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LA ESTRATEGIA DEL MANDATARIO FRANCÉS

Macron se arremanga

A dos semanas de una huelga general, el presidente quiere calmar un clima social explosivo H El dirigente vuelve a su ciudad, Amiens, donde sostuvo el primer pulso con la ultraderechista Le Pen

Macron se arremanga

En el recorrido que lo llevó al Elíseo, Amiens es para Emmanuel Macron algo más que su tierra natal. Durante la campaña electoral, la localidad de la región de Picardía fue el ring de su primer pulso con Marine Le Pen. La líder ultraderechista pilló a su rival con el paso cambiado al visitar por sorpresa a los trabajadores en huelga de Whirlpool mientras Macron se reunía con los sindicatos. Cabreado por el gol, Macron arriesgó y se presentó entre abucheos ante los huelguistas en un párking salpicado de neumáticos ardiendo donde aguantó a pie firme un largo cara a cara.

El entonces candidato se comprometió a volver si era elegido presidente. Lo hizo en octubre del 2017, cuando Whirlpool fue adquirida por WN, firma de Picardía que recibió subvenciones del Estado francés. Y volvió por tercera vez ayer, tres meses después de que WN presentara su liquidación por falta de salida comercial, dejando en la calle a 182 personas.

«Tengo la sensación de que la compra fue un montaje entre usted, Whirlpool y un comprador corrupto. Usted dijo que era un proyecto viable», le reprochó el delegado del sindicato CFDT, Patrice Sinoquet. «¡Basta de paranoias! El comprador no era un colega mío. Le ayudamos porque si no, me lo hubierais reprochado. Se comprobó todo, y en caso de fraude será juzgado y condenado», replicó el presidente durante.

La visita a los antiguos asalariados de Whirlpool era sin duda la etapa más arriesgada de los dos días que Macron pasó en Amiens. Un desplazamiento al que le dedicó tiempo para romper la imagen de un presidente desconectado del terruño y reivindicarse como un hombre de provincias a cuatro meses de las elecciones municipales. Y tratar de desactivar la bomba de relojería en marcha con la huelga indefinida del 5 de diciembre. Convocada por los sindicatos por la reforma de las pensiones, el Gobierno teme una jornada negra que catalice el descontento social de diferentes colectivos que se sumado al llamamiento, como los estudiantes. Para evitar que estos últimos se unan a la protesta, Macron estuvo el jueves con un grupo de jóvenes durante la inauguración del nuevo edificio de la Universidad de Picardía.

Lo recibieron en silencio, y le preguntaron por el presupuesto, las becas y la falta de expectativas. El presidente les fue respondiendo uno a uno, y aludió por primera vez al joven de Lyon que se quemó a lo bonzo el pasado 8 de noviembre para denunciar la precariedad estudiantil. «Actos como este tienen siempre una parte insondable, pero su sufrimiento nos recuerda las dificultades de la vida estudiantil», sostuvo Macron, que también lamentó el pesimismo de los franceses. Ayer, en un barrio popular del norte de Amiens, fue recibido con más calidez.

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