La escasez de transportistas no es exclusiva del Reino Unido, donde el ‘brexit’ ha provocado un déficit de estos profesionales y una crisis de suministros. Aunque no sea tan acusada, la falta de camioneros es un problema a nivel global del que tampoco escapa España, donde la Confederación Española de Transporte de Mercancías (CETM) le ha puesto cifras: en el plazo de tres años harán falta 15.000 en todo el país. Esta y otras patronales del sector como la Federación Nacional de Asociaciones de Transporte de España (Fenadismer) y la Asociación de Transporte Internacional por Carretera (Astic) lo han explicado en una carta abierta esta misma semana: la ausencia de conductores es «alarmante» y tiene su principal origen en la total «ausencia de incentivos para la profesión, trabajando para unos clientes que les someten a un trato vejatorio, obligándoles a realizar labores propias de un carretillero, tras largas horas de espera en sus instalaciones en condiciones degradantes». Unas deficiencias que «tampoco las empresas de transporte, mayormente en situación de mera supervivencia», están en situación de compensar mediante mejores sueldos.

«Tenemos muchísimos problemas para encontrar personal cualificado», confirma Miguel Ángel Sánchez, presidente de la Asociación Empresarial de Transportes de Extremadura (Asemtraex). Con una edad media que para estos profesionales puede rondar en la región los 50 años y con una parte importante de ellos ya «a punto de jubilarse», incide en que «falta relevo generacional», y en que, si esta situación perdura, en unos pocos años «no va a haber gente» con capacidad para poder conducir estos vehículos pesados.

«Tenemos muchísimos problemas para encontrar personal cualificado. No hay relevo generacional»

MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ - Presidente de Asemtraex

El problema, indica, es generalizado, aunque donde más se deja notar es en los transportes nacionales e internacionales, los más sacrificados desde el punto de vista personal, en los que «puedes llegar a estar 15 días sin volver a tu casa» cuando se trata de rutas fuera de España.  Además de por las duras condiciones del oficio, que complican la conciliación familiar, y de por los escasos márgenes con los que se trabaja, que dificultan pagar unos salarios acordes a ellas, a esta carencia de cantera contribuye también, añade Sánchez, el que obtener la formación y permisos necesarios para coger el volante de un camión «puede costar entre 3.000 y 4.000 euros y la gente joven no puede acceder a ello».  Todo esto, agrega, en un contexto económico en el que el gasóleo se ha disparado y en el que el sector teme que el cobro por el uso de las autovías que anuncia el Gobierno también le acabe afectando de lleno. «Esto tiene que acabar reventando por algún lado», vaticina.

Ni en los 40 años que lleva como presidente de la cooperativa de transportes Copttraba, ni en los cerca de sesenta que acumula en el sector, ha vivido Rafael Rodríguez una situación parecida en cuanto a carencia de profesionales. «Esto yo no lo he conocido nunca», asegura. Esta cooperativa con sede en Badajoz cuenta con 82 socios y unos 180 camiones, con los que cubre toda la península Ibérica. En esta última campaña del tomate, durante la que se dobla turno, afirma por ejemplo que se han visto «negros» para encontrar suficientes chóferes.

«Conductores profesionales disponibles no se encuentran. Esta situación no la he conocido nunca»

RAFAEL RODRÍGUEZ - Presidente de Copttraba

«Conductores profesionales, disponibles no se encuentran», resume Rodríguez, también presidente de la Unión de Cooperativas de Transportistas de Extremadura (Ucotranex). En su opinión, actualmente las condiciones de trabajo «no son malas» y el oficio «no es tan pesado como lo era antiguamente. «Los camiones hoy en día son cómodos, las carreteras son buenas y el trabajo, con la limitación que tenemos del tacógrafo, es de 8 o 9 horas, con 45 de descanso semanales. Lo que pasa es que si a alguien le das 1.500 euros por estar con una carretilla en un centro comercial, no se va a echar a la carretera para ganar 1.800 y encima estar fuera de casa», esgrime.

«El problema no es tan acuciante como en otras partes de España, pero sí se nota ya la falta de conductores, no tanto de empresarios, pero sí de asalariados que quieran hacer largas distancias», detalla Mario Aza, secretario general de la Agrupación Gremial de Transportistas de Extremadura (AGT). A pesar de que se trata de un trabajo que «no está mal pagado», explica, con sueldos que pueden superar los dos mil euros para quienes realizan rutas nacionales y que rondan los tres mil en el de los internacionales, «el desapego familiar» que conlleva es el principal motivo que frena la incorporación de jóvenes.

«Los costes de un vehículo se han disparado un 30% o un 35%. La situación del sector es totalmente insostenible»

MARIO AZA - Secretario general de AGT

Las estimaciones de AGT son que a día de hoy el número de empresas de transporte en la región es de unas 1.500, entre autónomos y sociedades, y que la flota de camiones se sitúa alrededor de los 3.500. Al volante de ellos, unos 600 autónomos que conducen su propio vehículo y unos 2.900 chóferes por cuenta ajena.

