INNOVACIÓN PIONERA EN ESPAÑA DE BIOTECNOLOGÍA APLICADA AL SECTOR OVINO

Lana australiana en ovejas extremeñas

El ganadero Miro Rodríguez ha traído hasta la explotación que dirige en la comarca de La Serena semen y embriones de merino australiano parar mejorar las aptitudes laneras de su cabaña. Los primeros corderos nacieron en octubre y acaban de esquilarse por primera vez

Rita Álvarez, con una de las corderas puras nacidas de los embriones traídos de Australia.

Rita Álvarez, con una de las corderas puras nacidas de los embriones traídos de Australia. / SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

26 ovejas de sangre española compradas en 1796 por dos capitanes británicos en El Cabo fueron los primeros ejemplares de raza merina en llegar a Australia. Hoy esta estirpe es la dominante en una cabaña ovina, la australiana, que ronda los setenta millones de animales. Eso sí, aunque el nombre y la apariencia de estos rumiantes derive de los famosos rebaños españoles que controlaron el mercado lanero mundial durante varios siglos, el merino australiano puede considerarse ya una raza distinta. Adaptada a las condiciones específicas de este país, generaciones y generaciones de cría selectiva han convertido su lana en la mejor del mundo, y en una fibra muy apreciada en la industria textil por su finura, longitud y suavidad.

Y son esas propiedades las que Miro Rodríguez ha querido traerse a Fuente de Los Romeros, una finca familiar ganadera asentada en la comarca de La Serena que él dirige. Así que, aunque sea algo cambiada, la merina ha hecho el camino de vuelta a España más de dos siglos después, esta vez no en forma de ejemplares adultos, sino de embriones y semen, que en lugar de viajar en las bodegas de barcos lo ha hecho en avión, dentro de tanques de nitrógeno líquido.

La aventura la inició en el 2018, aunque, este ganadero llevaba ya tiempo dándole vueltas a cómo podría traerse alguno de estos animales para su cabaña. «Veías fotos de la lanas aquellas y te preguntabas cómo esta gente había conseguido evolucionar de esta manera habiéndose llevado las ovejas de aquí, cómo habían mejorado tanto el ganado en cuanto a lana», cuenta. Aprovechando un contacto que tenía en Australia y ayudado por un sobrino suyo, Ángel Salio, en los trámites administrativos, y por la genetista extremeña Beatriz López, en las cuestiones técnicas, logró traer el material genético en el 2019. La pandemia obligó a retrasar hasta mayo del año pasado la inseminación, que hizo, mediante laparoscopia, una empresa zamorana especializada. Y por fin, a partir del 18 de octubre, comenzaron a nacer los ejemplares. Fueron 154, tres de ellos puros (a partir de los embriones) y el resto criados por madres españolas, más de ochenta ovejas que se escogieron cuidadosamente teniendo en cuenta sus aptitudes laneras, morfología, y otros parámetros.

El material genético llegó en el 2019, pero la pandemia obligó a retrasar hasta mayo del año pasado la inseminación, que hizo, mediante laparoscopia, una empresa zamorana especializada. A partir del 18 de octubre, comenzaron a nacer los ejemplares

A los 44 machos y 77 hembras ‘australianos’ seleccionados les llegó el turno de la primera esquila a mediados de este mes, con menos de seis meses de edad . Para ese momento, muchos de ellos presentaban ya «la longitud que quieren los laneros. De media, han alcanzado dos centímetros más de mecha que los nuestros», resalta satisfecho. Y además de largas, de una finura y «un blanco nacarado» que tampoco es fácil encontrar en los animales españoles. En cuanto a los rendimientos cárnicos, los de estos animales también apuntan buenas maneras, aunque este ganadero deja claro que lo que «íbamos buscando era la lana, no la carne», ya que en este segundo aspecto sus ejemplares «eran ya muy buenos».

