La colombiana Ángela Becerra ha rescatado en Algún día, hoy, la figura de Betsabé Espinal; de la que habló en un club de lectura organizado la semana pasada en El Corte Inglés. La novela, además, le ha valido a la escritora, el premio Fernando Lara. «Yo creo que sinceramente la novela se lo merecía porque la historia lo vale», asegura.

-¿Quién fue Betsabé Espinal?

-Fue una chica de 23 años, que era una hilandera de una fábrica textil, y la primera mujer en liderar la primera huelga femenina en Latinoamérica y una de las primeras del mundo. Fue una chica que incomprensiblemente se quedó en el anonimato y que por pura casualidad en julio de 2013, cuando estaba a punto de empezar otra novela, un día puse la televisión y vi los cinco minutos últimos en los que aparecía la foto de ella, una chica guapísima, con unos ojos con una mirada muy potente, que estaba como retándome. Empecé a investigar porque me interesó sobre todo el hecho de por qué había quedado sumergida en el olvido.

-¿Y a qué se debió?

-Porque ella es una niña muy pobre, hija natural, que en esa época era como un estigma. Ella se enfrenta a un poder importantísimo, que es el poder económico, poítico, social y clerical. Mucho más adelante aparece otra chica, que la encumbran porque pertenece a una familia adinerada, entonces claro, lo que quise fue recuperar la historia de ella, que estaba muy escueta porque no existía prácticamente nada salvo el momento en el que se hace visible por la huelga. Los periódicos afines al socialismo, allí denominado criollo, empiezan a dar visibilidad a esta niña. Y yo, desempolvando cosas me encuentro que entra en un patronato regentado por monjas, pegado a las fábricas donde son adoctrinadas por las monjas, que son muy estrictas, bastante crueles. Cogen niñas huérfanas de padre, niñas pobres y aprovechan la necesidad de tener manos hábiles y finas para los telares.

-¿Cómo eran las condicines de trabajo?

-Esta niña empieza a darse cuenta de lo que está ocurriendo dentro de la fábrica y es además protagonista. Las obligan a ir descalzas en un sitio que es frío, para no ensuciar el suelo de los talleres, les atrasan los relojes para hacerlas trabajar más, no las dejan ir al baño, les pagan cuatro veces menos que a los hombres y además, hay tras capataces que abusan de ellas, las dejan embarazadas y de estas muchas acaban en la prostitución, otras en el manicomio… entonces ella decide empoderarse, se sube a un taburete y envalentona a estas 400 obreras. También está pidiendo por los obreros, porque hay algunos hombres allí, pero ellos no las secundan en la huelga.

-¿Betsabé tiene algo de usted?

-Ella me pide que le saque del anonimato y yo como mujer me encontraba con un hecho de una injusticia tremenda y como novelista, quería crear el universo de ella, porque me iba a durar tres o cuatro capítulos de la novela, entonces me permitió indagar en mí. Yo le agradezco a ella porque recuperé mi niñez. Yo tuve una niñez que podía ser muy afín a ella porque fue una niña muy salvaje, de ir descalza, de subirme a los árboles, de meterme en los charcos, de coger renacuajos. Aporto niñez y adolescencia, le entrego toda mi rabia y mi rebeldía porque yo tuve un padre que era muy machista y me robó la adolescencia, lo adoré pero la verdad es que era muy machista y me obligó a escapar de casa, yo me casé a los 16 años... pero yo lo que estaba buscando era libertad y le regalé a ella todo eso.

-¿Cómo fue el proceso de documentación?

-Durísimo. Me fui a Medellín cuatro veces, a los archivos históricos para ver cómo era la época: cómo se manejaba el clero, como era la sociedad, los pobres (patipelaos). Era una sociedad donde estaban muy marcadas las clases sociales y donde la clase alta estaba buscando identificarse con el estilo parisino, londinense, importaban arquitectos belgas para que hicieran de la arquitecutra algo que les diera nivel; los que tenían dinero mandaban a sus hijos a estudiar a Europa. Eso me llevó a meterme en ese túnel del tiempo y era muy duro porque era investigar sobre todo, como es una Navidad, una primera comunión, cómo celebran, cómo eran las fiestas… eso me llevó a vivir en esa época y crear el mapa de la antigua Medellín, de lo que ya no quedaba nada. Me hice un libro de 300 páginas de documentación para las 800 dela novela. Es un libro que él mismo iba pidiendo cada vez más... yo no sabía cual era el tono de la novela hasta que no escribir el primer capítulo, no sabía que iba a utilizar un tono épico porque es como un canto épico.

-Y también mágico.

-Cando esta niña nace su cara se queda en el barro y termina resucitadada por la naturaleza. Ella conecta con la naturaleza. Toda esa atmósfera me la fue dando la misma novela. La injusticia no solo es con ella sino con la mujer, igual con esta amiga que yo le creo, que es Capitolina, que nace a la misma hora, en el mismo momento y sus madres las rechazan por ser niñas. Tienen una cosa en común y es que son huérfanas de madre teniendo madre, nacen con el estigma de ser mujeres y esa obligada sumisión que se espera de ellas.

-Hábleme de Emmanuel Le Bleu.

-Es el chico francés que viene con todo ese arte y esa bohemia de ese París de los años 20 y ya viene ya inoculado de la justicia, la feminidad porque hay una persona que se hace muy amiga de el que le adoctrina para que viva una masculinidad diferente, y que sea capaz de entender a Betsabé y de admirar esa feminidad,

-Siempre dice huelga femenina pero no feminista.

—Yo creo que en ese momento, no existía ese termino. Hoy diría feminista. Yo creo que Betsabé sería tan actual como en aquella época porque no está luchando solo por ella. Entonces, como hoy no se está cargando a los hombres, no los quieren en contra, están buscando su lugar en elmundo y Betsabé también buscaba su lugar en el mundo y podría ser una Emma Watson de hoy porque el feminismo de hoy está reivindicando la feminidad, no está copiando a los machos y por eso aquel otro feminismo tan rancio no tuvo éxito. Enaltecer la feminidad, el talento femenino, elderecho a sentir... en la medida que los hombres vean que van a salir beneficiados se irán sumando. Nosotras tenemos el 52% de los cerebros del mundo y ellos el 48, no estamos diciendo que sean menos pero esa es la realidad (risas), tienen que ocupar el espacio que les toca porque también han sido víctimas de una mala educación que incluso pasa también por lasmadres de la época.

-¿Quedan muchas heroínas silenciadas en la historia?

-Yo creo que se están empezando a destapar, y van a salir muchas Betsabés. ¿Qué tenemos que hacer? Cada uno desde su ámbito, aportar un grano de arena para esto, porque de lo que se trata es de que el mundo sea más justo para los que vienen. Yo tengo un nieto y quizá tenga hijas y que cuando esas biznietas mías oigan hablar de esto quero que piensen que eso queda muy lejano.