«Todos abogamos por las energías renovables, pero otra cosa es dónde se colocan», sostiene Antonio Peinado Monereo, responsable de la división Átomos de EcoEnergías del Guadiana. Ese fue un punto de partida, junto a los datos que evidencian el aumento de la temperatura y de fenómenos como el granizo, asociados al cambio climático, y su impacto negativo en la agricultura. Ese doble dilema fue el germen de una iniciativa, que ya esta tomando forma como proyecto piloto camino de testarse sobre el terreno: cultivar tomates bajo paneles solares

La tesis en la que se sustenta la propuesta es que es posible una simbiosis en la que ambas actividades (cultivo y producción de energía) «salen beneficiadas», defiende Peinado sobre su proyecto, uno de los seleccionados por Iberdrola dentro de su programa internacional de start-ups Perseo, por haber identificado una solución innovadora para potenciar la convivencia de las plantas de generación solar con las actividades agrícolas. Fue una de las 110 propuestas que llegaron desde 32 países.

La empresa comenzó hace casi dos años a buscar nuevos modelos de negocio que pudieran enriquecer la actividad en la que son un referente: el grupo EcoEnergías del Guadiana es la responsable de la mayor planta solar de Europa (La Nuñez de Balboa, en Usagre) y también de la que desbancará a esta en Torrecilla de la Tiesa (la Francisco Pizarro), con 500 y 590 megavatios (MW) de potencia respectivamente. «Algunas de las hipótesis con las que arrancamos se fueron cayendo», reconoce Beatriz Román, directora de Desarrollo de Negocio de EcoEnergías del Guadiana. Pero la de Agrovoltaica fue poco a poco tomando cuerpo en base a los estudios que iban conociendo y las conversaciones que mantenían con el sector extremeño del tomate. 

La instalación mitiga el exceso de sol y los daños por inclemencias como el granizo

«Es el primer cultivo en el que nos centramos porque vimos que en esa campaña habían tenido pérdidas del 40% de la producción por las olas de calor y en la siguiente también pérdidas importante por el granizo a última hora», explica el responsable del proyecto. Buscando soluciones a ese problema concreto encontró varios estudios de universidades estadounidenses que avalaban el cultivo de tomates bajo paneles solares y empezaron a desarrollar la idea de la mano de los productores. «Tratamos de brindar una herramienta de apoyo al sector. En ningún momento pretendemos sustituir el cultivo por placas solares sino compatibilizar ambos y que los paneles puedan servir como fuente de energía de autoconsumo», apostilla Román. 

Beneficio mutuo

La clave del proyecto está en el beneficio mutuo. El cultivo de tomate mejora su rendimiento por el impacto de la sombra del panel. «No solo iguala la producción del cultivo en condiciones normales, sino que la aumenta, dentro de unos márgenes de sombra estipulados», explica Peinado. 

Las necesidades de sombra varían de unos cultivos a otros. En el caso del tomate, para realizar la fotosíntesis necesita entre un 60% y un 70% de irradiación y por tanto entre un 30% y un 40% de sombra. El cultivo bajo paneles solares permite proporcionarle esas cifras, en lugar del 100% que absorbe ahora cualquier cultivo en condiciones normales; y también le protege en las horas de máxima radiación o de temperatura extrema en los meses de más sol. Junto a eso, «disminuye las necesidades de riego al mantener una temperatura más estable debajo de los paneles solares, y ese microclima que se genera». Del mismo modo, la placa solar le protege de otras inclemencias como el granizo. «Se alcanzaría la máxima producción o al menos una producción con menos pérdidas debido a esos efectos del cambio climático», subraya Peinado. 

El cultivo ayuda a evitar que el panel se sobrecaliente por exceso de irradiación

Eso en cuanto al tomate. ¿Y la producción de electricidad? «No va a mermar, sino que, como mínimo se va a mantener en las mismas cifras», explica el responsable del proyecto. La razón es que aunque se tiende a pensar que cuanta más irradiación recibe uno de estos paneles, más energía genera, no es del todo cierto. En realidad llega un momento en el que ante un exceso de irradiación se acaba sobrecalentando el panel y con ello pierde un poco de producción. El hecho de que tenga un cultivo como el del tomate bajo él y el microclima que genera, contribuye a reducir esa temperatura en el panel y mitigar el sobrecalentamiento. De hecho, tienen estipulado que el cultivo bajo el panel logra aumentar la producción energética en torno a un 3%. 

Aún el proyecto está en una fase inicia, pero junto al reconocimiento de Iberdrola, el proyecto ha suscitado ya el interés de una empresa con la que están trabajando en un prototipo que podría testarse en la próxima campaña, con paneles elevados en una estructura de cinco metros de altura, para permitir el paso de la maquinaria. Paralelamente, trabajan en el siguiente paso para adaptar la altura de los paneles a las necesidades de otros cultivos en los que ya estudian el beneficio. El viñedo, el brócoli y la lechuga son algunos de ellos.