La historia de Yolanda Díaz y Podemos ha tornado en una suerte de ruptura a plazos que tendrá su próximo episodio el próximo domingo. Será en el lanzamiento electoral de Sumar, que reunirá a una decena de fuerzas progresistas y prevé tener como principal ausente a Podemos, decidido a cumplir su ultimátum y no acudir a menos que la candidata acepte su exigencia de firmar ya un preacuerdo de coalición. Una petición que Díaz no está en condiciones de aceptar.

Este pacto es ya el principal punto de discordia entre la gallega y el partido de Ione Belarra, en un tira y afloja que aumentará en intensidad conforme se acerquen las generales. Más allá de que haya o no foto de unidad el domingo, las negociaciones continuarán después de las autonómicas de mayo, y está por ver si la negociación del pacto termina por dinamitar la situación, confirmando una ruptura hoy plausible o si, en cambio, se bajan las espadas para asegurar una papeleta común. 

Yolanda Díaz, Irene Montero y Enrique Santiago, en el Congreso. EFE

El desenlace final dependerá en buena medida los términos del acuerdo que alcancen ambas partes. Podemos lleva meses presionando por firmar de manera inmediata un acuerdo para garantizar su protagonismo en la plataforma, antes de la debacle electoral anunciada por las encuestas. Las líneas generales del futuro pacto pasan por el reparto del peso de los morados, tanto a nivel de recursos económicos y humanos como presencia en las listas electorales. Todo ello dependerá, en último lugar, del diseño de las primarias. Un asunto que ha centrado la pugna ahora abierta. 

Campaña electoral

Las últimas negociaciones entre Podemos y el equipo de Yolanda Díaz, encabezadas por la secretaria de Organización morada, Lilith Verstrynge, y el jefe de Gabinete de la vicepresidenta, Josep Vendrell, consistieron en la propuesta que los morados enviaron a la gallega en la que pedían su participación en campaña en algunos territorios clave como Comunidad Valenciana, Madrid o Canarias. Una petición que va contra la estrategia de Díaz, que no se presenta a esta primera cita electoral y que sólo participará en actos donde exista un amplio acuerdo de unidad. 

Aunque fuentes de Podemos aseguran que no se trata de una condición negociadora, sí es un elemento fundamental para el partido. El tirón electoral de la candidata puede arrastrar unos votos decisivos a la hora de revalidar o no Gobiernos de coalición. Y del resultado que el partido obtenga en mayo dependerá también el peso con el que podrá negociar de cara a las generales. Y por esta razón, Podemos está presionando especialmente a la gallega para garantizar su respaldo expreso en mayo, y lo hace dentro de los canales de negociación abiertos. 

Primarias abiertas

El quid de la cuestión, las primarias. Todo el mundo asume que habrá votaciones de las candidaturas, la clave es cómo serán esas votaciones. Podemos ha reclamado específicamente un modelo muy específico: el de primarias abiertas, un sistema que permite a los aspirantes morados a competir cuerpo a cuerpo con los afines a Yolanda Díaz y el resto de formaciones. 

De darse este escenario, el partido puede hacer valer a sus candidatos sobre el resto gracias a su ejército de activistas, un sector del partido muy movilizado, y al mismo tiempo jugando con la principal debilidad de las demás opciones: Díaz no tiene organización política y el resto de formaciones son de ámbito regional -Los comunes, Compromís, Más Madrid o Chunta Aragonesista-, o peso más reducido -IU o Más País-. 

Listas electorales

Las listas electorales son el principal campo de batalla de los partidos en una coalición. El acuerdo en torno a este punto es uno de los que más quebraderos de cabeza traen y no se concretará hasta otoño, meses después de las elecciones de mayo. Su configuración dependerá en buena medida del sistema de primarias elegido, si son votaciones abiertas como pide Podemos o si en votación sólo se ratifican las candidaturas previamente pactadas, como se ha hecho siempre hasta ahora en la órbita morada. 

Ione Belarra e Irene Montero. David Castro

En función de las listas, las distintas formaciones aspirarán a tener más o menos representación en el Congreso, y el cálculo suele hacerse en base al peso de cada parte en la ecuación. Es la razón por la que Podemos quiere asegurar con carácter inmediato, antes de mayo, un método de elección que le favorezca, puesto que su papel institucional puede verse fuertemente comprometido en los territorios después de mayo. 

Más allá de cómo se voten, sí hay bazas que jugar en cuanto a las listas. El sistema de circunscripciones permite un cierto reparto de las formaciones a la hora de incluir a perfiles fuertes como cabezas de lista. Si Díaz repite como candidata por listas gallegas -las que más escaños reparten son La Coruña o Pontevedra, donde salió elegida en las generales de 2019-, quedan despejados los número 1 de plazas relevantes como Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga o Valencia, que podrán repartirse entre el resto de fuerzas. 

Puestos de dirección

Otro de los puntos de fricción que se terminará de abordar después de las elecciones de mayo. En las coaliciones suele determinarse una suerte de órgano de dirección para decidir sobre las principales cuestiones y tomar decisiones al respecto. En este espacio, cada fuerza está representada con un peso determinado, en una negociación que determinará la influencia de cada uno de ellos en la futura estrategia política. 

Para Podemos es especialmente relevante este punto, puesto que el resto de formaciones que apoyan Sumar guardan altas dosis de confianza hacia la candidata y hasta ahora se han mantenido fieles a sus pasos, guardándose de lanzar críticas como sí ha hecho el partido de Belarra. 

La enorme diferencia estratégica entre morados y Díaz ha puesto en evidencia las dificultades de convivencia. Mientras uno aboga por el ‘ruido’ y abre una ofensiva contra el socio mayoritario del Gobierno, la otra apuesta por ‘bajar decibelios’, emprende una coordinación con el PSOE y se centra en poner el foco en los logros realizados en lugar de los objetivos que aún quedan por cumplir. 

Si la dirección se acuerda entre todas las partes, es muy difícil que Podemos pueda condicionar la hora de ruta de la coalición

El reparto final dependerá de dos opciones: del sistema de primarias elegido -si son abiertas Podemos tiene más opciones de hacerse huecos. Pero si el acuerdo se alcanza entre distintos actores y sólo se ratifica mediante votación, el elemento determinante será el peso de cada fuerza. Y en este último sistema, al integrarse multitud de formaciones, es muy difícil que Podemos logre una presencia que pueda condicionar la hoja de ruta

Recursos

En los pactos de coalición también entran a reparto los recursos, tanto económicos como humanos. Lo habitual hasta ahora es fijar un porcentaje de las indemnizaciones electorales obtenidas por la candidatura -que dependen de los diputados que logre-, además de acordar un número determinado de trabajadores para cada formación, en función de su peso. 

Este será uno de los elementos finales que se aborden en el acuerdo, y se negociará en paralelo a las listas. Del resultado que logre Podemos en este pacto dependerá también su autonomía legislativa y la capacidad de impulsar iniciativas propias dentro del espacio.