El momento que la mitad de los británicos temían, y la otra mitad ansiaba, llegó ayer a las 11 de la noche hora de Londres, las 12 en Bruselas. El Reino Unido salió oficialmente de la Unión Europea después de más de tres años de dolorosas disputas. Los euroescépticos más radicales han ganado la batalla y uno de sus principales líderes en la campaña del brexit ha sido Boris Johnson. La salida del Reino Unido de la UE es un triunfo personal y político para el ahora primer ministro, respaldado por una mayoría aplastante y con las manos libres para gobernar a su antojo.

Pero Johnson evitó anoche cualquier triunfalismo en su discurso a la nación para resaltar el histórico momento. El mensaje desde la residencia oficial de Downing Street quiso ser esperanzador frente a la incertidumbre del paso dado. El tono, más importante que el contenido de sus palabras, fue conciliador, consciente de que muchos británicos desaprueban la marcha de la UE. «Nuestro trabajo como Gobierno -mi trabajo- es unir al país y conducirlo hacia el futuro», afirmó en la alocución televisada grabada la víspera. «Lo más importe que puedo decir esta noche es que este no es el final sino el principio», un momento «de verdadera renovación nacional y cambio».

En una jornada con más simbolismo que cambios prácticos (esos llegarán dentro de 11 meses), en la que los británicos estuvieron más preocupados por los avances del coronavirus que por los eventos del brexit, las reacciones entre la clase política tuvieron un perfil moderado.

RELACIONES COMERCIALES / Nadie quiso ahondar en la herida. El líder laborista, Jeremy Corbyn, dijo estar preocupado ante la posibilidad de que Johnson intente firmar un acuerdo con Estados Unidos a costa de la futura relación con la UE. «Hay que estar seguros de que mantenemos buenas relaciones comerciales con Europa. No podemos hacer pedazos todos los acuerdos y condiciones que nos hagan y caer en los brazos del libre comercio con Estados Unidos», subrayó. Keir Starmer, el candidato con más posibilidades de convertirse en el sucesor de Corbyn, sugirió que se debe seguir luchando por la «libertad de movimiento» y defendió que se ofrezca a los ciudadanos europeos en el Reino Unido «derechos y no tolerancia».

En Cardiff, el ministro principal de Gales, Mark Drakeford, contrario al brexit, declaró que «Gales sigue siendo una nación europea». Su homóloga en Edimburgo, Nicola Sturgeon, prefirió evocar «la esperanza por un futuro mejor» a la amargura y el rechazo del brexit entre los escoceses. Pero Sturgeon volvió a pedir un segundo referéndum de independencia y no fue la única. Militantes del Sinn Féin reunidos ante el Parlamento autonómico de Stormont reclamaron una consulta en la que se pregunte a los norirlandeses si quieren seguir siendo parte del Reino Unido o unirse a la República de Irlanda. La presidenta del partido republicano, Mary Lou McDonald, considera que debe haber un voto sobre la cuestión en los próximos cinco años.

ESPERANDO CLARIDAD / Johnson debe una buena parte de la mayoría en la Cámara de los Comunes a los votos de laboristas desencantados en el norte de Inglaterra. Por eso quiso hacer un gesto de deferencia para mostrarles que no olvida sus promesas de revitalizar la región. El Gobierno en pleno se desplazó hasta una fábrica de vidrio en Sunderland para celebrar un Consejo de Ministros extraordinario. Esa fue la primera ciudad en la que salió triunfador el brexit durante el recuento de votos del referéndum del 2016. Pero en Sunderland también se halla la fabrica más importante de la automovilística Nissan, cuyo futuro dependerá en buena media del acuerdo con la UE. La compañía emitió un comunicado indicando que «sigue esperando claridad» sobre la futura relación comercial con Bruselas. «Queremos que el equipo del Reino Unido, con más de 7.000 personas, tenga las mayores posibilidades de éxito en el futuro», indicó la firma.

El próximo lunes, el primer ministro tiene previsto anunciar el modelo de relación comercial que busca en sus negociaciones con Bruselas. Johnson está listo para aceptar un acuerdo básico de comercio, al estilo del existente entre la Unión Europea y Canadá, pero quiere algunas ventajas añadidas. Es lo que se ha dado en llamar Canadá+. El acceso limitado a los servicios, que representan gran parte de la economía británica, supondrá un gran obstáculo. El pasado jueves el actual jefe de Gabinete, y de facto el número dos del Gobierno, Michael Gove, advirtió a un grupo de empresarios del país de que habrá «vencedores y perdedores» como resultado de las nuevas relaciones. La recobrada «independencia» británica puede salir cara.

JUSTICIA EUROPEA / Por otra parte, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea perdió tres jueces británicos a partir de la pasada medianoche. En particular, abandonaron la corte un magistrado británico que forma parte del Tribunal de Justicia y dos del Tribunal General. Sin embargo, el número de abogados generales del Tribunal de Justicia, que asciende a once, no se verá afectado inmediatamente por dicha retirada, a la espera del nombramiento de un nuevo letrado que reemplazará a la británica Eleanor Sharpston quien seguirá hasta la entrada en funciones de su sucesor. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea seguirá siendo competente para cualquier recurso interpuesto por o contra el Reino Unido antes del fin del período transitorio, fijado en el 31 de diciembre de 2020.