Cuando el mundo entero veía que por el horizonte avanzaba una nube muy negra llamada "pandemia", el entonces vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, acudió al médico aquejado de un fuerte dolor de garganta y de fiebre. Le diagnosticaron amigdalitis aguda. Era el 26 de febrero de 2020.

Esa semana, el Ejecutivo de coalición recién estrenado afrontaba una votación muy importante en la Cámara Baja, la de la senda de estabilidad, y el número dos y líder de Unidas Podemos no podía ni moverse. Pidió autorización para ejercer el voto telemático y la Mesa, el órgano del Congreso encargado de tomar la decisión, se reunió de urgencia. A pesar del rechazo del representante de Vox, el diputado Ignacio Gil-Lázaro, se le concedió al vicepresidente la autorización para votar desde su casa, en donde se recuperaría de sus intensas dolencias.

Al día siguiente, Iglesias apareció por el hemiciclo, lo que causó perplejidad en la mayoría y malestar en un concreto grupo de diputados. Quienes unas horas antes avalaron que votara a distancia por "enfermedad grave", tal y como prescribe el reglamento del Congreso, se encontraron al afectado en su escaño, escuchando los debates. El reglamento no es un texto que en la Mesa haya que tomarse a la ligera, ni en la Mesa ni en ninguna estancia de la Cámara. Tiene rango de ley. Incumplirlo es grave. Otra cosa es el margen de interpretación que se le quiera dar, si amplio y elástico o angosto y rígido. Dependerá de la composición de ese órgano, en donde se toman las decisiones importantes de la principal sede del poder legislativo.

Pablo Iglesias. EPE

El precedente de Iglesias, aquel 26-27 de febrero de 2020, un par de semanas antes del estado de alarma que nos confinó en nuestras casas, ha salido a colación estos días en el Congreso porque en la Mesa hay una serie de casos de diputados/as que están pidiendo votar por la vía telemática mediante justificantes médicos "imprecisos", en opinión de las fuentes que han informado a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, medio que pertenece al mismo grupo editorial que este diario, de la situación. La cifra no constituye una tendencia en la Cámara, pero ha suscitado un debate sobre qué hacer en esta época en la que la pandemia del coronavirus sigue existiendo aunque en nuestro ánimo, despacio, vaya quedando atrás. Un debate sobre ese margen más o menos ancho, más o menos estrecho, de interpretación del reglamento.

"Suficientemente justificado"

El 19 de marzo de 2020, ni siquiera había pasado un mes desde la amigdalitis de Iglesias, la Mesa del Congreso acordó la generalización del voto telemático en función de un artículo del reglamento y de una resolución de la Presidencia del año 2012. La causa era excepcional, como todo en nuestras vidas por aquel entonces. Una crisis de salud pública como no se había conocido y un altísimo riesgo de contagio provocaron una decisión sin precedentes en las Cortes Generales.

La generalización del voto telemático, así como la restricción de asistencia de los diputados al hemiciclo e incluso la suspensión de la actividad en comisiones y en otros procedimientos parlamentarios (registro de iniciativas, por ejemplo), levantaron una densa polvareda. El Tribunal Constitucional ya se ha pronunciado sobre ello.

Respecto del voto telemático, ninguna duda, pero los servicios informáticos del Congreso reforzaron los sistemas de verificación para minimizar los riesgos de problemas técnicos. El voto es uno de los deberes más importantes de los diputados, representantes de la soberanía popular.

El artículo 15 del reglamento del Congreso consagra el deber de asistencia a las sesiones y a las comisiones de las que el diputado forme parte. Más adelante, artículo 79, queda blindado el voto del diputado como "personal e indelegable". Y el artículo 82 ya va al fondo de la cuestión que ocupa esta información, pues regula el voto telemático. Enumera los casos en los que puede usarse: En los de "embarazo, maternidad, paternidad o enfermedad grave".

La expresión que figura a continuación es clave: si tales supuestos de embarazo, maternidad, paternidad o enfermedad grave impiden "el desempeño de la función parlamentaria", entre las que el voto resulta primordial, el reglamento exige que la causa esté "suficientemente justificada".