Ahogados económicamente

En su comunicado de esta semana, las patronales del transporte español hacían un llamamiento «a la sensibilidad de las bases asociativas de nuestras organizaciones con el fin de adoptar si fuera preciso medidas excepcionales, sin descartar ninguna». La idea es trasladar a la sociedad «el grave peligro ante el que se encuentra el transporte por carretera». «La situación del sector es inaguantable y totalmente insostenible», coincide Aza, ya que «el transportista está ahogado económicamente porque no pude repercutir los incrementos de costes que está sufriendo». Un aumento que se mueve «entre el 30% y el 35%», por culpa sobre todo del gasoil. Si bien existe una ley que faculta a estos profesionales a «incrementar el precio del porte en función del que tiene el combustible», sus clientes, que son los cargadores, «no están aplicando esta cláusula automáticamente y el transportista no se ve con fuerza para exigir que se haga, porque la respuesta que recibirán es muy clara: ‘Si no te interesa, vete, que tengo otros tres o cuatro esperando en la puerta para hacer el trabajo por el precio al que tú no quieres hacerlo’», precisa.

«Este problema lo vimos venir y vendimos los seis camiones. Con estos precios no se podía trabajar»

ANTONIO SERRANO - Gerente de Coloser

El problema se está sufriendo con fuerza ahora, pero arrancó hace años, cuando a las empresas del transporte se les comenzó a pagar «mal», subraya Antonio Serrano, gerente de Coloser (Comercial y Logística Serrano). Esta firma cacereña contaba con tres secciones: distribución (de marcas como Ámbar y Schweppes), logística (para la firma de alimentación UNIDE, entre otras) y transporte. 

De esta última, y de los seis tráileres con los que realizaba desplazamientos nacionales, decidió prescindir hace «tres o cuatro años», cuenta Serrano. «Esto lo vimos venir, que a esos precios no se podía seguir trabajando. Cuando a la gente le pagas poco y a cambio tiene que estar de viaje todo el día encima de un camión, te dice que por cuatro duros no trabaja»

«Nadie llama para preguntar por la oferta de empleo»

Flavio Garrido, gerente de una empresa de transportes de Montehermoso.

Dos de los diez camiones de Transportes Flavio Garrido están ahora mismo parados por falta de chóferes que los conduzcan. El último, porque «un chico se fue hace un mes y medio» y aún no se ha podido cubrir la plaza. Una oferta de empleo por la que «nadie llama para preguntar. Hace poco tuve una para auxiliar administrativo e igual recibí 50 o 100 currículums en una semana», cuenta Flavio Garrido, gerente de esta empresa ubicada en Montehermoso. 

Lleva trabajando en el sector del transporte desde el año 1994 y asegura que en estas más de dos décadas y media no ha conocido una situación parecida en lo que a falta de conductores respecta. «Hay temporadas que a lo mejor sí que he tenido un camión parado durante un mes o dos, pero era porque la empresa no tenía suficiente carga de trabajo». Ahora, por contra, «sí que hay trabajo pero lo que no hay son trabajadores», señala.

Esta empresa cuenta actualmente con siete chóferes contratados, y «un par de autónomos que trabajan conmigo», pero que son propietarios de los camiones que manejan, puntualiza. Realiza fundamentalmente transportes nacionales y también, en menor medida, con destino a Portugal y lo hace con todo tipo de mercancías, aunque es muy habitual que sus vehículos viajen cargados con aceituna o aceite, dos de los productos por excelencia de esta zona de la provincia de Cáceres. Garrido atribuye en buena parte estas dificultades para encontrar conductores a que «los jóvenes buscan más un empleo que tenga un horario fijo de ocho horas y con el que puedan estar más en su domicilio. Aquí, en cambio, sueles estar fuera de casa casi toda la semana». 

«He tenido un camión parado 4 meses esperando a alguien»

Pablo Prado, socio de Trans Miajadas.

«Hay muchísimos problemas para encontrar gente porque con lo que a nosotros nos abonan las empresas es inviable pagarle a un chófer lo que se debería», resume Pablo Prado, socio de Trans Miajadas. En estos momentos, detalla, en esta sociedad cooperativa hay «varios camiones parados» por falta de conductores. Y muchos de los que están en activo «no quieren seguir ‘subiendo’ a hacer internacional porque es un trabajo muy sacrificado que no está bien remunerado ni para el chófer ni para el propietario». 

Él cuenta con seis camiones, que habitualmente carga con tomates y que en «el 90%» de los viajes tienen como destino Francia, lo que los convierte «casi en unos privilegiados» porque en ocasiones pueden completar la ruta de ida y vuelta en la misma semana. Ahora tiene «todo ocupado», con cinco chóferes fijos trabajando, pero uno de sus camiones ha llegado a estar «cuatro meses parado esperando a alguien». «Y hay mucha gente que tiene el carné en esta zona, pero que no quiere el trabajo». 

En esta cooperativa miajadeña, que cuenta con ochenta camiones, la edad media de los profesionales es de 50 para arriba. «En diez o doce años aquí no quedamos ni la mitad. Y no se ve futuro porque no hay gente que quiera tirar de esto», lamenta Prado, que se muestra escéptico sobre una mejora de la situación. «Aquí la solución la tendrían que haber puesto antes, porque ya estamos metidos en un pozo». Además de las bajas retribuciones, menciona la barrera que supone el elevado coste de la formación para acceder a esta profesión a los más jóvenes. «Lo que no puede ser es que el carné de conducir y el CAP (Certificado de Aptitud Profesional) valgan 3.500 o 3.600 euros para cualquier chaval y no se le subvencione, ¿de dónde va a sacar el dinero?».