Fútbol. Tercera Federación

Víctor Pavón Guillén, 25 años en liza y mil partidos de felicidad como árbitro

El colegiado de Valdesalor pone fin a su carrera como colegiado obligado por el límite de edad

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PHOTO 2024 05 07 12 48 53 / En el centro, saliendo a pitar un partido.

José María Ortiz

José María Ortiz

Transmite satisfacción por el deber cumplido y el tiempo gozado en el césped un deportista que, sin duda, ha disfrutado con lo suyo. Sí, ha sido árbitro, y orgulloso. Cosas de la vida, se ve obligado a dejarlo por edad, que no por físico, en su mejor momento desde que, con 17 años, empezó a pitar.

Lleva a gala Víctor Pavón Guillén ser de corazón de la pedanía cacereña de Valdesalor (26 de julio de 1983) e insistir que sus fiestas, su día a día, son recuerdos imborrables de vivencias positivas. En unos días, de hecho, será pregonero, algo que le llena de extremo orgullo. Este bombero forestal, de devoción árbitro de fútbol, de familia de deportistas, acaba de recibir un cálido homenaje por su retirada (por edad, que no por ganas ni aptitud) unánimemente considerado como uno de los mejores colegiados de la Tercera Federación.

Está muy feliz por los pequeños-grandes detalles de los últimos días, como el cálido reconocimiento en el Arroyo-Atlético Pueblonuevo del domingo («fue brutal», dice, también por ver en el terreno de juego a sus hijas, en pleno tributo), pero también de las lágrimas de un jovencísimo trencilla, Alejandro Mateos (14 años) que se quedó con sus tarjetas rojas. De su trayectoria solamente tiene el ‘pero’ de no haber sido primer árbitro en el fútbol profesional. Pero en realidad no le importa.

Desde la temporada 99-2000 es árbitro. Esto es, tenía 17 años y todo fue dejando a un lado su condición de jugador en el Veracruz. Los mismos años, 17, ha dirigido en Tercera, con 226 partidos. En total, él calcula que más de mil encuentros, incluidos los de base, en estos 25 años. “Si hiciéramos las pruebas físicas, estaría mejor que cuando empecé, pero por edad no se puede seguir. El año pasado fue el que mejores resultados hizo entre los colegiados. Había una explicación: al mismo tiempo preparaba, y a conciencia, las oposiciones a bombero.

“Soy el calvo que voy a heredar un estatus”, le llegó a decir distendidamente al carismático azuagueño Moruno Gala cuando se retiraba, hace ya varios años. Y ahí ha estado Víctor Pavón Guillén, respetado siempre, que ha tenido a su amigo Carlos Laso como referente. Tampoco Laso llegó a donde merecía, coinciden muchos, es evidente. Además, Jerónimo Pérez ha sido clave en su vida. “Siempre ha sido top”, dice. “Sería fácil decir Jesús Gil Manzano o Fran Hernández Maeso. Con Fran he salido también en Segunda B y me parece un pedazo de árbitro”. Por cierto, piensa que jamás hubiera pensado que dos colegiados extremeños coincidieran en Primera, como ocurre ahora.

El origen

Pero el origen fue anecdótico. «Jugaba en el Veracruz de Micky Almirante. Era delantero y terminé de lateral, era normalito», cuenta. «Mi tío, Paco Guillén, era árbitro, y González Encinas, también árbitro, estaban haciendo una obra en mi casa. Esa jornada no había jugado, y se lo comenté a ellos. Me dijeron que por qué no probaba como árbitro, que hablara con Juan Santos y ahí empezó todo. Me metí, dejé de jugar, ni pregunté si se podía compatibilizar… y hasta ahora. Muchos años pensé en volver a jugar, pero finalmente no lo hice».

Con el tiempo, Pavón ha ido dando valor al arbitraje. Al principio no tanto. “No nos engañemos, como buen joven, ese dinero me venía genial para salir los sábados. Tenía a mis amigos jugando y lo echaba de menos, pero creo que opté por la vía correcta. Me convencieron ellos. Desde entonces no he tenido dudas».

