La cantidad la paga semanal o la hora de llegada a casa el fin de semana forman parte de la realidad diaria entre padres e hijos. En esta dinámica ha entrado con mucha fuerza otro factor con presencia tecnológica. La era digital impone a sus jóvenes que demanden cada vez a una edad más temprana a sus progenitores. Si los más pequeños reclaman llevar un teléfono en su bolsillo con más frecuencia, también aumentan los padres que ceden a la petición y añaden un smartphone en sus hogares.

Extremadura no dista de esta tónica creciente. En concreto, en la región un 66% de los menores de entre 10 y 15 años tienen móvil propio según el último informe publicado del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre equipamiento tecnológico en menores. Eso se traduce en 43.100 de los 64.715 jóvenes comprendidos en esa franja de edad. No obstante, este porcentaje se ha visto reducido con respecto a hace cuatro años --el estudio recoge cifras de 2014--, en 2010 el porcentaje rozaba el 80% y en 2012, el 75%. A pesar de la reducción notable de casi un 20%, los extremeños superan en tres puntos la media nacional estimada en un 63%, lejos del País Vasco, la comunidad con mayor tasa de jóvenes con móviles, que llega al 74% y muy por encima de Cantabria, la comunidad que menos, con un 54,7%.

En cuanto al perfil de los usuarios más jóvenes con teléfonos inteligentes en sus bolsillos, la cifra de niñas supera a la de niños con un 72% frente a un 60% aunque el censo registre más varones (33.223) que mujeres (31.492). Curiosamente, la cifra es prácticamente equiparable tanto en las grandes ciudades como en las pequeñas. Con respecto al núcleo familiar, el patrón que se repite con más frecuencia a la hora de adquirir un smartphone para los pequeños es el de un hogar compuesto por dos y tres miembros y con unos ingresos mensuales de entre 1.600 y 2.500 euros. En contraposición, es destacable también la cifra que hace referencia al uso de nuevas tecnologías entre los menores de edad. En ese sentido, la región sigue a la cola en cuanto a los jóvenes que usan internet, con un 81% frente a la media nacional que supera el 90%.

FIEBRE DEL 'WHATSAPP' "Antiguamente castigábamos quitando el balón y ahora castigamos quitando el móvil una semana", asevera Felipe Fernández, director del instituto Hernández Pacheco de Cáceres con respecto al cambio de actitud frente a la generación de jóvenes que alberga el centro, alumnos que oscilan en edades de 12 a 16 años. El máximo responsable del centro apunta que a día de hoy los alumnos son incapaces de despegarse del terminal hasta en el colegio. "Está prohibido pero todos lo traen". Así, con un "todos" tajante ratifica el director del instituto que el móvil se ha convertido en una extensión de los jóvenes, incluso cuando acuden a las aulas. "Les cuesta pasar las seis horas de clase sin consultar el móvil", corrobora la educadora social del centro, Montaña Holgado, quien asevera que "son incapaces de concentrarse".

El foco de atención para todos los alumnos es común: el Whatsapp, muy alejado del resto de plataformas como Instagram, Twitter, Snapchat o Facebook. Las aplicaciones de mensajería y redes sociales copan el interés virtual de los niños hasta en un 90% de los casos, según registra un estudio sobre el uso de dispositivos móviles en niños y adolescentes en Extremadura.

Y es que la cultura de la tecla moldea la manera de plantear la realidad de los jóvenes en el colegio. "Ya no viven sin el móvil", reitera Fernández --los más conflictivos, los menores de entre 12 y 14 años--. En ese sentido, menciona que los estudiantes durante el recreo se esconden de la vista para pasar la media hora conectados y en las propias incorporan el terminal a modo de "grabadora" para tomar apuntes o incluso sustituyen las chuletas que antaño camuflaban con esmero en sus teléfonos. Si bien es cierto, lo que realmente preocupa a los profesores es que "capten su imagen mientras imparten las clases". De hecho, el director del centro asevera que ya cuentan con varios casos en los que han tenido que lidiar con esta situación. "No tuvo más transcendencia, localizamos a los autores y les hicimos borrar el contenido", zanja.

REGULAR Y NO PROHIBIR Si es difícil controlar qué alumnos llevan terminales, la opción que barajan los centros es enseñar a los estudiantes un uso responsable. De hecho, el centro público es uno de las instituciones inscrita en el programa Foros Nativos digitales, un proyecto de la Junta para formar a alumnos, padres y profesores en tecnologías. "Vivimos en la era tecnológica", asevera Montaña Holgado, educadora social, quien hace hincapié en que la clave "no es prohibir, sino regular" un uso adecuado que puede ser beneficioso".