Lo dice la séptima y última actualización del estudio de Farmacovigilancia a nivel nacional: el 77% de los reportes de reacciones adversas por la vacuna contra el coronavirus desde que comenzara la inmunización a finales de diciembre se da en mujeres. Esto a pesar de que ellas sólo recibieron el 53% de las dosis inoculadas hasta este 11 de julio, fecha que cierra este informe. La situación es similar en Extremadura, donde el 78% de las reacciones adversas las notifican ellas, según los datos facilitados por el SES. La matemática es sencilla: las defensas de la mujer responden de una manera más fuerte al pinchazo.

Además de la respuesta de cansancio, malestar y fiebre, común en ambos sexos, las mujeres presentan cambios en su patrón de sangrado menstrual, ganglios en las axilas y otras zonas próximas al pinchazo y dolor mamario. Esta última reacción es la que más las asusta.

Así lo ha comprobado en su consulta la ginecóloga y obstreta Miriam Al Adib: «Se están viendo cosillas con la vacuna y afecta más a mujeres. Muchas se llevan un mal rato, sobre todo por la mama. No hay estudios pero es lo que yo veo, lo que me sale de ojo», cuenta. «Ya se está viendo que los efectos poscovid se dan con más frecuencia en las mujeres: el cansancio, la llamada ‘niebla cognitiva’, que se traduce en dificultades en el lenguaje al encontrar palabras o vocablos, y, del mismo modo, ocurre con la vacuna: se ha registrado un efecto inflamatorio en ganglios cercanos al pinchazo, un aumento momentáneo del tamaño del pecho y algunos problemas en la menstruación», añade el virólogo extremeño y profesor de microbiología en la Universidad Autónoma de Madrid José Antonio López. «En las últimas semanas han aumentado las notificaciones de alteraciones en la menstruación, con un aumento de sangrado o la falta de regla durante uno o dos meses. Puede tener un origen vascular, hormonal, de coagulación, pero aún no se sabe. La Universidad de Granada lo está estudiando ahora de hecho», dice Eva María Trejo, farmacéutica del Centro de Farmacovigilancia de Extremadura. Añade que el mayor número de mujeres que notifican reacciones adversas por la vacuna del covid «concuerda con lo que ocurre con otros medicamentos». En este caso, los datos del SES recogen que un 60% de notificaciones adversas son registradas en féminas.

La medicina androcéntrica

Los tres remarcan una y otra vez que los datos sobre la vacuna aún no están suficientemente recogidos ni estudiados, sobre todo por una cuestión temporal. Pero también entra en juego un viejo lastre que arrastra a la salud de las mujeres: el androcentrismo, en el sistema en general, y en la ciencia, en particular.

«La herencia que tenemos desde que nació la medicina moderna y en la Antigua Grecia con Hipócrates es que se infiere como modelo de ser humano al varón. Desde los años 90 se viene diciendo que qué pasa en los ensayos clínicos con las mujeres y se empiezan a incluir pero sigue sin recogerse datos diferenciados», dice Al Adib. «Es cierto que, por desgracia, el varón, el sexo masculino, sigue siendo la referencia a la hora de hacer ensayos clínicos y ver los efectos de la vacunación, de las enfermedades. Se suele no utilizar la cohortes de mujeres, o de mujeres embarazadas, y ocurre que los efectos de muchos medicamentos no son estudiados correctamente en ellas», afirma López. «Las mujeres embarazadas lógicamente siempre tienen dudas sobre cualquier medicamento que les manden, muchas dudas e incertidumbre», agrega Al Adib.

Para la ginecóloga almendralejense una forma de intentar atajar ese miedo y esos «sustos» que se llevan las mujeres tras vacunarse sería el haber añadido esos efectos secundarios en la ficha técnica de la vacunación. «No son reacciones graves pero igual que una tiene fiebre después del pinchazo y está tranquila porque sabe que es un efecto adverso, estos síntomas que afectan a muchas mujeres también deberían aparecer en la ficha», argumenta. 

Trejo, por su parte, opina que estos efectos ya «son conocidos» y afirma que sí se recogen en las fichas técnicas de las vacunas. Además, sin refutar las causas biológicas y por las diferencias genéticas entre sexos, apunta a otro factor más: «diferencias de género: psicosociales, culturales y conductuales». «Una cosa es padecer una reacción adversa y otra notificarla y es probable que los hombres informen menos, como también está demostrado que suelen acudir menos al médico», dice.

Dosis de Moderna y Pfizer EFE

Inmunología y hormonas

Volviendo al factor biológico, la diferencia entre sexos tiene, como no podría ser de otra manera, una explicación científica, aunque no esté extendida en la gente común. La clave se puede resumir en una palabra: estrógenos.

«El sistema inmunológico y el sistema hormonal están muy relacionados y esto hace que la respuesta inmune, tanto primaria, activación de neumocitos, activación de neutrófilos, producción de citoquinas… Pueda ser diferente en hombres y en mujeres», explica López. «El factor hormonal, en el caso de las mujeres, puede influir directamente en la respuesta inmune y es diferencial porque su sistema inmune está hecho para defenderla a ella y a sus hijos. Es más agresivo y, por tanto, su respuesta es más exacerbada», agrega el virólogo.

Al Adib coincide en su explicación: «A nivel biológico, tenemos un sistema inmunológico más reactivo, por nuestros niveles de estrógenos. Esto nos da una mayor supervivencia, por eso las mujeres tenemos una mayor esperanza de vida, pero también más tendencia a enfermedades inmunológicas».

El estrógeno, las hormonas sexuales, tienen pues buena parte del control del sistema autoinmune. De ahí, que las mujeres que reportan casos sean en su mayoría personas en edad fértil -con la menopausia se va reduciendo el nivel de estrógenos--.

Hecha las observaciones, estos expertos subrayan de nuevo la necesidad de estudios, de registros y de datos diferenciados por sexo para que se amplíe el enfoque y se mejore la cobertura de la salud en las mujeres. Ya sea en el caso de esta vacuna como con cualquier otro tratamiento. 

Poner en valor el cuerpo de la mujer es también necesario en la ciencia. La salud de ellas, tanto física como psicológica, depende de ello. 

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