La Semana Santa cacereña es un momento de especial exaltación religiosa, pero las 23 procesiones que recorren las calles, arropadas por 12.000 cofrades que acompañan a 52 imágenes, muchas de gran valor patrimonial, y no digamos sentimental, también convierten esta manifestación en un espectáculo social, cultural y turístico. Distintos aspectos que deben encajar para que la Fiesta de Interés Internacional siga dando lo mejor de Cáceres (historia, patrimonio...) a ciudadanos y viajeros. Por ello, con el fin de no desvirtuar el sentido de los desfiles penitenciales y respetar su razón de ser, el ayuntamiento ve con buenos ojos la elaboración de un «código de buenas prácticas» destinado al público.

Una suerte de manual que recordará la conveniencia de guardar silencio, no ponerse en medio de la comitiva para hacer fotografías, evitar los flashes o no dejar un reguero de pipas que afean la imagen de la ciudad, por mucho que Conyser quede las calles como una patena en cuestión de segundos. A falta de concretar el contenido, ésta fue la propuesta que planteó ayer el mayordomo del Cristo Negro, Alonso Corrales, durante su entrevista con el alcalde, Luis Salaya, quien recogió la idea y mostró su disposición de llevarla adelante, en el que fue su primer acercamiento a las cofradías.

«Hemos hablado sobre este asunto que nos preocupa a todos: el ruido en algunas procesiones especialmente de recogimiento como la del Cristo Negro. Vamos a ayudar a solventarlo buscando fórmulas, para que la gente que acuda a las mismas pueda conocer lo que sería deseable dentro de la libertad de cada uno», indicó el alcalde. «Solo es cuestión de explicar la importancia de que las cosas se hagan correctamente», destacó.

La iniciativa, a la que se dará forma en los próximos meses, consiste en la elaboración un «código de buenas prácticas» para su difusión antes del paso de las cofradías, a modo de octavillas o folletos. Alonso Corrales justificó su propuesta en la necesidad de que la procesión del Cristo Negro discurra del mejor modo posible, una procesión que reúne a miles de asistentes en el recinto intramuros, ya que la devoción por esta talla del siglo XIV traspasa fronteras y más de un millón de personas mantienen contacto con las hermandad desde distintos rincones. «Necesitamos una iluminación adecuada para hacer nuestra escenificación con las antorchas», explicó Alonso Corrales, aludiendo al trastorno que supone la lluvia de flashes sobre esta comitiva medieval, que recorre enlutada el casco viejo.

MÁS RECOGIMIENTO / El ruido es otro caballo de batalla. Las procesiones cacereñas atraen a decenas de miles de personas que, si bien guardan silencio al paso de las hermandades, no lo hacen justo antes ni después, generando un alboroto que llega hasta las filas cofrades y rompe el espíritu de recogimiento que siempre ha caracterizado a la Pasión cacereña. Corrales recordó que se trata de actos religiosos, «y el que venga a verlos debería meterse en la escena de lo que estamos representando», por lo que pidió «un poco de solidaridad». Reconoció que los itinerarios procesionales son reducidos, «pero si se incide en octavillas o en la guía de la Semana Santa, se puede conseguir el silencio que requerimos», dijo.

«Personalmente vengo observando que a la cabeza del desfile se escucha un escándalo del público que se está colocando, pero cuando se oye la esquila se va reduciendo en gran medida (...) También suele haber algunos gamberros que van a pasar el rato (...) Si entre todos nos ponemos un poco a ello, se subsanará», rubricó Alonso Corrales. Los propios cacereños «son respetuosos», dijo, una seriedad que si se trabaja, «quizás contagie a los de fuera».

También recordó la necesidad de mantener la seguridad en esta procesión, que llena la parte antigua. «La hermandad contrata dos ambulancias cada año, pero pedimos la colaboración de los propios ciudadanos y del ayuntamiento, a través de la policía local, abriendo y cerrando el paso». Además, preocupa el vallado en Santa María dada la multitud, y se considera conveniente buscar un espacio para que personas con discapacidad puedan ver salir al Cristo Negro.

Salaya manifestó su intención de ponerse a disposición de las hermandades «para lo que necesiten». Subrayó la «importancia» que el nuevo Gobierno local confiere a la Pasión «desde el punto de vista turístico y patrimonial». De hecho, destacó «la tarea fundamental de conservación que realizan las cofradías, al mantener tallas artísticamente muy valiosas, con aporte y entrega».

Por ello, el alcalde explicó que la idea es trabajar en este «código de buenas prácticas» con el resto de cofradías. «Hablar entre todos, valorarlo y ver los posibles medios de difusión». Queda tiempo por delante. Faltan 221 días.