La cara visible del Sindicato de Enfermería Satse da un paso al lado tras 30 años al frente de la defensa de los derechos de estos profesionales en Extremadura. Damián Cumbres (Badajoz, 1956) acaba de jubilarse, aunque dice que nunca se irá. «Hay dos cosas por las que siempre he luchado y seguiré haciéndolo: por mis hijos, y ahora también por mis nietas, y por la enfermería». Así, se echa a un lado con algunas «espinitas clavadas», pero con la satisfacción de haber peleado por el sector al que se ha dedicado toda la vida, dentro y fuera de un hospital, y al que se enganchó gracias a su tía, practicante y matrona. Estudió la carrera entre el 77 y el 79 en la Escuela de Enfermería del hospital provincial de Badajoz y tras años de ejercicio profesional en Córdoba (donde entró en contacto con el sindicato por primera vez) y en Extremadura, aparcó la labor asistencial para liderar el sindicato en 1991. «Pensé que sería solo algunos años, pero han pasado 30».

-¿Cómo ha cambiado la enfermería en la región en estos 30 años?

-Ha dado un vuelco muy importante. En mis primeros años éramos practicantes. Luego empezaron a llamarnos ayudantes técnicos sanitarios hasta que empezamos a ser enfermeros. Cuando yo empecé a trabajar en Mérida todavía pertenecíamos al Insalud hasta que llegaron las transferencias sanitarias en 2002 y se creó el SES. Eso fue un paso muy importante para todos. Hasta entonces dependía todo del ámbito nacional y llegaban gerentes y directores a los hospitales que desconocían por completo esta tierra. Desde entonces, la sanidad en general ha ido a mejor en calidad, en materiales, en profesionales...

-Había menos personal antes ¿no?

-Claro. No había tantos hospitales en la región y casi todos los profesionales tenían que irse al mundo rural. La mayoría éramos enfermeros rurales de 24 horas de servicio en un pueblo. Y solo te podías ir de vacaciones si tú mismo encontrabas a un sustituto, si no te pagaban el doble pero te quedabas sin vacaciones. Me sucedió en Obejo, un pueblo de Córdoba, durante dos años. Luego aparecieron los centros de salud y la Atención Primaria y lo cambió todo. 

-¿La enfermería se ha feminizado con el tiempo o siempre ha sido un trabajo con presencia mayoritariamente de mujeres?

-Cuando yo comencé estábamos casi a la par. En mi promoción éramos prácticamente los mismos hombres que mujeres. Luego, con los años, la mujer ha avanzado y actualmente ellas son el 75% de los profesionales de Enfermería. 

-¿Cuáles son los principales problemas que tiene ahora la profesión?

-Me voy de secretario autonómico del sindicato con varias espinitas clavadas por algunos temas que todavía no se han podido solucionar. A nivel nacional son principalmente que no hay una ley de seguridad del paciente, que va dirigida a que en todos los centros sanitarios haya un ratio de enfermero por ciudadanos. Hay intereses y esto se está parando, pero es un asunto fundamental. Otro tema por el que estamos luchando es la jubilación anticipada a los 60 años sin perder poder adquisitivo. Vemos que hay muchos compañeros que se están retirando con 63 años porque están cansados y quemados. Esto es una profesión de 365 días al año al pie del cañón, de mañana, tarde y noche, de poca planificación de libranzas y vacaciones y es muy duro. 

-¿Y en el ámbito regional?

-Aquí llevamos muchos años luchando por la situación de la Enfermería en los centros de mayores del Sepad. El covid nos ha dado la razón, ahí faltan profesionales pero además es vergonzosa su situación: cobran menos que los compañeros del SES haciendo los mismos turnos y jornadas y todo por no depender de Sanidad, sino de Hacienda. Es urgente que la sanidad extremeña se haga cargo de los compañeros del Sepad. Otra demanda de tiempo es la enfermería escolar. No solo ahora que se está vacunado de covid en los colegios, sino para atender muchas otras patologías que tiene la población escolar, que es muy grande y requiere una atención diaria. Hay autonomías que ya lo tienen implantado, pero aquí no se termina de solucionar. Y otra lucha por excelencia, la pelea diaria, es que en Extremadura hay plantillas de profesionales muy escasas, tanto en primaria como en especializada y en el Sepad. Venimos desde hace años reclamando aumentos de profesionales, pero no los 500 puestos que ha dicho José María Vergeles ahora que va a crear, aquí hacen faltan más de mil profesionales nuevos de Enfermería. 

