El arte urbano

May, taxista y artista de Mérida: la calle es su museo

Ha paseado su palmito por Sevilla, Barcelona, Mallorca, Madrid, Chicago o Nueva York, pero Ismael Acedo encuentra  en la capital extremeña el refugio donde desarrolla un talento grafitero que lo ha llevado a lo más alto

El grafitero emeritense posa con uno de sus grafitis de fondo.

El grafitero emeritense posa con uno de sus grafitis de fondo. / JORGE ARMESTAR

La calle es su museo y las paredes sus lienzos. Ismael Acedo (Mérida, 1974), May en su firma, pertenece a la primera generación de artistas del grafiti de la ciudad. Cuando era un chaval se sumergió en la cultura Hip-Hop y, aunque inicialmente se centró en el Break Dance, posteriormente le empezó a llamar mucho la atención el mundo del grafiti en zonas urbanas, un estilo que asegura que es «más que una pasión». Le encanta crear desde bien pequeño, sus lápices y sus rotuladores fueron sus juguetes favoritos. Es muy complicado pasear por la capital extremeña y no dar con algún grafiti suyo. «Empecé a grafitear a los 12 años y con unos amigos creamos la firma TRB. Estuve cuando todo el movimiento nació», explica May a El Periódico Extremadura.

Su dominio con los botes de spray y su amplio conocimiento de combinarlos le han hecho merecedor de numerosos encargos, resueltos siempre con aciertos. Obras suyas han decorado y decoran desde el patio del Instituto Santa Eulalia (1990), muros de la Campsa y del ferial, la barriada de La Antigua, pasando por otras ciudades como Sevilla, Barcelona, Madrid, Chicago, Nueva York... El color también le ha acompañado en su vida profesional durante su etapa como taxista. «Llevo literalmente más de media vida pintando. Recuerdo que cuando viajaba con el taxi a una ciudad, siempre hay algún conocido al que le preguntaba donde podía ver grafitis, no estaban muy extendido como ahora con internet (redes sociales) y me pasaba horas dibujando en una libreta para tener nuevas ideas. Una vez que entras en el mundillo es cuando empiezas a engancharte realmente a esto», manifiesta Ismael con una sonrisa.

Un taxista con mucho arte.

Un taxista con mucho arte. / JORGE ARMESTAR

El artista valora que en la localidad se esté utilizando el grafiti como medio para transformar fachadas de edificios o murales, lo que ayuda a cambiar la visión de lo que para unos era vandalismo y para otros un estilo de arte al alcance de todos. Y es que a los grafiteros de vocación no hay nada que les moleste más que se les compare con los vándalos. Actualmente vive de su arte y colabora con la marca NBQ , el ayuntamiento, así como diferentes colectivos. Mientras se recupera de una dolencia para volver con su taxi, seguirá creando obras maestras en su ciudad natal: la que le inspira y enamora.

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