Rosa Elvira Lillo (Mérida, 1969) está a punto de cumplir un año al frente del Instituto de Investigación UC3M-Santander, el IBiDat, un referente nacional e internacional en el mundo del Big Data: «La idea del instituto es desarrollar proyectos de investigación de alto nivel en áreas del Big Data para resolver problemas. Son proyectos de I+D+i, no de consultoría al uso», explica Lillo en una entrevista con este periódico.

Uno de los proyectos más importantes en los que están trabajando ahora busca determinar la relación genética y el impacto que pueden tener determinados genes activos en la reacción a ciertos tratamientos de quimioterapia: «Todo este proceso surge en colaboración con el Centro de Investigación del Hospital Gregorio Marañón de Madrid», cuenta Lillo.

«Pero, ¿cuál es el problema fundamental? Que tradicionalmente en estadística se trabajaba muy bien cuando el número de variables que se tiene es menor al número de personas que tenemos. Ahora nosotros para hacer un mapa genético tenemos un montón de variables, más de 10.000, del genoma asociado al tumor y muy pocas mujeres. Por ejemplo, en el trabajo que estamos haciendo del cáncer de mama la muestra que tenemos de mujeres es de 120-150. Desde el punto de vista de la estadística usual tenemos pocas mujeres y muchísimas variables», explica.

Aún así, gracias a la tecnología del Big Data, Lillo y su equipo ya han conseguido responder a una de las dos preguntas fundamentales que tenían sobre la mesa: «La primera pregunta que nos hacen los médicos es si existe alguna predisposición genética que determine si el tratamiento va a hacer efecto. La respuesta es sí. La segunda es cuáles son los genes que favorecen esa predisposición. Y en eso estamos trabajando», detalla. «La quimioterapia es un tratamiento muy invasivo y que, si realmente no va a producir efectos, no sería conveniente aplicarlo», añade.

Del mismo modo, el Big Data ya se está usando para tratar de predecir potenciales enfermedades que un individuo pueda estar predestinado a sufrir: «El caso más emblemático es el de Angelina Jolie. Todavía queda mucho por hacer pero sí que visualizo un futuro en el que se pueda, de alguna forma, en base a tus genomas, determinar la predisposición que tienes a sufrir ciertas enfermedades», dice.

La medicina es una de las patas más potentes y con más proyección en las que se puede aplicar el Big Data pero no la única, tal y como argumenta Lillo: «Estamos trabajando en diferentes disciplinas: en el sector financiero, del marketing, en procesamiento del lenguaje natural para potenciar la interacción en páginas webs con voz humana, también en temas de análisis de contaminación y relacionados con el medio ambiente», detalla.

Pero Lillo pone el foco además en el «gran misterio» por resolver que tienen los expertos el mundo de la inteligencia artificial en la actualidad: la llamada ‘caja negra’.

«Hay un interés creciente en descifrar esa serie de algoritmos que determinan las decisiones de la inteligencia artificial. Lo que se está haciendo ahora es desarrollar técnicas que den luz a interpretar las decisiones de la inteligencia artificial. Eso va a determinar a nivel financiero el porqué, por ejemplo, el sistema dice si se te debe dar un crédito o no o en el hospital si se te aplica o no tal tratamiento según las condiciones que reúnas», describe.

Para la también catedrática de Estadística en la Universidad Carlos III de Madrid no cabe duda: la inteligencia artificial, apoyada en el Big Data, va a ser cada vez más determinante en todos los aspectos de la vida.

Pero, por otra parte, esta nueva realidad en la que reina el mercado de datos abre nuevas preguntas.

La cuestión de la privacidad

«El tema fundamental es que hasta hace relativamente poco la adquisición de datos era muy cara, muy estructurada y poco viable. Con el desarrollo de la era digital la adquisición de datos es barata, por no hablar del tema de las redes sociales, ¿no?», dice Lillo.

«Lo que se está haciendo es fomentar el dato porque ahora se pueden tomar decisiones basadas en ellos y no en otros aspectos», argumenta.

Pero la pregunta que surge es obvia: ¿Qué va a ocurrir con nuestra privacidad? «Yo creo que la legislación va a ir por detrás de los avances. Evidentemente ahora son muy importantes los textos legales relacionados con estos algoritmos donde se tratan personas y a nivel europeo esto ya se está moviendo», afirma.

Pero Lillo cree que el último reducto va a quedar en manos del propio individuo: «Realmente va a haber una lucha entre la privacidad y la utilidad que te va a dar estar en el mundo digital», sentencia.