Despertar tirada en el portal de tu casa. Sin ropa interior. Al lado de ti, un preservativo usado. No recordar nada. Es una historia que ha ocurrido no hace mucho tiempo en Extremadura. Da testimonio María Ibáñez, médica forense y profesora en la Facultad de Medicina de la Universidad de Extremadura, a quien esta chica acudió para contarle lo que le había ocurrido. «Este verano también pasó en una localidad de la provincia de Badajoz. Una chica fue al centro de salud de su pueblo y la mandaron a un hospital donde no había un ginecólogo. Hasta tres días después no fue tratada correctamente y porque llamó su madre. Es muy importante que los profesionales sepan que a estas chicas se les debe mandar a un centro de referencia, es decir, donde haya un ginecólogo de guardia, o un pediatra si habláramos de niños», expone. Por eso, como vicepresidenta del Colegio de Médicos de Badajoz, Ibáñez está promoviendo formaciones para que los profesionales sanitarios sepan cómo actuar si se les presenta un caso así: «Las chicas suelen estar confundidas, presentan amnesia, al margen de otros posibles efectos de la droga: mareos, desubicación... Por eso cuando acuden al centro hospitalario es fundamental identificar lo que ha podido ocurrir y actuar con la máxima premura», explica. Subraya que además es fundamental porque muchas de estas sustancias, que actúan inmediatamente en sus víctimas, también desaparecen rápidamente del organismo: «Los profesionales deben llamar al juzgado de guardia para que el médico forense recoja las muestras, tanto toxicológicas como posibles rastros de ADN del potencial agresor. Si no es un centro de referencia también tienen que llamar a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado para que escolten a la chica hasta uno de ellos. Muchas de estas sustancias tienen una vida cortísima en el plasma», explica. 

La necesidad de una actuación rápida también es un llamamiento a las víctimas: «El primer lugar a donde tienen que ir es a un centro médico, no a una comisaría, porque se pierde un tiempo precioso para recoger muestras. A pesar de lo duro que es, con la misma ropa con la que han despertado, sin haberse lavado y, si encuentran una botella o cualquier otro objeto junto a ellas, llevárselo para que se analice», detalla.

Esta médica también aboga por la sensibilización de los profesionales para no revictimizar a las chicas: «Están avergonzadas, se culpan a sí mismas, tienen que demostrar que no querían mantener relaciones, por eso es importante acompañarlas y apoyarlas», afirma. 

En alza

Esta doctora muestra su preocupación, como profesional y como madre, porque todo indica que «los casos de sumisión sexual irán en aumento». «Desde que el hombre es hombre se han utilizado drogas pero en este momento estos casos son un reflejo de la sociedad y de un modelo de diversión hegemónico para los jóvenes basado en el consumo de alcohol y de drogas y en mantener relaciones sexuales con diferentes parejas», lamenta. «Las víctimas acarrean consecuencias psicoorgánicas, estrés postraumático en todas las esferas de la salud, e incluso es un factor de riesgo para suicidios posteriores», apunta.

Ibáñez avisa además de que el alcohol es la sustancia utilizada en el «40-70% de los casos» y que el nicho de víctimas principal son chicas jóvenes menores de 20 años. «Esto a veces se piensa que es como de ciencia ficción y no lo es». Por eso apuesta por programas específicos de prevención.  

Cáceres, pionera

Y en prevención y protección trabaja la Asociación Extremeña de Derechos Humanos (Adhex), que ha establecido un Protocolo de actuación y prevención frente a la violencia sexual en entornos de ocio y espacios públicos para Cáceres a petición del Ayuntamiento. «La ciudad ha sido pionera en este sentido. Cuando lo presentamos, en septiembre del año pasado, solo unas pocas contaban con uno. Lo que pasa es que con las restricciones por la pandemia aún no ha podido arrancar y establecerse bien», dice Pura Márquez, asesora jurídica de la organización. Tal y como explica, este documento parte de coordinar a los agentes sociales para que sepan actuar tanto en espacios de ocio públicos (conciertos, festivales...) como privados (bares y discotecas) antes y después de una situación de este tipo. «Esperamos impartir formación pronto para formar a trabajadores que sean luego personas responsables en estos sitios para saber actuar si se encontraran con una situación de este tipo. También se identificarán ‘puntos negros’, por ejemplo en los locales los baños o los lugares más oscuros», describe. 

«Ya de por sí las víctimas de delitos sexuales sienten vergüenza de denunciarlos, en los que se da sumisión química aún más porque se culpan a sí mismas por haber bebido o salido. Por eso contemplamos la revictimización para que no se produzca por parte de las personas que las atiendan», cuenta. El protocolo también está dirigido a los taxistas cacereños, para que también sepan reconocer estos casos y ayudar a la víctima.

Según Márquez, «estos delitos solo se denuncian en un 9-10%» a la vez que subraya la importancia de visibilizarlos ya que «este tipo de situaciones se dan y algunas de las sustancias son tan nuevas que no dejan rastro porque desaparecen rápido». Esta abogada define el protocolo como una herramienta «que sirve a toda la ciudadanía y servicios municipales para que en Cáceres todas y todos nos sintamos seguros».

Una «caza»

Márquez apunta a la relación existente entre la pornografía, a la que cada vez acceden más chicos y más jóvenes, y la sumisión química. «Es perturbador que la mayoría de vídeos que se descargan de estas páginas porno sean de relaciones con mujeres drogadas, dormidas, violadas... Se fetichiza acceder a mujeres que no se pueden defender», señala.

