Volver a la universidad o llegar por primera vez puede ser todo un reto en un momento avanzado de la vida, pero la pacense María Dolores Gómez Sánchez lo percibió como una oportunidad. A sus 66 años, está terminando sus clases en la Universidad de Mayores de Extremadura (Umex) en la sede de su ciudad natal, Badajoz. María Dolores fue maestra de la cuarta promoción de profesoras de la EGB, especializada en castellano y francés, y compartió aula con otras mujeres ya que dice: «A mi generación le pilló la suerte y a la de mi madre, la guerra»; por ello pudieron instruirse en la docencia. Tras sacarse su oposición, María Dolores estuvo dando clases en el colegio público de La Albuera, José Virel, y además se matriculó en Magisterio por infantil mientras trabajaba y justo cuando acababa de tener a su primera hija. Docente de varias localidades extremeñas, entre las que se encuentran Mérida, La Garrovilla y Badajoz, no quiso dejar atrás jamás sus inquietudes y decidió apostar por completar su formación una vez se jubiló.

«Lo primero que hice fue matricularme en un curso de peluquería, siempre me había apasionado desde pequeña» dice. Estuvo durante dos años en un programa especializado para ella en la academia Visibel, donde aprendió acerca de cortes y tintes. «Nunca he querido dedicarme a eso, yo siempre he amado ser maestra, pero tenía interés en aprender acerca de peinados», señala. «Con mi curso no puedo ejercer como peluquera, pero sí que hago uso de los conocimientos que adquirí con mi familia y alguna que otra amiga».

Un catálogo original

Pero las ambiciones de la profesora no terminan aquí: a sus 62 años quiso apuntarse a la Universidad de Mayores. Las clases que se imparten en esta facultad presentan un catálogo original, no siguen la guía de estudio de un grado universitario sino que ofertan diversas materias de cultura general entre las que figuran algunas como: Neuropsicología, Historia Contemporánea o Extremadura y sus ríos y montañas importantes. Tampoco tienen exámenes ni ningún otro tipo de pruebas evaluables.

María Dolores explica que fueron sus compañeros del colegio los que la impulsaron a matricularse en la Umex porque «no era una Universidad usual» sino que le aportaba una amplia riqueza intelectual en múltiples campos. «Nosotros vamos sin obligación, por amor al aprendizaje» apunta la pacense, «en las clases hay espacio para todos: ves a mujeres que jamás han podido estudiar y se han dedicado durante toda su vida a la limpieza o a otras que, como yo, han asistido a la universidad y quieren continuar formándose, pero jamás hay alguien que se sienta discriminado».

Asimismo, explica que las enseñanzas se imparten dos días en semana y que estas «carreras» duran cinco años y todos los que quieras de posgrado, terminándolas con una acreditación que reconoce tu asistencia y esfuerzo pero que no sirve para insertarte en el mundo laboral. María Dolores se muestra entusiasmada con los profesores y su manera de dar las materias: «Es como si acudiese a conferencias de determinados áreas del saber». Define las clases como unos entornos interactivos en los que todos participan y que parecen un coloquio.

El covid

Con la llegada del coronavirus, las clases presenciales se suspendieron hasta el pasado octubre y aunque se subían a plataformas virtuales, todos han tenido que repetir este curso para impregnarse mejor de los conocimientos requeridos, «una profesora repitiendo, ¡imagínate!» decía entre risas. Su dedicación y esfuerzo le impidieron abandonar su curso después del covid, «es cierto que empecé por probar, asumiendo que estaría únicamente por un tiempo, y ahora no imagino mi vida sin ir a la universidad dos veces en semana».

De este modo, ha visto en la Umex una oportunidad para desarrollarse y moverse en su nueva etapa vital: «Hemos llegado incluso a hacer teatro en las clases de Lengua y Literatura, este año interpreté la escena del sofá de Don Juan Tenorio con un compañero».

Ella también ha visto favorecidas sus relaciones sociales y confiesa que comparte coche con unas amigas y que les sirve para comentar lo que han aprendido y pasarse apuntes de unas y otras materias: «Parecemos jóvenes universitarias otra vez, y eso es justo lo que necesitamos, movernos».

Destaca que la universidad de mayores cuenta con un programa de excursiones y convivencias que sirven para ver plasmados en el día a día los conocimientos que les dan y que estos proyectos han beneficiado su trato con los demás estudiantes. Además, pertenece a la junta directiva de la asociación de alumnos y antiguos alumnos desde donde organizan múltiples actividades y labores solidarias, «pagamos el doble por el clásico menú universitario y este excedente lo donamos a comedores sociales» pone como ejemplo. «También promovemos campañas de ayuda a los más vulnerables como recogidas para el banco de alimentos», apostilla.

 Habiendo superado ya su tercer curso, esta maestra anima a todas las personas de su edad a inscribirse en la universidad porque dice que «las cosas no te llegan en el sofá de casa» y que «después de toda una vida, siempre queda algo interesante que aprender».

María Dolores es todo un ejemplo de una generación de mujeres que compaginando sus estudios, su trabajo y su vida familiar supieron encontrar su camino y que cuando terminaron de andarlo, decidieron encaminarse en uno nuevo y apostar por él. Con un «ponte guapa, que todavía puedes, y ve a la universidad» concluye la maestra-aprendiz, dando así su última lección: nunca es tarde para empezar de cero. 

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