Los nombres de Julia Norris o Matilde Ucelay deberían resultarnos conocidos por históricos y, sin embargo, se pierden en la marea de sus colegas masculinos. La estadounidense Norris fue la primera mujer en ser admitida en la Escuela de Bellas Artes de París. Y en 1902 se convirtió en la primera arquitecta titulada a nivel mundial. Ucelay fue la primera mujer arquitecta en España; con la mala fortuna de obtener la licenciatura tres días antes del golpe de Estado del general Franco. 

Silenciada en la historia de la arquitectura, como le sucedió a muchas otras profesionales del gremio. Muchos de sus trabajos lo firmaron hombres o desaparecieron y fueron despreciadas en las obras.

Matilde Ucelay, primera mujer en licenciarse en Arquitectura en España. El Periódico

Julia Morgan: en 1902, se convirtió en la primera arquitecta titulada del mundo. El Periódico

«Hay que revisar la aportación de las mujeres en la arquitectura», reclama la arquitecta extremeña Mercedes López Domínguez en su estudio de la calle San Pedro de Cáceres, uno de los escasos espacios de ‘coworking’ que hay en la ciudad.

«Supieron anticipar la transformación en el modelo urbano con la masiva invasión de los coches»

Ese ninguneo sangrante hacia sus colegas de profesión la llevó a trabajar, en el seno del Colegio Oficial de Arquitectos de Extremadura (COADE), para visibilizar el trabajo de las mujeres arquitectas en la región, formando parte de la muestra de proyectos Arquitectas y extremeñas.

Una muestra que ha servido para acercar la obra de algunas de las mujeres más relevantes en el mundo de la arquitectura del siglo XX, poniendo de relieve sus aportaciones a la construcción, el interiorismo, el urbanismo, el paisajismo o la docencia. 

Mujeres que, en su trayectoria profesional, trabajaron necesariamente en colaboración con grandes arquitectos, cuya popularidad eclipsó entonces el talento de sus compañeras. A pesar de que revolucionaron el concepto de vivienda y el diseño del mobiliario con elementos que, más de un siglo después, siguen presentes.

Mercedes López Domínguez revisa la historia de las mujeres arquitectas, ensombrecida por la figura masculina, que aportaron luz al diseño urbano actual. El Periódico

«Tenían una perspectiva de ciudad totalmente diferente a la de los hombres. Fueron las arquitectas las que empezaron a apreciar la transformación peligrosa que se estaba produciendo en el modelo urbano con la masiva invasión de los coches». Muchas décadas después, con una cartera, la de Urbanismo, que sigue recayendo mayoritariamente en hombres, el curso de las ciudades ha comenzado a cambiar con las peatonalizaciones. «Ellas activaron la conciencia social sobre la necesidad de vivir en ciudades amables». Precisamente, en una de las vías centrales de Cáceres, que ahora se encuentra en obras para su peatonalización, se abre a pie de calle el Salón Muriel, de cuyo trabajo de remodelación se encargó Mercedes López, tras ganar un concurso público. El Ayuntamiento de Cáceres ha trasladado al Salón Muriel el área de registro y atención al ciudadano, con entrada por la calle Gran Vía; un espacio que estaba en desuso, que se ha transformado en una puerta de acceso ciudadana a pie de calle.

La arquitecta cacereña también resalta la aportación femenina al ámbito del paisajismo. Y destaca aquí «una de las mayores injusticias» que se han cometido en el reconocimiento de la aportación de mujeres arquitectas, cuando el jurado del Premio Pritzker rechazó en 2013 la petición de otorgar a Denise Scott Brown el reconocimiento que recibió su marido y socio (con el que firmó el 50% de sus trabajos), Robert Venturi en 1991. «No me deben un Premio Pritzker, sino un acto de inclusión Pritzker», llegó a afirmar Scott Brown.

Una de las aportaciones que López subraya de Scott Brown, cuyos proyectos e ideas han influido en diseñadores y pensadores en todo el mundo, es la de «calmar los campus universitarios, introduciendo el concepto de paisaje en esos enormes recintos que se construían en las periferias de las ciudades norteamericanas; promoviendo el uso de la bicicleta y espacios verdes». 

«A ciudades como Cáceres le falta arriesgar en su urbanismo para conectar espacios»

Desde el COADE destacan la necesidad de «desarrollar una visión poliédrica, optimista y práctica del ejercicio del colectivo profesional de nuestras arquitectas, pues la arquitectura también se escribe en femenino». Un colectivo que en 2020 celebró el hecho de que se habría alcanzado la paridad real en las colegiaciones de arquitectos y arquitectas. Un hecho histórico que le sirvió para alumbrar un balance de género sobre sus colegiados y colegiadas, en el que participó Mercedes López. Un dato que, de momento, se queda en mera estadística, porque «pese a que el porcentaje de mujeres y hombres en las escuelas de arquitectura se ha equilibrado, lo cierto es que en el ámbito profesional no se percibe esa igualdad; abrirse camino en esta profesión sigue siendo más difícil para nosotras». 

Un añadido más al hecho de que «mi generación vive una incertidumbre profesional y laboral constante». Sobre todo en un país que aún no se ha recuperado de la profunda huella que dejó la crisis del ladrillo. No obstante, apostó por su ciudad, Cáceres, para vivir de su profesión. Una ciudad a la que «le falta arriesgar en su urbanismo, y su urbanismo táctico, para conectar espacios», concluye. 

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