No importa únicamente cuánto dormimos o comemos, sino también cuándo lo hacemos. Los ritmos circadianos son los que mantienen la fisiología humana sintonizada en el ciclo día-noche y alteraciones en esos patrones se han vinculado a un aumento de la obesidad y de las enfermedades asociadas a ella, así como a una mayor predisposición a padecer cáncer. Y el hígado se ha mostrado como un órgano especialmente expuesto a estos desajustes horarios, conocidos como ‘jet lag’, ya que están en el origen de desequilibrios metabólicos que desembocan en lo que comúnmente se conoce como hígado graso (esteatosis). Esta patología está considerada como uno de los principales factores de riesgo del cáncer hepático, en el que puede derivar tras causar previamente una cirrosis.

Ahora, científicas del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), dirigidas por la extremeña Guadalupe Sabio, han desvelado por primera vez que los neutrófilos, un tipo de célula inmunitaria, actúan como ‘mensajeros circadianos’ en el hígado, controlando su reloj interno y su metabolismo lipídico. Descubierto este mecanismo, se abre una nueva ventana terapéutica para el tratamiento de enfermedades hepáticas como la esteatosis.

Según se explica desde el CNIC a través de un comunicado, los neutrófilos, además de ser la primera línea de defensa del sistema inmune, tienen una función importante en el mantenimiento de distintos órganos. Estas células presentan una oscilación circadiana en sangre habiendo un número mayor por la mañana que por la noche. Esto también sucede en algunos tejidos como por ejemplo el intestino, donde controla la producción de moléculas inflamatorias.

El grupo de Guadalupe Sabio ha demostrado por primera vez que los neutrófilos migran al hígado siguiendo un patrón circadiano y que controlan la producción de grasa por el hepatocito. «Por la mañana es el momento en el que encontramos altos niveles de neutrófilos en el hígado, y estos niveles se correlacionan con el aumento de triglicéridos hepáticos, así como de proteínas involucradas en la producción de lípidos. Sin embargo, si bloqueamos ese aumento de neutrófilos los niveles de triglicéridos disminuyen al igual que las proteínas involucradas en la lipogénesis. De esta forma el neutrófilo formaría parte de la maquinaria del reloj hepático, realizando por tanto labores de mantenimiento de este órgano», precisa Sabio.

Una vez en el hígado los neutrófilos secretan una proteína, la elastasa, que «regula tanto genes que intervienen en el control del reloj biológico como genes involucrados en el metabolismo del hígado», apunta la principal autora de este trabajo, María Crespo. Las investigadoras ya habían visto que la eliminación de esta vía está asociada a una mayor predisposición al cáncer hepático y han demostrado que este mecanismo podría existir en humanos. En este sentido, Magdalena Leiva indica que han comprobado en biopsias de hígado que en las personas «la elastasa activa las mismas vías de señalización que en los ratones y, por tanto, podemos ser susceptibles al mismo mecanismo de regulación por el sistema inmune».

Estos descubrimientos sitúan a los neutrófilos como nuevos miembros activos y cruciales en el control metabólico y circadiano del hígado por lo que podrían llegar a ser una nueva diana terapéutica para el tratamiento de enfermedades metabólicas como la esteatosis.

El estudio, que se ha publicado en la revista científica eLife, está financiado parcialmente por la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).