«Al estilo casero». «Fabricado de manera tradicional». «Hecho por artesanos»... Son reclamos que cada vez se ven más en los supermercados. ¿Pero son reales? Ojo, no en todos los casos. La Unión de Consumidores de Extremadura (UCE) advierte de que no es oro todo lo que reluce. «La mayoría de nosotros estamos dispuestos a pagar más por determinados alimentos solo por que en su envoltorio venga alguno de esos apellidos (casero, tradicional, artesano...), pero cada vez son más los que utilizan estos términos, dando una falsa sensación de natural cuando en realidad no lo son». Y lo han confirmado los propios técnicos de la UCE visitando varios establecimientos de venta de alimentación de la comunidad. «Los resultados han sido un tanto desalentadores», admiten.

En su informe explican, en primer lugar, qué deberíamos encontrarnos detrás de un alimento que se vende con esos apellidos. «Se entiende que un producto casero, artesano o tradicional no debe tener en sus ingredientes ningún tipo de sustancia que aumente el sabor o que ayude a la conservación del alimento. En este tipo de alimentos su composición y sus ingredientes se asemejan al alimento cocinado en casa». Y si el término empleado en el envoltorio es «natural», se supone que no debe llevar añadido ningún componente: ni sal, ni azúcar, grasas u otros ingredientes. Y además, suelen ser alimentos perecederos a corto plazo. 

Sin embargo, la teoría dista mucho de la realidad con la que se han encontrado los expertos de la Unión de Consumidores de Extremadura. «Desde canelones caseros de carne, pasando por pastas artesanas surtidas, tortilla de patatas casera, empanada artesana, croquetas de carne de cerdo al estilo casero, magdalenas caseras, pizza congelada tradicional, bollos de pan artesanos y hasta chorizo casero. Eso sí, todos con este apellido en su etiquetado frontal, pero al darle la vuelta al producto siempre aparece algún conservante, saborizante o aditivo», revela. 

Veáse un ejemplo. En el etiquetado de unos canelones «caseros» de carne, los técnicos de la UCE se han encontrado entre sus ingredientes: bechamel (leche, aceite refinado de girasol, harina de trigo, cebolla, margarina, nuez moscada, sal y almidon modificado de patata), asado de carne (carne de pollo (9%), carne de cerdo (9%), carne de ternera (3%), cebolla, zanahoria, caldo (sal, carne de pollo, grasa de ave, extracto de levadura, maltodextrina de patata, proteina hidrolizada de maiz y de girasol, cebolla, ajo, aroma), aguardiente de vino, aceite refinado de girasol, aceite de orujo de oliva, ajo, especias y sal), pasta alimenticia fresca (harina de trigo y agua), queso emmental rallado, conservantes: sorbato potasico y acido sórbico; estabilizador: difosfato disódico. «¿A que después de leerlos ya no parecen tan caseros? Como podemos observar, entre sus ingredientes están conservantes como el sorbato potásico, que se utiliza en la mayoría de los alimentos ya que inhibe el crecimiento de moho, y el ácido sórbico, tiene función antimicrobiana y antifúngica, aumentando la vida útil. También destacan estabilizadores como el difosfato disódico, utilizado en la industria como agente de leudado (utilizado para liberar gas y aumentar el volumen de la masa), humectante, regulador de la acidez y emulsionante. ¿Pero no habíamos quedado en que eran caseros?».

Y este es solo uno de los ejemplos analizados. Hay muchos más. La UCE ha comprobado, en definitiva, que tanto los términos caseros y artesanos, como natural, «se utilizan de manera incorrecta en muchos productos», haciendo caer a los consumidores en las redes de técnicas de marketing que flaco favor hacen a aquellos fabricantes que realmente cumplen en la parte trasera del producto con lo que prometen delante.

Por eso la UCE anima a leer siempre la letra pequeña, etiquetado de ingredientes y el etiquetado nutricional. «Ahí es donde están la verdad», aunque a veces no sea fácil su lectura. El colectivo reclama, además, una legislación que abarque de manera explícita esta situación «de tal manera que el uso de este tipo de terminología en algunos alimentos, no continúe siendo otra forma de engañar al consumidor».