Sanitarios en las aulas extremeñas

23 colegios tienen enfermera: «Podemos hacer muchas tareas»

Madrid supera el millar, mientras en la región esta figura se limita a atender a alumnos en una situación grave

Familias y sanitarios apoyan su extensión para ayudar ante el acoso, la salud mental y labores de prevención

«La provincia de Cáceres necesita más centros de educación especial», reivindican

La enfermera posa para este diario junto a un alumno del centro educativo de Talayuela.

La enfermera posa para este diario junto a un alumno del centro educativo de Talayuela. / Carlos Gil

la jornada laboral de Andrea Gómez de hoy es más tranquila de lo habitual. La alumna a la que atiende desde primera hora de la mañana hasta que suena el timbre de salida lleva unos días sin venir al colegio público Gonzalo Encabo de Talayuela, donde esta enfermera trabaja desde que comenzó el curso escolar en septiembre. Ella misma reconoce que la oferta laboral le pilló por sorpresa. Fue «raro» porque la figura de la enfermera escolar sigue sin estar muy extendida en Extremadura. «Cuando me preguntan dónde trabajo mucha gente se queda sorprendida, pero creo que somos necesarios y podemos realizar muchas tareas dentro de un centro educativo. Eso sí, la figura no está muy desarrollada y regulada y tampoco tenemos suficientes competencias. En otros países hacen muchas más funciones», cuenta esta enfermera de 23 años.

Hacía poco tiempo que había terminado la carrera cuando la llamaron, pero ya tenía experiencia en un centro de salud y en una residencia de mayores. Estaba en la bolsa de trabajo del Servicio Extremeño de Salud (SES) a la espera de un nuevo contrato y le llegó esta oferta que no dudó en aceptar. 

Andrea Gómez, la enfermera escolar del colegio de Talayuela.

Andrea Gómez, la enfermera escolar del colegio de Talayuela. / Carlos Gil

La propuesta vino tras la petición del centro educativo (y de su servicio de orientación) en el que está escolarizada una menor que necesita la atención continua de esta profesional sanitaria por sus características especiales. «Esta figura solo te la conceden si tienes algún alumno con un problema de salud serio que compromete su vida, como casos de parálisis cerebral, problemas cardiacos serios o fallos multifuncionales, si no no es posible. Para nosotros es muy importante contar con Andrea, es un recurso imprescindible ante ciertas situaciones graves», explica Alfonso Corrales, director del colegio de Talayuela. Porque por encima de todo, de cualquier enfermedad o situación de discapacidad, prevalece el derecho a la educación y a la escolarización.

Corrales ya había solicitado años atrás esta figura para atender a un estudiante con parálisis cerebral que ya no está en el centro (finalmente fue atendido por el personal docente y un ATE cuidador), pero por un tema burocrático no fue hasta el curso pasado cuando contaron por primera vez con una enfermera escolar. «La diferencia es tremenda, sin enfermera no se le puede administrar la medicación que necesitan ante situaciones de crisis, por ejemplo», añade.  

En casos de necesidad, lo único que se podía hacer antes era llamar al 112, avisar a la familia y esperar. «Ahora ese sigue siendo el protocolo pero con una sanitaria cerca el 112 habla directamente con ella y estamos más tranquilos», reconoce el director.

Andrea, de Navalmoral de la Mata, es una de las 23 enfermeras y enfermeros escolares que hay actualmente en Extremadura (18 en colegios de Infantil y Primaria y cinco en centros de Secundaria). Son algunos más que el curso anterior, cuando hubo 16, pero la cifra es muy inferior a la de otras comunidades como Madrid, que es la referencia nacional, donde existen más de mil enfermeros trabajando en los centros educativos. 

Andrea Gómez prepara material en la sala específica de enfermería creada en el colegio.

Andrea Gómez prepara material en la sala específica de enfermería creada en el colegio. / Carlos Gil

Estas diferencias se dan porque es un servicio que cada comunidad regula a su manera y aquí está directamente vinculado a la existencia de alumnos con problemas serios de salud o algún tipo de discapacidad que ponga en riesgo su vida, indica el director. 

El trabajo de Andrea, por tanto, consiste en atender durante toda la jornada escolar a la alumna por la que ha sido contratada gracias a un convenio que existe entre las consejerías de Sanidad y de Educación. «Mi función principal es estar con la niña que necesita de atención permanente, entro en clase siempre con ella porque es una persona dependiente para todas las actividades de la vida diaria y le ofrezco los cuidados de enfermería que necesita mientras está en el centro».

Es una tarea muy específica, aunque el director reconoce que cuando esta alumna se ausenta del centro, Andrea realiza algunas tareas con otros menores que también tienen alguna patología de salud como diabetes. «El hecho de tener alumnos con diabetes, por ejemplo, no posibilita tener una enfermera en el centro, en esos casos deben encargarse las familias de venir al colegio cuando el alumno con esta u otras patologías necesita su medicación. Pero es cierto que Andrea nos echa una mano cuando puede administrando alguna medicación y sobre todo en situaciones de urgencia, aunque su contratación es solo y exclusivamente para atender a una alumna en concreto», insiste Corrales.

Extremadura cuenta con un protocolo oficial desde el 2016

Los enfermeros entraron oficialmente en los centros educativos extremeños por primera vez en 2016, pero siempre con la filosofía de atender a alumnos que precisen ineludiblemente de cuidados sanitarios permanentes sin los cuales no sería posible su escolarización. Ese año solo hubo 5 enfermeros. Ahora la cifra se ha quintuplicado, pero para las familias y los profesionales siguen siendo insuficientes. 

