El eterno presidente
Manuel Chaves (Ceuta, 1945) desembarcó a regañadientes en Andalucía en 1990. Tras cuatro años como ministro de Trabajo, Felipe González le forzó a irse a la Junta para tratar de frenar la crisis existente entre Alfonso Guerra y el entonces presidente andaluz, José Rodríguez de la Borbolla.
Lo que menos sospechaba entonces el recién llegado es que, tras ganar las elecciones autonómicas con una cómoda victoria, abriría un liderazgo que se prolongaría durante casi 20 años, en los que compaginó mayorías absolutas con momentos críticos, como la famosa pinza del Partido Popular e Izquierda Unida en la era de José María Aznar.
Chaves fue uno de los pesos pesados del socialismo español, al que llegó a finales de los 60 junto a Nicolás Redondo. Doctorado en Derecho del Trabajo y amigo de González, formó parte del famoso clan de la tortilla, llamado a refundar el PSOE. Disciplinado y conocedor de los entresijos orgánicos, logró apaciguar el conflicto entre guerristas y renovadores en 1997 y, convertido ya en referente del partido, capitaneó la gestora tras la dimisión en el 2000 de Joaquín Almunia.
El congreso que encumbró a José Luis Rodríguez Zapatero apuntaló ese peso de Manuel Chaves en la presidencia del PSOE. Un lugar clave para amparar que los barones, como él mismo, ejercieran de contrapeso a la renovación zapaterista. En el 2009 volvería a Ejecutivo central.
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