Estados Unidos depende de Arabia Saudí para cubrir gran parte de sus necesidades de petróleo, ya que una sexta parte de sus importaciones de crudo proceden de ese país. Aunque tras la guerra del Golfo, en la que Bush padre intentó derrocar a Sadam por primer vez, ya se denunció esa dependencia, las autoridades de Washington no han hecho nada en estos años para reducirla, algo que pesa claramente sobre sus relaciones actuales con el Gobierno de Riad.
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