Es uno de los programas líderes de La 1 de RTVE y el lunes arranca su octava edición con una prueba de exteriores made in Extremadura. El Real Monasterio de Guadalupe y la hospedería serán los escenarios que darán la vuelta al mundo gracias a MasterChef. Pero además, servirá de promoción para alumnos de Ciclos Formativos de Grado Medio de Servicios de Restauración de Plasencia, Badajoz y Valencia de Alcántara, que se encargarán de recoger y servir los platos elaborados por los concursantes entre los comensales.

Pilar Hisado es profesora en el IES Sierra de Santa Bárbara de Plasencia y el pasado 16 de enero acudió con 14 estudiantes de primero y segundo a la grabación del programa. Recuerda que les recogió un autobús del ayuntamiento guadalupeño en la puerta del instituto y llegaron al monasterio sobre las once de la mañana. "Los previos se hacían en la fachada del monasterio y la cocina y el servicio se hacía en la hospedería, aunque también había cocinas en la fachada del monasterio".

Allí se unieron con el resto de estudiantes extremeños y se formaron dos grupos, uno recogería los platos y los llevaría a la mesa caliente, donde el otro grupo se encargaría de servirlos. «Yo les dejé elegir y la verdad es que estoy superorgullosa porque trabajaron en equipo, parecían profesionales».

Los estudiantes montaron también las mesas en el patio de la hospedería y la diferencia con un servicio normal era que «iba a primar que cuando se estuviera grabando en una mesa, estuviera en condiciones, se sirviera rápido y se recogiera rápido. No se podía andar por el medio. Además, había que tener mucha más agilidad que en un servicio normal».

La grabación les llevó seis horas y Pilar Hisado subraya que «la gente de la productora fue muy amable» y el más cercano de los tres presentadores, «Jordi». De Pepe Rodríguez destaca que es «un señor señor».

No dudó a la hora de aceptar la invitación de participar en el programa porque, como profesora, «vi que era una oportunidad que no podía perder. Era otra manera de motivar a los alumnos con una actividad lúdica fuera del instituto.Lo más positivo fue juntar al alumnado de diferentes ciclos de la región porque fue una convivencia y han mantenido el contacto».

En lo profesional, hace hincapié en que los estudiantes «demostraron que podían trabajar en equipo, con profesionalidad y fueron muy resolutivos, vi que todo lo que hacemos en clase, sale adelante y me sentí muy orgullosa de todos».

Los protagonistas

Antía Guillén y Sarah Talaván eligieron el grupo que recogía los platos de los concursantes y los llevaba a la mesa caliente atravesando el Real Monasterio. La primera, con 16 años, no había trabajado nunca y recuerda que la participación en el programa fue «una experiencia única e inolvidable. Ninguno esperábamos que pudiéramos servir en MasterChef. Estábamos nerviosos al principio, pero nos tranquilizaron mucho, estuvieron muy atentos y salió muy bien».

Destaca la oportunidad de «poder conocer cómo se graba lo que sale en televisión» y de practicar lo aprendido en clase. Sarah también resalta que «el trato que nos dieron fue muy acogedor» y recuerda «la disciplina, no podíamos hablar, hacer bromas...», pero confiesa que terminó «muy contenta» con la experiencia televisiva.

De igual modo opinan Paula García y Rubén Gago, que estuvieron en el grupo que servía las mesas. Ella recuerda que, al principio, «estábamos muy desorientados porque era todo muy raro, con las cámaras. Nos dijeron que debíamos tener en cuenta que era un programa de televisión». Considera que fue una experiencia «buena y muy divertida, por la convivencia con otros compañeros, de los que nos hicimos amigos».

De hecho, todos destacan que compartieron teléfonos y redes sociales y siguen hablando entre ellos. Rubén subraya que la experiencia le sirvió para quitarse «el miedo de servir ante tanta gente», aunque también apunta que fue «raro porque estábamos sirviendo y de repente cortaban y había que llevarse el plato, aunque el comensal no hubiera comido». Fue de los primeros en apuntarse a la experiencia y acertó.