Regina no es solo un teatro romano más de Extremadura. Los alrededores esconden toda una ciudad romana que permanece oculta, dormida, bajo los pastizales y el ganado que la habitan desde hace cientos de años y que ahora un nuevo proyecto arqueológico sobre la zona quiere sacar a la luz. «Todavía queda mucha Regina por descubrir. Sabemos que el yacimiento tiene bastante potencial, queda mucho trabajo por conocer», señala Jesús Ignacio Jiménez Chaparro, arqueólogo de la Universidad de Cantabria y uno de los investigadores que están tras la pista de lo que un día fue esta ciudad romana del sur de Badajoz. 

Jiménez y otros colegas de Cantabria participan en el proyecto encabezado por la Universidad de Viena, que también está impulsado por investigadores de la universidad alemana de Marburg, con la colaboración del Museo Nacional de Arte Romano (MNAR) de Mérida. 

El equipo de trabajo ya se trasladó el pasado septiembre al terreno para hacer prospecciones y tienen previsto volver esta primavera para seguir inspeccionando el terreno, acotar las parcelas de trabajo (si están cultivadas hay que esperar, «esa es una máxima») y solicitar los permisos, de cara a una próxima visita en septiembre. 

Los objetivos del proyecto

¿Pero qué se busca en concreto? «Lo que pretendemos es, por un lado, conocer el territorio, cómo Regina es el núcleo principal de un territorio, de un paisaje arqueológico e histórico y cómo se relaciona con él; y por otro lado, delimitar también la trama urbana de la ciudad romana», explica el investigador. De hecho, asegura que ya se conoce que hay elementos delimitadores de Regina, como un foso que parecía estar marcando el perímetro de la ciudad, pero hay más edificaciones pegadas justo a ese elemento delimitador. Y se pretende conocer todos los yacimientos que están alrededor de esta ciudad romana, muchos de los cuales ya están catalogados en inventarios arqueológicos. «Estamos hablando de villas, espacios de trabajo agrícola o artesanal como lagares...».

Todo ello lo harán por ahora sin excavaciones y utilizando técnicas no invasivas: con prospecciones geofísicas y de superficie, es decir, estudiando el subsuelo con una serie de aparatos que permiten tres técnicas concretas. «La más conocida es el ‘georradar’ que estudia las posibles estructuras arqueológicas que hay en el subsuelo basándonos en la refracción que tiene la onda que emite el radar. Luego también usamos prospecciones eléctricas a través de las propiedades de conductividad y resistividad que tienen los elementos que hay en el subsuelo y, por último, prospecciones magnéticas en las que medimos el magnetismo del terreno y en base a las propiedades de cada elemento del subsuelo intentamos ‘mapear’ y conseguir una imagen del interior para ver si hay anomalías geológicas que puedan ser interpretables o no como elementos arqueológicos», precisa Jiménez.

Luego también son importantes aquellos materiales que puedan ojearse en la superficie, ya que pueden ofrecer mucha información y ayudar a caracterizar posibles yacimientos. Y con todo, tampoco se descarta la excavación como método para contrastar los datos que ofrecen las prospecciones geofísicas. «Esa es una posibilidad que manejamos, hacer sondeos en algún caso concreto, pero todavía no hemos planificado toda la campaña de 2022», destaca.

De interés internacional

¿Por qué Regina despierta este interés internacional? «El interés viene de hace bastante tiempo por las propias características del yacimiento, que es muy importante porque cuenta con una larga tradición de arqueología y tiene unos elementos que lo hacen bastante monumental, como es el teatro. Su teatro romano es un hecho diferenciador que hace de Regina un yacimiento especial», apunta Jesús Ignacio Jiménez. 

Luego, además, hay una vinculación entre los estudiosos que viene de largo. Tanto la universidad cántabra como la alemana ya participaron entre 2009 y 2012 en un proyecto en Regina dirigido por el exdirector del MNAR, José María Álvarez, que ha sido responsable de las excavaciones y los principales estudios realizados hasta ahora en la zona, junto a Trinidad Nogales y Germán Rodríguez Martín. «Son investigadores extremeños que llevan mucho tiempo trabajando en Regina y lo han dado a conocer en innumerables congresos y reuniones científicas y eso, evidentemente, ha generado un interés que ha permitido que otros equipos nos hayamos sumado a sus investigaciones para intentar aportar algún granito de arena», destaca Jiménez. 

El teatro romano de Regina. EL PERIÓDICO

Con esta premisa, los trabajos que se han puesto en marcha ahora en Regina se engloban dentro de un proyecto más amplio liderado por la Universidad de Viena, en el que se pretende estudiar dos ciudades de la Península Ibérica, explica. Y es Regina junto a Miróbriga, ubicada en la ciudad de Santiago do Cacém (en el Alentejo portugués), los dos yacimientos romanos de la península incluidos en el proyecto de Viena, en el que participan los arqueólogos alemanes y españoles. «Ambos yacimientos entrarían dentro del nuevo concepto de small towns -ciudades pequeñas- que no son grandes capitales, pero son entornos urbanos que administran o gestionan un territorio». 

¿Qué queda por descifrar de la ciudad de Regina? «Su potencialidad como yacimiento arqueológico es de sobra conocida, pero no nos sorprendería encontrar nuevas edificaciones». 

El investigador cántabro explica que en los trabajos realizados sobre el yacimiento pacense en 2010 «descubrimos algún edificio nuevo y pudimos llevar los límites de la ciudad más hacia el este, un poco fuera de lo que se consideraba tradicionalmente». Y ya en los trabajos que se iniciaron el pasado septiembre, con este nuevo proyecto en marcha, también se ha descubierto alguna estructura, «que si bien está dentro de la zona en la que era previsible que apareciera, poder ir constatándolas fehacientemente y tener datos objetivos para conocer su existencia siempre es muy interesante. Cualquier visitante que se acerque hoy a Regina debe tener en cuenta que todavía queda mucho en el subsuelo, quedan muchos elementos arqueológicos que no están a la vista».

¿Qué supone poder descubrir más? «Ampliar el conocimiento sobre Regina creo que tiene dos vertientes importantes. Por un lado, de índole científica, ya que nos permite conocer mejor cómo era la ciudad, cómo se articulaba con el paisaje colindante, cómo serían los habitantes de esa zona de la Campiña Sur, del entorno de Casas de Reina, de Llerena, de Reina... Y luego hay una vertiente social: cuanto más descubramos y mejor conozcamos el yacimiento, más lo podremos difundir y explicar a los visitantes, tendrá un mayor potencial de atracción de público y eso puede ser un activo dinamizador para toda esa comarca».