La inestabilidad de Jerusalén atrapa al Gobierno de Israel. Más de una semana de enfrentamientos en la Explanada de las Mezquitas durante el mes del Ramadán han llevado al partido árabe Raam, que sostiene al Ejecutivo, a suspender su participación en la coalición. El líder de los colonos y actual primer ministro, Naftali Bennett, lleva semanas haciendo equilibrios para garantizar la continuidad de su gabinete. Con docenas de palestinos detenidos y centenares de heridos, la tensión que lleva días poblando las calles de la Ciudad Santa llega hasta las instituciones y amenaza con arrasarlas. 

"Si el Gobierno continúa con sus medidas contra Al Quds [Jerusalén en árabe] y su gente, contra Al Aqsa, sus fieles y sus santuarios en este mes sagrado, presentaremos una renuncia colectiva y hacemos un llamamiento a todas las partes para que cooperen y apoyen esta decisión", escribían los miembros del partido Lista Árabe Unida (Raam por sus siglas en hebreo) en un comunicado la semana pasada. Estas duras declaraciones ahondan la herida abierta a principios de mes cuando una diputada de la formación de Bennett abandonó la coalición y le hizo perder su mayoría de 61 escaños. El primer ministro tiene hasta el próximo 9 de mayo para enmendar esta ruptura.

Muchos apuntan a que el gesto de Mansour Abás, al frente de Raam, apenas es simbólico. Con el anuncio de sus intenciones, se aliviaría la presión de los líderes religiosos sobre los miembros del partido de forma momentánea, ya que aún cuentan con dos semanas para resolver la disputa hasta que la Knesset vuelva a reunirse. A su vez, el diario israelí 'Haaretz' ha asegurado que esta medida fue coordinada con Bennett y el ministro de Relaciones Exteriores, Yair Lapid, para permitir que sus representantes "se desahogaran" pero evitando que abandonaran la coalición de verdad. "Congelar la membresía de su partido es el truco acrobático que [Abás] estaba buscando: es una muestra de protesta contra un gobierno al que apuntala, desprovisto de cualquier amenaza real para derribarlo", opina la escritora y activista feminista, Samah Salaine, en '+972 Magazine'.

Aunque si en estos 14 días no se resuelven las demandas de Raam, Israel podría acabar celebrando sus quintas elecciones en tres años. Si abandonan la coalición, Bennett se vería con un gobierno minoritario de 56 escaños en un Parlamento con 120 asientos. Sin la mayoría, el Ejecutivo se vería forzado a llegar a acuerdos con los partidos de la oposición cada vez que quisiera aprobar una ley. Esta oposición, liderada por el exmandatario Binyamin Netanyahu, ahora cuenta con 53 escaños entre partidos judíos de derecha, ortodoxos y de extrema derecha. Es muy improbable que Bibi consiga convencer a los partidos árabes de que se unan a formaciones expresamente racistas.

Pero si un solo miembro de la lista abandona la alianza, Netanyahu tiene números para pedir una votación que disuelva el Parlamento y lleve al país de nuevo a comicios. Es la primera vez en la historia de Israel en que el destino de su Gobierno está en manos de un partido árabe y no judío. Precisamente fue el apoyo del partido islámico lo que facilitó que este heterogéneo Ejecutivo echara a andar hace ahora 10 meses. Antes de unirse al Gobierno, Abás ya expresó su intención exclusiva de mejorar la vida del 21% de la población de Israel que es de origen palestino e insistió en sus líneas rojas.

Más de 30 heridos

"Dije y sigo diciendo que la bendita mezquita de Al Aqsa es una línea roja en la que no hay compromiso", escribió Abás en Facebook la semana pasada. Tras el lanzamiento de gases lacrimógenos por parte de un dron de la policía israelí durante el tercer viernes de Ramadán, los enfrentamientos en este importante recinto han continuado. Este lugar es sagrado tanto para musulmanes como para judíos y, por eso, durante estos días que han coincidido festividades de ambas religiones, se ha convertido en el foco de tensiones. Los heridos se acumulan por decenas y el temor a una mayor escalada es latente. 

A apenas una semana del fin del mes sagrado musulmán, la tensión aumenta en la frontera con Gaza. El intercambio de cohetes y bombardeos en esta zona se ha repetido. Por su parte, Israel ha anunciado que se está preparando para un posible estallido con la Franja a la vez que los residentes israelís de la región fronteriza exigen más mano dura. Hamás sigue animando al levantamiento del pueblo palestino. En las instituciones, el mensaje es claro: mientras se sigan acumulando los ataques en la Explanada de las Mezquitas que Raam ve como una provocación, se irán deshaciendo los frágiles nudos que les unían a la coalición. Las próximas semanas e, incluso, días serán claves.