A la inflación la llaman también el impuesto de los pobres, porque son los hogares de menor renta los que proporcionalmente sufren más sus efectos. Es en ellos en los que más mella está haciendo que el IPC se haya situado en los últimos meses en unos niveles desconocidos en España desde mediados de los ochenta. El encarecimiento se disparó primero en la energía y el transporte, contagiándose luego a los alimentos, todos componentes del gasto que tienen un mayor peso relativo en quienes poseen un poder adquisitivo más limitado. El último dato de variación anual del IPC en Extremadura, el de febrero, fue del 8,1%, medio punto porcentual más que la tasa nacional. Hasta octubre de 1986 hay que retroceder para ver una subida mayor. Y el dato apenas recoge los efectos de la invasión rusa de Ucrania, que ha acelerado todavía más esta escalada de precios en una tendencia que previsiblemente irá a más en los próximos meses. Rusia y Ucrania juegan un papel clave en el suministro de materias primas a nivel mundial y eso se dejará notar en muchos de los elementos fundamentales que integran el gasto de los hogares, desde la energía al pan, pasando por la carne o la leche.

Récord del precio del butano en la región que más lo consume

El precio máximo de la bombona de butano de 12,5 kilogramos (la regulada por el Gobierno) se incrementó esta semana casi un 5%, hasta situarse en 18,63 euros, fijando un nuevo récord histórico, tras nueve subidas consecutivas, que han llevado a que su coste aumente un 54,1% desde septiembre de 2020 y que la pone camino de los 20 euros. Un encarecimiento que afecta especialmente a los pequeños negocios, como los de hostelería, y a los hogares con menor poder adquisitivo. El uso de este combustible está muy vinculado a las rentas bajas y la dispersión territorial, ya que es una alternativa al suministro de gas natural en pequeñas poblaciones o núcleos urbanos que no tienen acceso a la red de gas natural. Factores ambos que explicarían que Extremadura sea la comunidad con un mayor consumo per cápita de gases licuados del petróleo envasados, el butano y propano que se obtienen en el primer paso del proceso de refino. De acuerdo a los últimos datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), referidos a enero pasado, el extremeño se situó cerca de un 30% por encima del segundo promedio autonómico. Con una población que es menos de la mitad que la del País Vasco, la cantidad consumida en términos absolutos en Extremadura multiplica por más de tres la vasca, por ejemplo. Repsol Butano, la principal operadora del sector en España, comercializa alrededor de tres millones de bombonas naranjas cada año en la región, casi tres por extremeño. 

El litro de gasolina, por encima de dos euros

Los precios de los combustibles de automoción continúan subiendo semana tras semana y superando límites históricos. Tanto gasolina como diésel ya se han vendido en estaciones de servicio de la región por encima de los dos euros el litro. Hace un año estaban a 1,29 y 1,17, respectivamente. Llenar un depósito medio (50 litros) se ha encarecido en torno a los 30 euros. La invasión de Ucrania ha acabado por disparar una tendencia que ya venía siendo alcista para los carburantes, y ha sido el detonante final de la protesta de transportistas, que ha cumplido ya cinco jornadas. A la espera de ver si se cumple el compromiso del Gobierno de bajada del coste de los combustibles, el actual contexto de inestabilidad energética internacional no hace presagiar un escenario de contención.

El gasto en luz y gas, camino de duplicarse

Cada hogar extremeño desembolsaba de media unos 90 euros al mes en luz y gas en 2020. Esa es la cifra que recogía la Encuesta de Presupuestos Familiares de ese año, pero el desmesurado incremento que han experimentado ambos suministros ha disparado este capítulo básico del gasto de las economías familiares y ha llevado al límite a muchas de ellas. En el dato del IPC de febrero sumaba ya en Extremadura un auge anual del 64%. En las últimas semanas, con la guerra en Ucrania, se han vuelto a romper todas las previsiones, alcanzando de nuevo el precio de la electricidad máximos históricos. De acuerdo a los cálculos de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el sobrecoste en el recibo de gas y luz se mueve entre los 79 y los 222 euros mensuales respecto a la media del año pasado, que se sumaría a las ya elevadas facturas de 2021. Esto supone un incremento del 41% en el escenario más positivo y del 109% en el más negativo. Mientras, en la UE se buscan fórmulas a contrarreloj para desvincular el gas del precio de la luz y contener esta subida.

Además de en el ámbito energético, el efecto de la guerra ya se deja notar en el importe que figura en el etiquetado de muchos productos de alimentación y será creciente cuanto más se prolongue el conflicto. Estos son algunos de los capítulos de la cesta de la compra donde el impacto puede ser mayor.

Pan, un 6,2% más caro antes ya de la invasión

Tanto Ucrania como Rusia se sitúan entre los cinco mayores productores del mundo de cereales, materia prima básica para artículos como el pan, la harina, o las pastas alimenticias, y que han alcanzado precios sin precedentes. Cada extremeño consume de media en el hogar unos 2,3 kilos de pan por mes (unas diez barras convencionales), algo por debajo de la media española. En las últimas semanas el conflicto armado ya se ha traducido en una mayor carestía de este alimento básico, si bien esta evolución arrancó hace meses, y en febrero acumulaba un alza del 6,2% anual en Extremadura.

La inflación se contagia a carne, leche o huevos

Trigo o maíz también son componentes fundamentales de la alimentación animal. El informe acerca de la evolución del precio de los piensos en España correspondiente a febrero pasado recoge las subidas generalizadas en las cotizaciones de las materias primas para alimentación animal, que llegan a estar hasta un 40% más caras. Una evolución que se acaba trasladando a productos como la carne, la leche o los huevos. A excepción de la carne de cerdo, con una caída del 0,9% respecto a 2021, todos los demás apartados acusan en lo que va de 2022 importantes aumentos anuales en Extremadura. Los huevos, de un 13,5%, la carne de ovino, de un 11%, la de vacuno, de un 7%, la leche, de un 7,8%, o la de ave, de un 4,1%.

La locura de los aceites vegetales

El aceite de oliva fue el primer producto de alimentación en comenzar a subir notablemente hace varios meses en los lineales por cuestiones relacionadas con la cosecha de aceituna. Ese es el principal motivo de que el apartado de aceites y grasas se elevase un 30% hasta febrero en la región, cifra que todavía no refleja en buena medida el mayor coste del aceite de girasol (Ucrania es origen de hasta un 70% del que llega a España), que se ha duplicado para el consumidor final en solo unas semanas ante la reducción de la oferta. Tampoco refleja el efecto arrastre que está teniendo sobre otros aceites vegetales, como el de oliva, que ha subido como la espuma. Sobre todo los lampantes y refinados, y en menor medida, los de mayor calidad, los virgen extra.

Además, el aceite de girasol es un producto clave para la industria agroalimentaria, ya que se utiliza para elaborar multitud de productos, que van desde la bollería hasta los ‘snacks’ pasando por las conservas. Todos ellos podrán ver aumentado su precio en las próximas semanas. Igualmente, es un artículo fundamental para la hostelería.

La cerveza, tanto por el cereal como por el aluminio

Tampoco se librará el bolsillo de los consumidores de cerveza. Por un lado, por la cebada con la que se elabora, ya que alrededor de una quinta parte de la producción mundial procede de Ucrania y Rusia. Una evolución similar puede producirse con algunas bebidas espirituosas. Además, Rusia se encuentra entre los principales países exportadores de aluminio, lo que también se dejará notar en el coste de las latas que se fabrican para contener bebidas.