Con esos ingredientes, situación de incapacidad suficientemente justificada, "la Mesa de la Cámara podrá autorizar en escrito motivado que los diputados emitan su voto por procedimiento telemático con comprobación personal".

Meritxell Batet. EP

A partir de aquí, en el reglamento, figura lo que tiene que hacer el afectado, que es enviar un escrito a la Mesa con una acotación sobre el tiempo en el que estará incapacitado, y lo que tiene que hacer el órgano que gobierna el Congreso, que es dar una respuesta y especificar que efectivamente ésas serán las votaciones en las que el aludido no estará presente.

No están "suficientemente justificados"

En octubre del año pasado, el Congreso recuperó el voto presencial. Puso fin a casi dos años de excepcionalidad. Desde entonces, ha permitido casos muy concretos, entre ellos uno que se hizo ilustre muy a pesar del diputado. Alberto Casero, del PP, pidió el voto telemático para la sesión del 3 de febrero en la que se iba a convalidar, o no, el decreto con la reforma laboral del Gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. El motivo médico que adjuntó fue una gastroenteritis que le incapacitaba para sus deberes y menesteres parlamentarios.

Casero se equivocó en esa votación, lo que, por caprichos del destino y por la imponencia de las matemáticas, le convirtió en el salvador de la reforma laboral del PSOE y de Unidas Podemos. Su equivocación en la votación telemática generó un agrio debate sobre la interpretación de la normativa al respecto. Sin embargo, calladamente, fue poco a poco creándose otro: el diputado del PP arguyó una gastroenteritis aguda para no ir a votar, pero de repente, en plena bronca por el error y el resultado de la votación, apareció en su escaño. Vestido más informal, no de traje como es habitual, pero ahí estaba. ¿De verdad que no podía ir al Congreso a votar presencialmente como es norma? Hubo quienes se acordaron de la amigdalitis de Iglesias.

Durante las últimas sesiones de la Mesa, cuentan fuentes parlamentarias a este medio, se han revisado peticiones de diputados y diputadas con dolencias y enfermedades. Las que son por covid no causan controversia, así como por embarazo, pero hay otras muy genéricas que sí han propiciado debate. Hasta la fecha se han ido concediendo autorizaciones, pero en el órgano de gobierno del Congreso está calando la determinación de ser más exigente en la concreción del motivo médico. No se trata de obligar a ningún representante de los ciudadanos a ir arrastrándose al escaño para votar, sino, sencillamente, puntualizan las fuentes, de cumplir el reglamento. No hace mucho, diputados con tratamientos muy agresivos o con enfermedades graves, pero no incapacitantes, acudían al hemiciclo para pulsar un botón.

Bancada del Gobierno en el Congreso de los Diputados, a 30 de marzo de 2022. EFE

La baja médica, por sí misma, "no entra dentro de los requisitos del voto telemático", afirma una de las fuentes informantes. Tampoco la prescripción facultativa de reposo, sin más añadido. Lo que la Mesa sopesa es pedir la especificación del motivo que ocasiona "situación impeditiva", o descanso "impeditivo", si es el caso. La conclusión apunta a que no se envían a la Mesa "certificados médicos adecuados".

De hecho, añaden las fuentes, a instancias de los grupos, tras ser informados y avisados los portavoces, hace unos días llegaron a los correos electrónicos de sus señorías un mail en el que se les recordaba "la importancia de la presencialidad" en las sesiones del pleno y de las comisiones, pues no sólo es lo que impera en el reglamento, sino que además es lo que ha consagrado la costumbre. Hasta la fecha, las autorizaciones se han ido otorgando, pero las fuentes insisten en que ha llegado el momento de pedir más rigor.

Porque de lo que se trata es de evitar imágenes y circunstancias como las de Iglesias, antes de que aquella nube llamada pandemia ensombreciera nuestras vidas, febrero de 2020. El entonces vicepresidente, tras pedir el voto telemático porque se encontraba incapacitado para el desempeño de la principal función parlamentaria, reapareció en su escaño al día siguiente y así lo explicó en Twitter: "Los antibióticos, el propóleo, la sopa calentita y la leche con miel hacen milagros", comentó en Twitter.

Los milagros y el reglamento del Congreso no se llevan demasiado bien.