Las razones por las que visitar Alcántara y sus alrededores son muchas y los momentos en el año para hacerlo también. El viajero encuentra en este término municipal -que hoy acoge la V edición de los Premios Turismo de El Periódico Extremadura- la simbiosis perfecta entre patrimonio natural e histórico. Tanto es así que Alcántara es como un libro que extiende sus páginas para que quien la visita sepa leerlas. Aunque algunos hablan de dos grandes atractivos, el Puente Romano y Conventual, lo cierto es que Alcántara es eso y mucho más. Es un lugar lleno de magia.

Efectivamente, para acceder a Alcántara lo mejor es hacerlo a través de su famoso Puente Romano, una de las grandes obras de la ingeniería de todos los tiempos y aún en uso. De hecho, aspira a ser Patrimonio de la Humanidad. Y no le faltan méritos. Atraviesa el río Tajo y fue construido en el año 104, estando en servicio desde hace casi dos mil, siendo reconstruido en varias ocasiones a lo largo de su vida. En cuanto a sus magnitudes, cabe destacar que tiene 60 metros de alto y 194 metros de largo. El viajero tiene, además, la posibilidad de bajar para ver de cerca los pilares y la acción del paso de los años sobre ellos. Muchas son las rutas senderistas que recomiendan su contemplación. También es posible ver la inscripción de Cayo Julio Lacer, arquitecto que levantó esta maravilla arquitectónica símbolo del poderío del imperio romano. Ya en el siglo XII los árabes fundaron allí la ciudad de al-Qantarat (que se puede traducir como ‘El puente’). La primera de sus reconstrucciones fue ordenada por Carlos V, tan vinculado a Extremadura en sus últimos días. En la Guerra de la Independencia se destruyó uno de los arcos para evitar el avance de las tropas. Por apuntar un dato más del puente, muchas son las voces que urgen la restauración de la calzada romana que da acceso al mismo. Allí la vista nos puede empujar a seguir las rutas del Tajo Internacional, pero aguardan más recompensas a la paciencia del caminante que se detiene a conocer este municipio rayano.

Si el Puente Romano es un aperitivo sobresaliente, la población que fue cuna del patrón de Extremadura no defrauda. Ya sus restos megalíticos como el menhir del Cabezo nos hablan de sus milenarios orígenes. Lo mejor para disfrutar al máximo de la visita es dirigirse a la oficina de turismo, en la avenida de Mérida, donde orientarán sobre qué ver. Sin duda, llama la atención la patente huella que la Orden de Alcántara dejó en el municipio. La defensa de la ciudad en la Reconquista fue asignada a la Orden de Julián del Pereiro, que posteriormente se denominó Orden de Alcántara. Fue la ciudad escenario de momentos clave de la historia como la renuncia de los Reyes Católicos a sus pretensiones sobre Portugal. Tuvo gran importancia estratégica en la guerra de Sucesión Española, en el siglo XVIII. La ocupación francesa en el XIX y la expropiación que sufrió la Orden de Alcántara iniciaron el declive del municipio, que vio en el XX cómo volvía a recuperar cierto interés estratégico con la construcción del Embalse de Alcántara, excelente contrapunto al puente romano. En la actualidad se proyecta un nuevo puente, paralelo al histórico, al objeto de aliviarle de carga. Esta nueva obra de ingeniería incluye una pasarela peatonal de 3,5 metros, que servirá también como «mirador» del propio Puente Romano, en una vista inédita hasta ahora. De esta forma, este nuevo puente, cuyo periodo de ejecución es de 27 meses, también permitirá poner en valor turísticamente el Puente Romano, al que viene a sustituir en el tráfico rodado de vehículos. Con un presupuesto de 18 millones de euros quiere «dar una nueva visión del entorno privilegiado» en el que se ubica el puente, y en el que, además, se asienta aguas arriba la presa de José María Oriol y aguas abajo el Parque Natural Tajo Internacional, declarado Reserva de la Biosfera Transfronteriza.

El otro gran espacio de visita obligada en Alcántara es el Conventual de San Benito, que sorprende por aunar las virtudes tanto de convento como de fortaleza y que en verano acoge un famosísimo festival de teatro clásico. Data del siglo XVI, impulsado por los Reyes Católicos, y lo que más llama la atención visualmente es la galería porticada de Carlos V a cuyos pies se desarrolla ese ciclo cultural en agosto. Tras las crisis del terremoto de Lisboa y la desamortización el conventual estuvo a punto de desaparecer pero gracias a su adquisición por Hidroeléctrica Española fue puesto en valor. No hay que perderse su sala capitular, el refectorio o el sorprendente patio azteca. Desde hace cuatro décadas la Fundación San Benito de Alcántara realiza unas visitas guiadas que permiten tener una excelente idea de la importancia del conventual. Recientemente ha iniciado un proceso de restauración del patio de las caballerizas con el objetivo de que en el futuro pueda albergar un museo de la Orden de Alcántara.

El sabor nobiliario rezuma por esta población: Casa de la Clavería, Casa de los Oviedo, Casas de los Pacheco, Casa-Palacio de los Topete, o Palacio de los Roco-Campofrío son sobresalientes, cada una en diferentes estados de conservación. En la Casa de los Arias de Quintanadueñas se encuentra el centro de interpretación del Tajo Internacional, que puede ser el trampolín perfecto para iniciar una segunda fase del viaje y es perfecto para entusiasmar a los niños con la flora y la fauna de la zona.

Patrón regional

Como cuna del Patrón de Extremadura, san Pedro de Alcántara y consejero de santa Teresa, alberga un vistoso monumento en su honor entre su iglesia homónima y frente a la iglesia de Santa María de Almocóvar. En esta última merece la pena detenerse por ser lugar de enterramiento de los Caballeros de la Orden de Alcántara. Destaca el sepulcro del comendador Frey Antonio Bravo de Jerez del siglo XV.

La gastronomía es otro de los grandes atractivos de Alcántara. Por muchos motivos, algunos de ellos históricos. Alcántara fue cuna de la cocina de vanguardia. Los monjes del convento tenían un codiciado recetario en el que está, curiosamente, el germen de la nouvelle cousine francesa. En 1808 los soldados de Napoleón con el general Junot al frente saquearon l la biblioteca del monasterio. Utilizaron los manuscritos de siglos para la preparación de cartuchos. Se salvó un recetario de cocina que utilizaban los frailes y que contenía platos de la comarca o los propios de su cocina. Este libro fue a parar a manos del general, quien lo envió a su esposa, la escritora Laura Permon, que posteriormente se convertiría en la duquesa de Abrantes. Y de ahí a la gloria gastronómica que ya preconizara el propio arcipreste de Hita en su famoso libro del Buen Amor.

Pero no es la única vinculación con el sugestivo mundo de los fogones. A lo largo del año hay citas clave al respecto. Una de ellas es la famosa matanza didáctica que reúne a miles de personas cada año y cuya recaudación se destina a fines benéficos. Ese día se realizan varias rutas senderistas con el Puente de Alcántara como protagonista. En junio se celebra el Día de la Mormentera, un dulce típico de reminiscencias árabes como atestigua su ‘arajú’ y ya en octubre se celebra la Caracolá, celebración gastronómica en la que los caracoles en ‘entomatá’ son los protagonistas.