Han pasado 6 años desde la firma del Pacto social y político por el ferrocarril y desde las manifestaciones por un tren digno en la región, han pasado 6 años, por tanto, desde que la indignación ciudadana se convirtiera en un clamor persistente en defensa de un tren digno para la región como exigencia frente a una infraestructura ferroviaria y unos servicios deficientes y abandonados a su suerte.

Tardarán en olvidarse las imágenes de los trenes echando humo, en mitad del recorrido, con los pasajeros arrastrando sus maletas sin que nadie siquiera pidiera disculpas, un día tras otro, mientras sonaban de fondo las promesas de la llegada de la alta velocidad. Es una historia lamentablemente conocida.

Fue la unanimidad y el pacto la que convirtió la potencia del hartazgo en una hoja de ruta de exigencias concretas ante el conjunto de instituciones y operadores ferroviarios. Desde entonces, y en estos 6 años, podríamos afirmar que el sistema ferroviario extremeño ha salido del siglo XIX sin necesidad de apelar al sentido figurado, puesto que sobre las traviesas de madera de entonces se estaban desplazando aún parte de nuestros trenes, para ir alcanzando algunas de las estaciones marcadas en ese recorrido reivindicativo.

Fue la unanimidad y el pacto la que convirtió la potencia del hartazgo en una hoja de ruta de exigencias concretas ante instituciones y operadores ferroviarios

Así, se han ido eliminando las viejas traviesas, sí, pero también en este tiempo se han sustituido los trenes por otros más fiables, instalado las catenarias y las subestaciones que permitirán la electrificación, adecuado las estaciones, iniciado las obras entre Plasencia y Talayuela, ejecutado la señalización y las instalaciones de seguridad, sustituido los bloqueos telefónicos por automáticos, reforzado el mantenimiento de los vehículos con la instalación de un taller en Badajoz y un largo etcétera. En definitiva, se ha pasado del abandono a la respuesta y del ninguneo a las explicaciones y las soluciones.

Esto ha supuesto una inversión de 1.400 millones de euros en el ferrocarril en Extremadura desde 2018, y ha tenido como consecuencia la disminución notable de las incidencias y el aumento de la puntualidad. Los 150 kilómetros de plataforma de alta velocidad que recientemente se han puesto en servicio serán un cambio general, con importantes mejoras en los tiempos de viaje y en la calidad, un primer tramo de la línea que necesitábamos poder aprovechar desde ya. Pudiera parecer, tras la acumulación de fallos durante los primeros días de la apertura de la nueva línea que nos evocó los peores tiempos, que nada ha cambiado, que nuestros trenes siguen siendo viejos, lentos y poco fiables, pero la realidad es que la puntualidad es pareja a la de cualquier otro territorio, y el material el mejor disponible.

Ni mucho menos esta reflexión pretende adoptar un tono conformista, al contrario, se trata de ser exigentes, quedan aún importantes retos pendientes, la alta velocidad tiene que llegar a los 437 kilómetros de la línea Extremadura a Madrid y los 1.700 millones invertidos convertirse en los 3.700 que la hagan llegar a su destino. Además de completarse la electrificación y continuar con la misma en la línea de Badajoz a Ciudad Real, finalizar las mejoras en los trazados de a Huelva y Sevilla, o seguir con la renovación de flotas y servicios logísticos.

Sería deseable que el camino emprendido no tenga nuevos desvíos hasta llegar, más pronto que tarde, a la estación dignidad.

*Leire Iglesias es consejera de Movilidad, Transporte y Vivienda de la Junta de Extremadura