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«Somos 20 los periodistas escoltados ahora en Italia»

«Somos 20 los periodistas escoltados ahora en Italia»

En los últimos seis años, el periodista Paolo Borrometi (Ragusa, 1983) casi nunca ha estado solo. Por escribir sobre la Mafia en Italia, ha vivido escoltado por cinco agentes que lo acompañan perennemente y limitan sus desplazamientos. Es el precio a pagar para alguien que, por sus artículos, ha sido condenado a muerte por cinco familias mafiosas (cuatro de la Cosa Nostra siciliana y una de la Ndrangheta calabresa). Pero Borrometi no se ha rendido. No solo sigue escribiendo de la Mafia. También se ha involucrado en el caso de Daphne Caruana Galizia, la periodista maltesa que investigaba la corrupción en esta isla del Mediterráneo y fue asesinada en el 2017. Un crimen por el que se tambalea el Ejecutivo maltés del laborista de Joseph Muscat.

—Conoció a Caruana, eran amigos y, tras su muerte, luchó para que la atención sobre su homicidio no se apagase. ¿Se está haciendo justicia?

—Antes que nada, quiero decir que fue un honor para mí haber colaborado con ella. Manteníamos un intercambio epistolar y nunca olvidaré aquel correo que me envío poco después de la agresión que sufrí en el 2014 (cuando dos encapuchados lo atacaron en Sicilia y le desgarraron los músculos del hombro en tres lugares, dejándole daños de los que no se ha recuperado).

—¿Qué le decía en ese correo?

—Me animaba a seguir adelante. Me escribió: «No dejes de escribir. Nuestros países necesitan que el periodismo sea libre». El día en el que Daphne murió me acordé de esas palabras. ¡Su automóvil saltó por los aires a 80 kilómetros de mi casa en Ragusa!

—Es algo inquietante, ¿no cree? A usted la Mafia también lo quería asesinar con un coche bomba.

—Sí. En marzo del año pasado, la policía grabó una conversación entre dos mafiosos. Decían que «de vez en cuando» hay que matar a algún periodista, que eso sirve también para enviar una señal y generar miedo en quienes quieren investigar.

—¿También el homicidio de Daphne tenía este objetivo?

—Tenemos que esperar que termine la investigación de las autoridades maltesas. Pero yo creo que sí, que también existía este objetivo. Buscaban generar miedo, en el intento de evitar que otros siguieran el mismo camino de Daphne y se pusieran a investigar los fallos del Estado de derecho en Malta.

—¿Ve un modelo criminal?

—Si me está pidiendo que lo analice, le respondo que sí; veo el modelo mafioso en el homicidio de Daphne. Es algo que en Sicilia conocemos muy bien. No hay que olvidar que la Mafia empezó a poner bombas en el año 1983 cuando asesinó a Rocco Chinnici en Palermo (magistrado antimafia nacido en 1925).

—¿Se siente satisfecho por los actuales resultados de la investigación sobre su muerte?

—Sí, ahora está saliendo a la luz la verdad, es decir, que Daphne fue asesinada por su trabajo periodístico, por la enorme corrupción que sufre Malta, un país que es parte de la UE.

—¿No cree, sin embargo, que sin las presiones de la Unión Europea todo hubiera sido más difícil?

—No sé si llegamos a esto por las presiones que hicimos los periodistas o si fue la UE. Lo que sé es que la memoria de Daphne no caerá en el olvido.

—Vivir escoltado debe ser muy duro. Pero hay periodistas de países europeos como Malta o Chipre que, por el contrario, afirman que sus estados no les dan protección alguna.

—Es cierto. Es algo a lo que en Italia se llegó después de que otros colegas perdieron la vida por escribir sobre mafias. Esta historia triste que tenemos ha permitido que este país actúe hoy así, ofreciendo escolta.

—¿Cuántos periodistas viven hoy escoltados en Italia?

—Son unos 20 los que están bajo escolta y 200 los que han recibido amenazas calificadas por la policía como preocupantes.

—La prensa, desde siempre, está en la mira del poder. ¿Ve algún cambio en los últimos años?

—La rapidez de la información. Por eso hay menos periodistas de investigación.

—Quizá también por la precariedad laboral.

—Por supuesto. Mire mi caso: cuando me agredieron, cobraba 3,10 euros por artículo. Brutos. Yo me encargué de pagar los gastos médicos.

—¿Quién es el responsable?

—Los políticos, los poderes económicos y los ciudadanos.

—¿Los ciudadanos?

—Sí, porque ya no hacen preguntas. El conocimiento y la libertad solo se alcanzan por la vía de la duda. ¿Cómo es posible que se compartan todas estas noticias falsas? ¿Que seamos víctimas de los algoritmos? Hay que reflexionar sobre esto.

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