Sacó más de un 13,3 en selectividad, estudió seis años de carrera y ha estado 17 meses preparando el examen MIR (Médico Interno Residente) -los últimos diez echando frente a los apuntes de 10 a 12 horas diarias-, pero dice que es ahora cuando llega lo peor: «elegir la especialidad a la que vas a dedicarte los próximos 40 años de tu vida profesional es muy complicado, no es cualquier tontería». Y es todavía más difícil cuando tienes a tu alcance prácticamente cualquier especialidad y cualquier hospital de España. Es lo que le pasa a Enrique Cerro Rubio, un médico extremeño de 24 años, que ha logrado el número siete en el MIR entre los más de 14.000 aspirantes que optaron a esta prueba el pasado 27 de marzo para conseguir alguna de las 7.989 plazas en toda España. «Siento alegría. La verdad es que las primeras sensaciones cuando sales del examen son de incertidumbre, todos decimos que es raro, atípico y luego la mente te juega malas pasadas y solo te acuerdas de las preguntas que has podido fallar». Recuerda que aquella noche después del examen (lo hizo en Cáceres, que por primera vez ha sido sede de esta prueba) la pasó fatal, pero al día siguiente le bastó comprobar por sí mismo los resultados para llenarse de felicidad. «Aunque hasta que el ministerio no publica las notas oficialmente no te lo crees realmente», reconoce.

Pasada la euforia inicial y ya con su posición asimilada, este cacereño está centrado en decidirse por una especialidad médica y un hospital. «Ahora es cuando viene lo más duro de sacar tan buen número de elección», dice. Aún no hay fecha oficial para la adjudicación de las plazas, pero estiman que será a principios de junio, por lo que tiene un mes por delante para investigar y reflexionar. «Siempre me ha gustado Anestesiología porque integra a muchas otras especialidades, pero también me gusta Cardiología e incluso Dermatología, es una decisión complicada porque no hay solo una opción correcta». 

En cuanto al lugar, baraja principalmente Madrid o Valencia: «los primeros puestos tienden buscar a grandes hospitales porque el volumen de pacientes es mayor y la formación es más enriquecedora», apunta. «Esta época post MIR era antes de la pandemia más bonita, porque te ibas a visitar los hospitales y las ciudades antes de decidirte. Ahora eso se ha cambiado este año por grupos en Facebook y WhatsApp en los que residentes nos dan información sobre los diferentes servicios para poder hacernos al menos una idea».

De Cáceres a Granada

Exalumno del colegio cacereño Francisco de Aldana y del IES Hernández Pacheco, Enrique cuenta que no tuvo clara una vocación durante su etapa de estudiante. Sus padres son enfermeros y tiene un tío médico al que sigue los pasos. «Cuando entras en el instituto no te planteas realmente en qué quieres trabajar, pero conforme van pasando los años vas viendo tus notas, tus opciones y cuando llegó selectividad tuve claro Medicina porque siempre me han gustado asignaturas como Biología o Química y esta carrera era una manera de integrarlo todo». 

Luego llegó otra elección: el lugar en el que estudiar la carrera. «Quería irme de Extremadura y Granada me pareció una buena opción, la ciudad ofrecía buen ambiente y la universidad, buena formación. Mi hermana estudió allí Ingeniería de Caminos y estuvo muy bien». Así que hizo las maletas y en los últimos seis años apenas ha podido volver a Cáceres, más allá de las vacaciones de Navidad, Semana Santa y en verano. «Estaba lejos pero ha merecido la pena». Y justo cuando estaba pensando en su próximo destino, Oviedo, donde iba a prepararse el MIR, llegó la pandemia, cambiaron los planes y regresó a Cáceres. «La academia de Oviedo canceló la presencialidad y al final me he preparado aquí, en casa». Lo más importante para enfrentarse a un examen de este tipo no es solo estudiar, dice, «sino saber estudiar, priorizar la calidad del estudio frente a la cantidad, tener interés y mantener tus aficiones», señala. Las suyas son principalmente el deporte y luego «siempre hay tiempo para los amigos y la familia».