SANTA BARBARA

Los recuerdos gratos siempre son sustanciosos. El día de Santa Bárbara, patrona de Artillería, era todo un ejemplo a seguir en la ciudad.

Los actos que se celebraban iban encaminados, de siempre, a una participación ciudadana con la tropa y los familiares, al margen de la parada militar que se hacía en la plaza de España y donde las madres y novias disfrutaban de lo lindo viendo desfilar a sus hijos y novios por las calles emeritenses.

Los soldados, todos muy apuestos, serios, sin una sonrisa y mirando de reojo, no perdían el paso; con los últimos de la fila siempre había un poco de cachondeo: "mira el renacuajo ese, pierde el compás". Y el "renacuajo" miraba con una mala leche que imponía.

Los oficiales tenían rancho aparte, aunque, en honor a la verdad, compartían con la tropa un buen numero de horas.

El día de Santa Bárbara venía precedido de jornadas anteriores donde se celebraban capeas, actos culturales y hasta teatro en el Alcazaba o María Luisa.

Uno de esos soldado de tropa fue Juan Luis Galiardo, que era, por entonces, un auténtico golfo de la mili, simpático y disfrutando de un servicio militar que ni lo atendía; los oficiales tenían su festividad y celebraban algunos actos con familiares, autoridades civiles, eclesiásticas y militares con algún baile de gala; más de una emeritense aprovecharon estas festividades para vestirse de largo y algún alférez salió con novia, se casaron, tuvieron hijos en Mérida, fueron felices y actualmente son ciudadanos de esta ciudad. Las cenas eran todo un acontecimiento y como la familia de mi mujer eran militares: abuelo, padre, tíos, primos...todos oficiales, fuimos partícipes de muchas de estas fiestas que recordamos con cariño.

Santa Bárbara se nos ha ido a Botoa, en Badajoz. Pero siempre tendrá un hueco en los corazones de los ciudadanos emeritenses. El recuerdo perdura, aunque algunos se empeñen en hacer creer que hemos ganado con su partida al obtener el espacio que ocupaban nuestros soldados.