Comparte esta visión Elena Rodríguez, feminista y activista del Movimiento Abolicionista de Extremadura (MAE), quien define estos delitos como «una caza». «Es un juego de la masculinidad para someter a las mujeres contra su voluntad, una caza con todos sus pasos. Primero se busca el arma, que es la droga. Después, el lugar y el momento, que suele ser algún bar en la noche. En tercer lugar identifican a su víctima. Cuando ven el momento propicio, atacan. Y por último consiguen su trofeo, su premio, que en muchos casos graban para jactarse con sus amigos», enumera. 

Rodríguez explica que, en contra de lo que se pudiera pensar, las violaciones son «algo habitual y constante en nuestra sociedad: ya sea de manera regulada, como en la prostitución y la pornografía, que nos están diciendo que es un entretenimiento para los hombres, como no reguladas, como lo es la sumisión química», asegura. 

Desde el activismo feminista, Rodríguez afirma que se mantiene «la exigencia política para que las leyes mejoren y se cumplan y que desde las instituciones no se cuestione a las mujeres. También pedimos que el Estado implante la coeducación, que se enseñe a los chicos a respetar a sus compañeras». Esta profesora recuerda que en los currículos educativos no se estudia la historia del feminismo ni se enseña que «el ser humano, el ‘homo sapiens’, está en la Tierra desde hace entre 150 y 200.000 años y el patriarcado solo está vigente desde hace unos 4.000. Esto no es algo casual o inocente, deliberadamente se oculta para que pensemos que el orden de las cosas es este, igual que a los esclavos no se les enseñaba a leer y escribir para que pensaran que esa debía ser su vida», describe. 

Denuncia que las mujeres en España, a pesar de vivir en un Estado igualitario, «mantenemos un estado constante de miedo, de terror. Por eso desde el feminismo hablamos del ‘terrorismo machista’, en el que la sumisión química es solo otra cara más», dice. «¿Qué es lo que se nos está diciendo y que todas hemos escuchado desde que somos niñas? Que no debemos ir solas, que la noche no es un espacio seguro para nosotras», añade. «En resumen, que no sintamos que el espacio público es nuestro, para que así volvamos al doméstico», concluye.

Agresiones sexuales en cifras

La Junta de Extremadura, a petición de este periódico, explica que «no se cuentan con datos estadísticos precisos sobre la sumisión química en las agresiones sexuales registradas en la región. Sí que se tiene constancia desde la Junta de casos de mujeres en las que se observa el uso de alguna droga que ha permitido esa agresión, sin poder evaluar si fue tomada sin consentimiento o de ‘motu proprio’ (sin que eso rebaje la gravedad), según las consultas realizadas en recursos propios, aunque no existe un registro concreto».

Pero para tener una idea de lo que estas agresiones suponen en cifras, se puede tomar el informe publicado este pasado 25 de noviembre por el Hospital Clinic de Barcelona sobre las cifras de las agresiones sexuales que habían atendido en Urgencias este 2021 hasta la fecha. 

En el mismo se señala un incremento en el número de personas atendidas con respecto al año anterior del 41,5% (368 en ese centro hospitalario).

De estas, el 90% eran mujeres, el 49,2% menores de 25 años.

En el 30% de las agresiones se detectaron indicadores sospechosos de sumisión química y en estas agresiones el 55% de las víctimas eran menores de 25 años.

Manifestación feminista en Bruselas, este mes de noviembre @BX1_Actu

#Denunciatubar

Bélgica prendió la mecha

Fue en noviembre de este año y en el corazón de Europa. Cientos de mujeres se echaron a las calles de Bruselas, capital de Bélgica, para denunciar las agresiones sexuales que sufren en bares y discotecas de la ciudad y llamar al boicot total de los mismos ante la inoperancia de las autoridades. Bajo el lema #Balancetonbar (en español #Denunciatubar) visibilizaban el incremento de chicas drogadas y agredidas sexualmente en locales de ocio.

«Dejad de drogar a las mujeres», rezaban los carteles a la vez que pedían que se deje de culpabilizar a las víctimas.

La campaña se extendió más tarde a Francia y también llegó a España, donde más de un centenar de mujeres se concentraron en Madrid el pasado 20 de noviembre tras el llamado de la activista Sindy Takanashi, quien denunció su propia experiencia en una bar de la capital española en la zona de Ópera.

En Instagram

También en España otras activistas feministas han lanzado un perfil en la red social Instagram: denuncia_tu_bar.

«¿Has vivido acoso o agresión de cualquier tipo en algún bar nocturno en España? ¿Te han drogado, han abusado de ti? Denuncia de manera anónima», dice el colectivo. Desde mediados de noviembre y hasta el momento una veintena de denuncias se han hecho públicas de estos sucesos en locales de Madrid, Barcelona, Sevilla, León o Vigo. «Porque tienes derecho a testificar. Porque no era tu culpa. Porque no tendría que haber pasado. Porque eres valiente. Porque tu rabia es legítima. Porque nosotras te creemos», dicen. 

Delitos contra la libertad sexual en España

El código penal español establece tres tipos de delitos contra la libertad sexual, dependiendo del alcance del ataque:

AGRESIÓN: atentado contra la libertad sexual mediando violencia e intimidación.

ABUSO: aquel atentado en el que no hay violencia e intimidación pero en el que tampoco la víctima consiente.

VIOLACIÓN: el atentado más brutal contra la libertad sexual. Penetración del pene en erección o de un objeto o miembro corporal en una cavidad orgánica -boca, vagina o ano-.

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