«No creo que sea necesario tener una enfermera para atender la caída esporádica de un alumno, eso sería absurdo, pero sí podrían desarrollar otras tareas de prevención, concienciación y promoción de hábitos saludables. Quizás no deberían estar en cada centro educativo, pero sí sería bueno que al menos hubiera una enfermera escolar de referencia en cada zona o en los centros más grandes», opina el director del colegio de Talayuela. 

Andrea Gómez también considera que esta figura tiene mucho potencial. «Sería positivo que fuéramos más porque más allá de la labor asistencial con los alumnos que lo necesiten, también somos educadores para la salud y podemos promocionar hábitos saludables y abordar la prevención de enfermedades», cuenta. Insiste también en la necesidad de contar con una regulación específica «porque estamos un poco en tierra de nadie». A estos 23 enfermeros escolares extremeños les contrata y les paga Sanidad, pero organizativamente dependen de Educación. «Sería positivo que estuviéramos quizás adscritos al centro de salud de la zona, que nos proporcionase el material necesario (ahora lo costea cada centro) y que pudiéramos tener un supervisor para poder tratar cualquier problema».

Un debate extendido y que viene de atrás

El debate no es nuevo y no se circunscribe solo al ámbito regional. De hecho, el Consejo General de Enfermería (que engloba a todos los colegios profesionales del país) viene desde hace años promoviendo la inclusión de esta figura y analizando la situación en cada comunidad. De esta tarea se encarga especialmente a nivel nacional la extremeña Guadalupe Fontán, que apuesta por incluir esta figura dentro de cada centro por todo lo que puede aportar. «No se trata de prestar una atención urgente por la caída de un alumno, ante una emergencia o solo por que haya niños con determinadas patologías crónicas, aparte de todo eso es un figura muy importante para hacer educación para la salud, promoción de hábitos saludables y prevención de enfermedades. Cuanto antes se aborden estas cosas, mejor será la salud de las generaciones futuras», señala Fontan. 

A esto añade otras acciones concretas en asuntos que preocupan hoy a los centros: «podemos ayudar a detectar conductas de riesgo bien sean por la alimentación, por el consumo de sustancias, del tabaco, el abuso de las pantallas... y además podría convertirse en una figura de confianza y ayudar en casos de 'bullying', problemas de salud mental y conductas autolíticas», subraya.

Las familias también creen que la enfermería escolar sigue siendo una asignatura pendiente. «Sería muy positivo que se generalizara o al menos que se priorizara en los centros que tienen recursos sanitarios más alejados. Aportaría más tranquilidad tanto a los padres como a los docentes», valora Maribel Rengel, presidenta de Freampa.

Alfonso Corrales, director del CEIP Gonzalo Encabo de Talayuela.

Alfonso Corrales, director del CEIP Gonzalo Encabo de Talayuela. / Carlos Gil

«La provincia de Cáceres necesita más centros de educación especial»

La presencia de enfermeros en los centros educativos es un recurso fundamental para atender a alumnos que «requieren ineludiblemente de una atención y cuidados sanitarios permanentes sin los cuales no sería posible su escolarización en condiciones razonables de normalidad». Así lo establece el protocolo de colaboración entre Sanidad y Educación, que aunque no habla de situaciones concretas, en muchos casos la enfermedad viene acompañada de una discapacidad o situación de dependencia que puede ser severa y dificultar la consecución de los objetivos curriculares. Aún así, siempre prevalece el derecho del menor a estar escolarizado. 

Partiendo de esa premisa y lejos de la filosofía que promueve la Lomloe, el director del colegio Gonzalo Encabo de Talayuela cree que la inclusión en centros ordinarios del alumnado con discapacidades y problemas severos no resulta beneficiosa en todos los casos. Sin embargo, la falta de recursos específicos hace que muchos alumnos con diversidad funcional estén escolarizados en centros de educación ordinarios en lugar de en centros de educación especial que ofrecen una atención más especializada, dice Alfonso Corrales. Y eso ocurre más en Cáceres que en Badajoz. «El problema es que en la provincia de Cáceres no hay recursos suficientes y estos alumnos no pueden recibir la atención que deberían, mientras en Badajoz sí tienen muchos centros». 

Esto, apunta el director, sería lo ideal y lo que considera más conveniente para aquellos alumnos que pedagógicamente no pueden avanzar en un centro ordinario, pero «sí podrían hacerlo en centros que contaran con los recursos necesarios y con la atención personalizada que requieren, como servicios de fisioterapia, por ejemplo». 

Corrales plantea esta opción no para todos los casos en los que exista algún tipo de discapacidad, sino en las situaciones que son especialmente complejas. Y su opinión no es minoritaria. 

En la zona de Navalmoral de la Mata hay un movimiento de familias que vienen reclamando centros de educación especial en la zona desde hace años. Y es que actualmente solo existen dos recursos específicos en la provincia cacereña: el colegio Ponce de León en Plasencia y el Colegio Proa en Cáceres. Demasiado lejos para conciliar la vida escolar y familiar de los alumnos menores. 

En Navalmoral también hay un centro que dispone de lo que se conocen como aulas abiertas, en las que se ofrecen recursos extras para alumnos con necesidades educativas especiales, pero cuentan con pocas plazas, por eso la vía principal que les queda a las familias en muchas ocasiones son centros ordinarios aún sabiendo que no disponen de todo lo que necesitan. «Al menos debería haber un centro de educación especial en cada zona y aún así no llegaríamos a todos».

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