-Se habla de fuga de médicos, ¿pero también la hay de enfermeros? 

-Claro. De los cuatro campus de la universidad extremeña salen cada año grandes profesionales que acaban yéndose a otra comunidad o a otro país porque les hacen mejores ofertas de trabajo. Esa es una de las partes negativas de las transferencias, que cada comunidad ofrece condiciones distintas. Y en Extremadura, con una de las economías más débiles, muchas veces no podemos pelear contra ciertas ofertas, aunque se puede mejorar mucho. Aquí nos encontramos con contratos de hasta un solo día, que empiezan el lunes, acaban el viernes y vuelven a empezar el lunes. Eso desmoraliza a cualquiera.

-¿Hay problemas actualmente para encontrar profesionales?

-Hay bolsas de parados demandando empleo, pero en las circunstancias actuales con el covid las bolsas están vacías porque en Andalucía, Madrid o en las Castillas están ofertando contratos de seis meses o un año y aquí, de días. Esta situación no es sostenible. Extremadura tiene que hacer mejores ofertas tanto en el Sepad como en el SES porque tenemos profesionales. Se preparan con dinero de la región y se están beneficiando fuera. Y además están muy bien valorados.

-¿Cree que socialmente estos profesionales tienen el reconocimiento que merecen?

-La gran mayoría de la población valora el trabajo de la Enfermería. Luego siempre hay algún energúmeno que viene con la violencia. Se habla mucho de la violencia a los médicos, pero a las enfermeras es bestial y principalmente es oral. Lo que ocurre es que en la mayoría de los casos no se denuncia y siguen al pie del cañón. Ha existido siempre.

-¿La solución es la policía sanitaria que quiere reactivar el SES?

-Yo no creo que deba haber policía para acabar con estas situaciones, sino un aumento de las plantillas profesionales porque cuando el ciudadano se sienta atendido y protegido dejará de montar muchos de los números que monta. Cuando alguien llega a un centro sanitario siempre cree que debe tener prioridad por encima de otros pacientes y eso se soluciona con más profesionales, no con policías.

-¿Cómo ha vivido la pandemia?

-Nos cogió a todos al descubierto y al principio faltaban muchos equipos en muchos sitios. Parecía tercermundista ver a los profesionales protegiéndose con bolsas. Nadie sabía de qué iba esto y por fortuna ahora hay equipos y protección. Lo que sucede es que con la última ola y el aumento de bajas, hay tensión, estrés y un agotamiento muy importante entre los profesionales. Y tengo que reconocer el trabajo que realiza el consejero de Sanidad y su equipo, pero entiendo que haya situaciones que pueden sobrepasar. Creo que está haciendo un buen trabajo y algún día se le reconocerá. 

-¿Se ha encontrado muchos muros, de políticos o compañeros, al frente del sindicato?

-Me quedo con lo bueno. De políticos destaco a dos, a Alberto Núñez Feijoo al que conocí cuando era presidente del Insalud y a Fernández Vara como consejero de Sanidad, ambos fueron dialogantes y trabajadores. En cuanto a los compañeros siempre me he sentido respaldado. El sindicato apareció en el 79, fue de los primeros profesionales, y la enfermería empezó a entender que necesitábamos una voz propia. Fuimos creciendo y ganando protagonismo en toda España. En Extremadura el número de afiliados a Satse hoy en día ronda el 45% de los profesionales, es una buena cifra. Hago un balance totalmente positivo de mi etapa. Me he sentido muy respaldado.