Remedios Vázquez es madre y matrona. Parió a su hija Minerva, ahora con seis años, en su casa de la localidad cacereña de Sierra de Fuentes. "Fue una experiencia fantástica. Volvería a repetirla", asegura esta profesional de 35 años que trabaja en un centro de salud.

"Lo hice porque hay una gran deshumanización en la sanidad pública por el uso de la tecnologías, las cesáreas o los partos instrumentados", asegura esta mujer, que defiende que "los padres tienen libertad absoluta para hacerlo en casa".

Tras contactar con una asociación, logró, pagando una cantidad que no desveló, que otra matrona se desplazara desde Madrid. "Previamente, me hicieron encuestas y entrevistas. Hay que firmar un documento. Solo es posible si la mujer no tiene ninguna patología, el embarazo ha sido normal y controlado por profesionales y que el domicilio esté cerca de un hospital", afirma.

Vázquez cree que la muerte del bebé en Cáceres "debe servir para que la sanidad pública se planteé regularizar el parto en casa" y recuerda que en Holanda "te preguntan dónde quieres parir y con quién. En España la opción de parir en casa es privada y la tienes que pagar".

La alegría de la matrona por parir en casa también la vivió Carolina Blas Prieto, de Pasarón de la Vera. "Sabía que no quería un parto hospitalizado", afirma. Tuvo una mala experiencia en el alumbramiento de su primer hijo en el hospital de Plasencia en agosto del 2002. "Era una primeriza y no había tiempo para mí, así que acabé con una cesárea, sin que nadie me explicara por qué, tras 14 horas dilatando...", recuerda. "Me dejó una gran herida emocional", añade.

Bajo control

Por eso cuando decidió tener otro hijo, en 2007, apostó por un parto natural y en casa. "Me costó encontrar a la persona adecuada", dice. Primero descartó Plasencia, donde no tenía esa opción, y Madrid. Después apareció esa persona en Barcelona, antes de quedarse embarazada: Inmaculada Marcos, la comadrona que siguió su embarazo y que, junto a otra, la atendió en el parto. "Hablaba con ella todas las semanas, para contarle el resultado de analíticas y demás pruebas".

Además estaba controlada por un ginecólogo privado que supo desde el primer momento la opción que había elegido. Poco antes de la fecha del parto se trasladó a Barcelona. Y recuerda que la llegada al mundo de Julieta, "fue como yo quería, en casa, tranquila..., una experiencia sanante". Estuvo monitorizada externamente y contaban con un hospital próximo "porque --dice-- si algo se hubiera complicado, ya no sería un parto natural, sino una emergencia", apostilla. Aun así, no tiene dudas: "Si volviera a quedarme embarazada, repetiría la experiencia".