herria agonizaba, ahogada por las garras del franquismo y asimilada por el Estado jacobino», mientras que ahora «existe un pueblo vivo que quiere ser dueño de su futuro». Y asegura no tener miedo a llevar el «conflicto» al terreno de la política.

La autenticidad la ha dado el Centro Henri Dunant. Su director ha agradecido a quienes han apoyado los esfuerzos de paz a lo largo de los años, entre los que ha mencionado al expresidente del PSE-EE Jesús Eguiguren, el expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, el lendakari Iñigo Urkullu y el líder de EH Bildu Arnaldo Otegi. El fin de ETA recibirá hoy el aval de un grupo de personalidades políticas internacionales en Cambo-les-Bains, con presencia del PNV, EH Bildu, Podemos, sindicatos y organizaciones sociales.