El subsuelo de Mérida no deja de sorprender gracias a la paulatina aparición de ‘tesoros’ arqueológicos que van engrandeciendo, aún más si cabe, el patrimonio de la capital extremeña. En esta ocasión, en el yacimiento de la Huerta de Otero, que se encuentra ubicado en la calle Graciano, se han hallado más de una docena de enterramientos de la época islámica que han sido localizados dentro de un cementerio del periodo islámico de finales del siglo XII y principios del siglo XIII. Es habitual el descubrimiento de estas tumbas con las mismas características: fosa simple, enterrado de lado y orientado hacia la Meca. 

Este descubrimiento no hubiera sido posible sin la participación de los alumnos de la Escuela Profesional Dual Barraeca, que junto con los arqueólogos del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida, están acometiendo las labores de excavación y exhumación de los cuerpos hallados en el solar. Esta promoción de la escuela cuenta con 45 alumnos, los cuales se forman en tres especialidades: turismo, personas operarias especializadas en construcción, patrimonio y excavaciones arqueológicas y atención sociosanitaria. Los participantes combinan el aprendizaje y la cualificación con el trabajo en actividades de utilidad pública o interés social, junto a la adquisición de competencias básicas genéricas para la mejora de empleabilidad.

Cuerpo localizado en un enterramiento de época islámica. EL PERIÓDICO

«Cada vez que se encuentra una tumba, el procedimiento es el mismo. Primero se registra y se documenta el hallazgo, después tomamos fotografías y las coordinadas topográficas. Una vez se tenga esto, comienza la exhumación de los restos. Cada hueso va en su bolsa según sea su tipo para facilitarle el trabajo al antropólogo físico», explica el monitor arqueológico José Vargas.

El director del Consorcio, Félix Palma, agradece la colaboración y el compromiso de los alumnos, pero hace hincapié en la necesidad de obtener subvenciones para poder excavar la mayor extensión posible de este yacimiento y que se pueda abrir al público. «Se necesita invertir en estas campañas de excavaciones para poder aumentar la oferta patrimonial y turística de Mérida, para que todo el mundo pueda disfrutar de un yacimiento arqueológico como este», apunta Palma, quien añade que esto «beneficiaría a la ciudad y a los emeritenses».

Los antecedentes

Este yacimiento se ha excavado en dos fases: la primera durante los años 70 del siglo pasado y la segunda a finales de la década de los 80. Habían pasado casi 30 años sin actuaciones en este enclave hasta que en 2019 comenzó un proyecto de investigación para documentar el solar. En ese mismo año se hallaron restos de una casa con pavimentos de mosaicos, termas y algunos marmóreos. A finales de 2020 aparecieron 35 metros de muralla romana gracias a los trabajos de 15 alumnos de la escuela profesional Medea. Lo más impresionante de este tramo de muralla es su altura de 4,6 metros de alzado, que la convierten en la de mayor altura conservada en la ciudad romana de Augusta Emérita.  

Además del tramo de muralla, aparecieron más restos arqueológicos de diferentes periodos históricos. De la época moderna se hallaron las estructuras asociadas a una noria de tiro, que guarda muchas cosas en común con las norias de sangre o sanivas. De la última etapa islámica se documentaron una tumba de inhumación relacionada con maqbara en los alrededores de la Alcazaba. El enterramiento amortizó varias estancias en batería que fueron asociadas a un barrio perteneciente a los siglos XII-XIII. Por último, destacar los restos de una gran fosa de robo, paralela a la muralla, que fue llevada a cabo para extraer el material que llegaba del refuerzo de la época visigoda para utilizarla en la elevación de la fortificación musulmana.