Síguenos en redes sociales:

INFORME

Guerra y venganza

El

Guerra y venganza

El caso Plame es el escándalo político más dañino para George Bush desde que llegó al poder, en enero del 2001. Además de pintar a una Casa Blanca vengativa que no tolera las críticas, sobre todo contra la guerra que Bush lanzó contra Irak en el 2003, este escándalo explota cuando el presidente se encuentra en el punto más bajo de respaldo popular y proyecta una turbia sombra sobre sus colaboradores más directos.

El origen

El fiscal especial, Patrick Fitzgerald, investiga desde diciembre del 2003 si alguien del Gobierno reveló que Valerie Plame era agente secreta de la CIA, en represalia contra su esposo, el exembajador de EEUU en Gabón Joseph Wilson. El pecado de este diplomático fue denunciar públicamente la falsedad de uno de los argumentos centrales de Bush para justificar la guerra de Irak: que Sadam Husein trataba de comprar uranio en Níger para fabricar armas nucleares.

Wilson viajó en febrero del 2002 al país africano, enviado por la CIA, para averiguar si la acusación era cierta. Aunque a su regreso informó de que no lo era, meses después Bush la empleó contra Sadam en su discurso sobre el estado de la Unión, el 28 de enero del 2003. Apenas dos meses más tarde, ordenó la invasión. El 6 de julio, Wilson publicó en The New York Times un artículo en el que denunció la falsedad de la acusación de Bush. Ocho días después, el trabajo secreto de su esposa fue revelado en The Chicago-Sun Times por el columnista Robert Novak, que citó a dos altos cargos.

Los cerebros políticos

Fitzgerald, que es "una especie de Eliot Ness diplomado en Harvard y con sentido del humor", según la descripción que se hizo de él cuando le encargaron el caso, ha sentado en el banquillo a la plana mayor de Bush y de Cheney, empezando por Karl Rove, arquitecto de las victorias electorales del presidente y su gurú político. Aunque compareció cuatro veces ante el gran jurado y reconoció haber hablado de Plame con periodistas, no ha sido imputado.

Lewis Scooter Libby, jefe de gabinete y asesor de política exterior del vicepresidente, Richard Cheney, también habló de Plame con periodistas y con Rove. Ante el gran jurado afirmó que fue Cheney quien le reveló la identidad de la agente secreta. Ayer fue procesado por cinco acusaciones distintas.

Las víctimas de esta conspiración fueron Plame, de 42 años, que ocultaba ser agente de la CIA haciéndose pasar por una analista financiera de una empresa de Boston. Y su esposo, el diplomático Joseph C. Wilson, de 55 años, que dejó el servicio para dedicarse a una consultoría internacional.

Interrogatorios

El columnista Robert Novak fue la espoleta del caso Plame , pero no ha revelado quién fue su fuente y no fue llamado a declarar por el gran jurado, por lo que se cree que cooperó con el fiscal Fitzgerald.

La mayor notoriedad entre los periodistas fue para Judith Miller. Esta reportera de The New York Times , cuestionada por la cercanía a las tesis de Bush, pasó 85 días en prisión por negarse a revelar sus fuentes, aunque no llegó a escribir sobre el tema. Miller testificó después que no recordaba quién le reveló la identidad de Plame, aunque habló de ella con Libby.

Los posibles delitos

Además de buscar a quién reveló la identidad de Plame, Fitzgerald investigó si hubo delitos de perjurio, obstrucción a la justicia, destrucción de pruebas o intimidación de testigos para encubrir la revelación del trabajo secreto de esta agente de la CIA. Esta revelación constituye un delito si se hace a propósito.

Libby declaró que fue su superior, el vicepresidente Cheney, quien le reveló la verdadera identidad de Plame, tras haberla averiguado personalmente, preguntando al entonces director de la CIA, George Tenet, que también fue entrevistado por Fitzgerald.

Pulsa para ver más contenido para ti