«Nos gusta apoyar el codo en la barra y desde ahí arreglar el mundo», bromea Augusto Díez, más conocido como Pino, cocinero de Mario & Marieta y miembro de la directiva de Acabares, una asociación que aglutina a cafés, bares y restaurantes de Cáceres. Así resume la sensación que supondrá la vuelta de los clientes a este elemento de los locales de hostelería que, como define, «es la mejor red social que existe». Hace meses que en Extremadura su uso está prohibido por las restricciones a las que obliga el coronavirus.

La historia cronológica empezó en marzo de 2020, cuando se decretó el estado de alarma y empezó el confinamiento. El país se congeló y toda la actividad no esencial se tuvo que parar de golpe, incluidos los bares.

Tras semanas de encierro, se puso en marcha la llamada desescalada, que empezó el 4 de mayo y se articuló en diversas etapas: la primera fue la fase 0, que solo permitía a la hostelería servir comida a domicilio y el cliente debía recoger el pedido en el local. 

Después llegó la fase 1, que se puso en marcha el 11 de mayo: se volvieron a llenar de vida los veladores, pero solo al 30%; mientras tanto, la actividad en el interior seguía prohibida.

Con la fase 2, a partir del 25 de mayo, se añadió la opción de consumir dentro del local, siempre que no se superase el 40% de su aforo. Eso sí, los clientes debían permanecer sentados y acudir preferentemente con reserva previa.

En la fase 3, que se activó el 8 de junio, los aforos se ampliaron al 50% en el interior y al 75% en las terrazas; ya sí se volvió a permitir la utilización de la barra.

Y en la fase 4, que se inauguró el 22 de junio, las medidas en la hostelería no cambiaron.

Empezó el verano de 2020 con una incidencia del virus muy leve, pero la movilidad provocó que los positivos diarios fueran subiendo hasta que llegó la segunda ola. Algunos pueblos de la región tuvieron que volver a la fase 2 y las principales ciudades extremeñas se vieron igualmente afectadas. 

Primero ocurrió en Badajoz, que fue sumando brotes hasta que a principios de septiembre la Junta decidió tomar medidas: no cerró los bares pero sí aplicó restricciones más duras. Prohibió la barra y redujo aforos al 40% dentro del local y al 50% en los veladores. Como máximo, seis personas por mesa.

Dos semanas después tuvo que aplicar las mismas limitaciones en Cáceres. Después cayeron Mérida, Plasencia y Almendralejo.

Fueron normas por un periodo concreto, pero las medidas no cesaron: a principios de noviembre ya se prohibió la barra en toda la comunidad autónoma y se redujeron los aforos tanto dentro como fuera.

Y llegó el fallido plan de navidad (que intentó aplicar cierta flexibilización), la tercera ola y el cierre total de la hostelería justo después del día de Reyes.

«Prudencia» y quejas

Desde entonces, poco a poco, se han ido dando pequeños pasos para que el sector recupere su actividad. Siempre con la complejidad de combinar el principio de «prudencia» aplicado por Sanidad y la demanda de los afectados, que pedían no ser considerados el foco de los contagios.

Ahora, el siguiente paso, ya anunciado por la Junta para la próxima semana, es volver a la barra. Eso sí, respetando la distancia de seguridad de metro y medio entre clientes o grupos de clientes, una condición que los hosteleros ven difícil de cumplir.

Aún así, y a pesar de que no todos han cumplido a rajatabla con esta prohibición (sobre todo en los municipios más pequeños, donde la relajación ha sido mayor), aplauden la medida. «Vamos a ir dejando esa relación tan distante de decir a todo que no toque para volver a la cercanía con el cliente», sintetiza Laura García, de la Plataforma de Hostelería de Badajoz y al frente del céntrico bar Carmen. 

«Prefiero aguantar 15 días y que se abra sin restricciones»

Augusto Díez (Pino). Mario & Marieta. En Cáceres

Augusto Díez (Pino). SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

«Lo que hemos aprendido a lo largo de la pandemia es que cualquier anuncio que no se publique en el DOE solo crea confusión, así que vamos a esperar a que sea oficial», expresa Augusto Díez, más conocido como Pino, cocinero de Mario & Marieta, en Cáceres. Aún así, celebra que, tal y como ha avanzado ya la Junta de Extremadura, la semana que viene la barra pueda volver a recibir clientes. «Al fin y al cabo, los bares vivimos mucho de ella», asegura.

No obstante, dice que no quiere tener que hacer otra vez «de policía» y «estar discutiendo» con los clientes: «Va a ser difícil que guarden esa distancia de seguridad de metro y medio que se quiere imponer, sobre todo si la barra es pequeña...», manifiesta.

Y añade: «La verdad es que yo preferiría, por ejemplo, aguantar 15 días más sin poder usar la barra y que ya cuando se permitiera su utilización fuera sin restricciones, para no tener que estar de nuevo con la misma tensión. Estoy deseoso de volver a la normalidad, pero que podamos hacerlo con la mayor tranquilidad posible». 

«Unos no querrán entrar y otros no respetarán»

Antonio Domínguez. Restaurante Gredos. En Plasencia

Antonio Domínguez. TONI GUDIEL

Reconoce que gracias a que los ayuntamientos permitieron ampliar los espacios en la vía pública para colocar las terrazas, él ha podido trabajar con las mismas mesas respetando las distancias: sigue funcionado con una veintena de veladores, los mismos que tenía antes de la pandemia. «Pero las restricciones, evidentemente, siempre han traído pérdidas», dice por otra parte. Quien se manifiesta es Antonio Domínguez, del Restaurante Gredos, en Plasencia, que asegura que la flexibilización va a suponer poder contratar a otra persona «solo para la barra». «Exactamente igual que lo tenías antes», afirma.

Ante esta próxima medida de dar luz verde a que ya haya clientes consumiendo en ella, expresa: «Por un lado están los que siguen teniendo cierto temor a entrar y siempre van a preferir consumir en la terraza, más aún con el buen tiempo, de manera que les va a costar volver a la barra; y por otro lado vamos a tener a los que no van a querer respetar el espacio de metro y medio entre clientes o los que se van a acercar a pedir o a pagar sin tener en cuenta las distancias. Esas dos situaciones las vamos a vivir con toda seguridad. De todas formas, todos sabemos que es prácticamente imposible que esa norma se pueda cumplir, y menos aún si la barra es pequeña, que es algo que ocurre en la mayoría de los locales de hostelería». 

«Hemos perdido ese café y esa caña de diez minutos»

Laura García. Gastrobar Carmen. En Badajoz

Laura García. SANTI GARCÍA

«Ese café de desayuno de diez minutos, esa caña de mediodía, esa conversación cercana en la que te cuentan cómo están... Por un lado hemos perdido negocio del día a día; por otro, ha desaparecido parte de nuestra relación natural con el cliente. Que se habilite otra vez la barra nos parece una buena noticia; cada vez nos están dejando más espacio y eso tiene sin duda un beneficio». Así se expresa Laura García, de la Plataforma de Hostelería de Badajoz y al frente del Gastrobar Carmen. «Lo que ocurre -continúa- es que los bares que tengan una barra pequeña no sé cómo van a controlar las distancias. Pero bueno, aunque se pueda tener a tres personas, algo es algo. La sensación, en general, es que por fin vamos a poder usa la barra», subraya.

Esta hostelera también pone el foco en lo que, culturalmente, va a suponer. «Aquí somos muy de apoyarnos con el codo, y para el cliente también va a suponer recuperar sus hábitos».

Además, destaca el avance de la vacunación, que va a significar que «de verdad podamos volver a nuestra normalidad».