Colin Kaepernick no ha vuelto a jugar al fútbol americano de primer nivel. Desde que en 2016 se posicionó contra el racismo policial, el entonces quaterback de los 49ers se ha convertido en un icono ideológico, pero ha desaparecido del panorama deportivo.

La violencia utilizada por la policía de varias ciudades de Estados Unidos contra manifestantes afrodescendientes generó una polémica en la que Kaepernick no se quiso mantener al margen. Y decidió manifestarse con un gesto simple y desafiante: arrodillarse durante la interpretación del himno estadounidense antes de los partidos de la NFL. Con ello se sumaba al movimiento Black Lives Matter, algo que no gustó al presidente Donald Trump, que se limitó a declarar: “Despidan a esos hijos de puta”. Como así ocurrió.

Racismo, pacifismo, LGTBi...

“Este país se fundamenta en la libertad y la justicia para todos y es algo que no está ocurriendo en este momento. Es algo que debería cambiar y voy a seguir del lado de los oprimidos”, advirtió Kaepernick, que protagonizó una campaña de Nike, marca que lo eligió porque “cree en algo, incluso aunque signifique sacrificarlo todo”. El quaterback recibió un premio de Amnistía Internacional que recogió con el siguiente mensaje: “El amor por mi gente es el combustible que me motiva y me fortalece en mi misión. Es el amor indestructible de las personas por ellas mismas el que me inspira, incluso cuando se enfrentan a las normas de un sistema que los puede llevar a la pérdida de la vida simplemente por ser negros”.

Kaepernick ha sido el último de una nómina, no especialmente numerosa, de deportistas que han antepuesto sus ideales a su profesión. El boxeador Muhammad Ali, conocido anteriormente como Cassius Clay, es otro de los deportistas que pagaron las consecuencias de su implicación política y social. Ali fue una figura social de enorme influencia en su generación, por su militancia en las luchas políticas, sociales y humanitarias a favor de los afroamericanos y del Islam.

De Kaepernick a Ali

En 1966 Muhammad se opuso a ser reclutado para el ejército durante la guerra de Vietnam, declarándose objetor de conciencia. “No tengo problemas con los vietcong. Ninguno me ha llamado nigger (negrata, como llaman despectivamente a los negros en Estados Unidos, afirmó. Su amistad con Malcom X y con Martin Luther King, que le respaldó en este posicionamiento antibelicista, le reforzaron en su iniciativa.

Pero aquello le costó caro. La Corte del Estado de Nueva York le arrebató su su título mundial y la licencia de boxeador. Y fue condenado a cinco años de prisión y 10.000 dólares de multa. Pasó tres años y medio, en el mejor momento de su carrera, sin poder boxear. Pero repitió hasta el último de sus días que volvería a tomar la misma decisión.

El fútbol siempre ha sido más sumiso. Hay pocos casos de jugadores reivindicativas o ‘anti-sistema’. En mayo del 68 un grupo de futbolistas tomó la Federación Francesa de fútbol al grito de “el fútbol para los futbolistas”. El grueso de los participantes era amateur, salvando a dos jugadores profesionales, André Mérelle y Michel Oriot, que jugaban en el Red Star, legendario club de Saint-Ouen, al norte de París. En esta cita de Qatar ha destacado la voz altisonante de Eric Cantona, que no ha pisado suelo qatarí ni está siguiendo el Mundial. “No veré el Mundial. Ha muerto gente construyendo los estadios. Es horrible. Qatar no es un país de fútbol y el coste ha sido inasumible”.

El tema de la homosexualidad, especialmente entre los hombres, es un tema tabú aún en el fútbol. Se cuentan con los dedos los casos de jugadores que han declarado públicamente su homosexualidad para tratar de ayudar a otros jugadores que lo mantienen en secreto por miedo. Justin Fashanu salió del armario en los 90 en la portada de ‘The Sun’ y fue castigado y vilipendiado por ello por rivales y aficiones contrarias. Hoy hay algunos casos más, como los de Jack Daniels, jugador del Blackpool inglés, o el australiano Josh Carvalho, o el internacional alemán Thomas Hitzlsperger.

En el ámbito femenino, las futbolistas han mostrado más determinación y son muchos más las cosas de jugadoras que no han escondido su orientación sexual, convirtiéndose en referencia la sueca Magdalena Eriksson y la danesa Pernille Harder, que durante el Mundial femenino se dieron un beso tras la clasificación de la primera ante Francia para cuartos. Un gesto que se convirtió en un hito para la lucha del colectivo LGTBi. En España son numerosas las futbolistas que han dado el paso adelante de visibilizar su condición sexual como Mapi León, Lola Gallardo, Laura del Río o Sandra Castelló.

Ahora la decisión de la FIFA de sancionar con una tarjeta amarilla al jugador que porte un brazalete arcoiris visibilizando la lucha del colectivo LGTBi se sancionará con una tarjeta amarilla. Decisión claramente homófoba, que parece haber echado atrás a selecciones como Inglaterra, que pretendía que Kane lo luciera. Se busca futbolista comprometido que desafíe al establishment futbolístico como hicieron en su día Ali o Kaepernick. ¿Candidatos? Apunten un nombre, el alemán Manuel Neuer. El portero de Alemania ya ha mostrado su compromiso con la causa LGTBi en varias ocasiones y este puede ser el mayor golpe de efecto para mostrar su implicación.