Miro (Argimiro) Rodríguez Villarroel nació en el pueblo de Tejerina (León) hace 68 años y es la séptima generación de mayorales --el rango más alto la de la jerarquía pastoril-- dentro de su familia, aunque fue el único de entre diez hermanos en dedicarse a este oficio. Ha conocido bien la trashumancia, que hizo más de 20 años, de 1968 a 1991. «Se llegaba aquí a inicios de noviembre y se estaba hasta primeros de junio. El verano se pasaba en las montañas de León», cuenta. Siempre ha estado vinculado a la cabaña del Marqués de Perales, «que fue una de las principales de España, llegó a tener 32.000 ovejas, entre el Zújar y el Guadiana principalmente».

De ahí provienen tanto sus ovejas como la misma finca, 570 hectáreas situadas a caballo de los términos de La Coronada y Campanario y que su padre y dos tíos suyos compraron hace varias décadas. Desde 1988 él vive en ella junto a su mujer, Rita Álvarez, también leonesa, y una década después se hizo cargo de la dirección del rebaño familiar, en el que ha ido introduciendo técnicas modernas de producción animal y perfilando un rebaño cada vez más selecto. De hecho, desde hace varios años también participa en el programa de mejora genética de la firma cooperativa EA Group.

Cuenta con unas 1.600 ovejas, 1.300 de ellas madres, con las que produce unos 4.500 kilos de lana (el promedio es de 2,7 kilos por animal) y unos dos mil corderos anuales (está inscrito en la IGP Corderex). Sobre si el resultado compensará en términos económicos el esfuerzo y la fuerte inversión que ha tenido que realizar, confía en que sea así, aunque añade que «solo por el gusto particular mío de haberlo conseguido y verlo realizado, esto ya habrá merecido la pena». Por lo pronto, ya tiene un centenar más de ovejas preparadas para la próxima fecundación de ‘raza de oveja romera’,

«Miro es una persona muy innovadora y enamorada de su profesión. Él tenía muy claro lo que quería mejorar, y lo que hizo fue preguntarme, ¿cómo lo hago?», explica Beatriz López, la genetista que le ha asesorado en todo este proceso y que destaca que es la primera iniciativa de este tipo que para la mejora de la cabaña merina se desarrolla en España.

«Miro es una persona muy innovadora y enamorada de su profesión. Él tenía muy claro lo que quería mejorar, y lo que hizo fue preguntarme, ¿cómo lo hago?»

Beatriz López

— Genetista

Después de estar tanto tiempo centrados solo en optimizar el aprovechamiento cárnico por encima del lanero, actualmente «hay mucho campo de mejora en las lanas españolas, de merino y de tronco merino», afirma.  «Hay países que ya han trabajado a conciencia la genética y que se han especializado en producir lana», precisa. Australia o Nueva Zelanda que atesoran «cuarenta o cincuenta años haciendo programas de selección en campo» son los ejemplos que mejor ilustran estas prácticas por el nivel de calidad alcanzado y por su volumen de producción, pero otros como Uruguay, Argentina o Sudáfrica, también son punteros en el desarrollo de esta fibra natural, muy valorada por sus cualidades aislantes y de confortabilidad y suavidad.

Esta experta incide en que a día de hoy dentro de la cabaña española las aptitudes laneras son muy inestables. «Te encuentras de todo, muy buenos animales pero también otros muy malos o intermedios. Hay parámetros en los que destacan y otros en los que son nefastos», detalla. Por eso, uno de los principales objetivos es «homogeneizar el producto en cuanto a longitud, finura y rendimiento [la proporción que puede aprovecharse de cada kilo de lana], que en general en España es bajo». 

Se trata, aclara, de un proceso cuyos resultados no pueden apreciarse a corto plazo y con un desenlace siempre incierto, incluso con animales puros, porque aunque existe un alto porcentaje de éxito «que se asocia a la genética, también hay otros factores que influyen, como el clima, el manejo…». En este sentido, remarca, el proyecto de Fuente de los Romeros permitirá registrar y comparar a partir de ahora cómo evolucionan los animales 100% de genética australiana, los que la tienen al 50% y los que pertenecen a la cabaña española, que también se continúan mejorando de forma paralela. De momento, los primeros resultados de la experiencia señalan a que se han conseguido ejemplares compensados en las aptitudes cárnica y lanera. «La lana ha mejorado y los crecimientos cárnicos son iguales que los que tenía en sus corderos españoles, o incluso un poquito mejores», esgrime.