El árbitro, dialogando con un jugador.

El árbitro, dialogando con un jugador. / Teresa Romero

Sí tuvo algún año malo. «Cuando cumplí los 30 era la edad límite para ascender y no subí. Cuando estaba en la pomada la edad límite era 34 y yo iba a Madrid, aunque no como primero, pero justo lo bajaron a 30 y ahí me quedé, me cortaron las alas. Se me hizo eterna aquella temporada. Era una pelea eterna entre disfrutar y no tener expectativa». Reconoce que aquello le hizo daño, pero no se vino abajo, pese a que lo había puesto todo, incluso bajar de 84 a 69 kilos. «Era un chupachup», expresa gráficamente. «En el arbitraje como no disfrutes no pintas nada. Al final fueron pocos meses de dudas», agrega. «Me volvieron a dar partidos importantes y me volví a sentir importante», recuerda.

«Cuando empecé, no tiene nada que ver con lo de ahora en la forma de dirigirse los árbitros a los jugadores o entrenadores. A día de hoy somos más deportistas que árbitros. Yo siempre digo que estamos 25 deportistas sobre el césped, cada uno con lo suyo. Antes, incluso en el aspecto físico, eran diferentes», explica.

Sin agresiones

¿Alguna agresión en 25 años, como a tantos colegas suyos? Afortunadamente no, aunque sí situaciones especiales de peligro en un partido, «el séptimo que hice en mi vida, no se me olvida, en un ascenso de cadetes en Pinilla que se jugaba en el campo de abajo, con un árbitro principal y yo y mi primo David Guillén de asistentes. Era un Coria-La Codosera y hubo denuncias porque se nos vinieron los padres de los jugadores encima. Éramos pequeños y nos quedamos solos. Al árbitro una señora le dio un tortazo. ¿Por esto he dejado yo de jugar?, me pregunté. También en La Vinosilla, en un partido, un señor me puso la mano en el pecho, se la retiré y ya está. Le denunciamos. También con Jerónimo Pérez Vidarte, en La Línea de la Concepción, en Segunda B, tuvimos que salir en un furgón antidisturbios, pero he tenido suerte. Siempre he notado que la gente me tiene cariño”.

Rafa Rincón Rus como entrenador y Luismi, actual entrenador y como jugador del Plasencia han sido dos de sus expulsados. Con los dos tiene una relación excelente que habla muy bien de este deportista con modos de pedagogo e incuestionables dotes dialogantes, aun en situaciones conflictivas. “Yo quiero que me hablen como yo les hablo. He jugado 24 horas de fútbol sala y así ha sido siempre”, agrega.

Pavón Guillén, señalando una falta.

Pavón Guillén, señalando una falta. / Cedida

¿Con qué se queda? “El fútbol me ha dado mucho, con muchos amigos árbitros, pero quizá más amigos jugadores que árbitros”, expresa. De su familia, subraya, todo lo mejor. “Apoyo brutal, sobre todo esta última temporada. Me han dicho que disfrute”, afirma con cierta emoción. Su padre, exfutbolista, no entendió mucho al inicio que fuera árbitro, pero terminó apoyándole al máximo y sintiéndose orgulloso, se congratula el protagonista.

¿Y el VAR, la cuestión de moda? El árbitro de Valdesalor tiene su particular teoría. «Es mucho más legal el fútbol con él, pese a que haya errores, pero a mí me gusta la esencia. Me gusta el fútbol, igual es que dices que el jugador falla el penalti y le dices: ‘repítelo’. Para otras cosas estoy más actualizado, pero a mí me encanta el fútbol de siempre, no tanta interferencia externa. Con el baloncesto pasa exactamente lo mismo. De la NBA siempre me ha echado para atrás tantos tiempos muertos, incluso de televisión». Víctor Pavón Guillén, el silbato y el diálogo como seña de indentidad de un deportista.