Isabel Allende llegó, vio y venció en Plasencia a juzgar por las colas de personas que llegaban ayer tarde hasta la plaza Mayor para que una de las autoras más leídas de Hispanoamérica les firmara su último libro, Inés del alma mía , que rescata del olvido el papel que jugó la mujer en la conquista del Nuevo Mundo a través de Inés de Suárez.

La escritora chilena reconoció que tenía que venir a la ciudad natal de la conquistadora de Chile "como homenaje a ella, a todas las mujeres que fueron a la conquista y las que estaba allá y participaron en ese momento brutal siendo totalmente ignoradas porque la Historia la escriben los machos vencedores, generalmente blancos".

Isabel Allende, que ha novelado la vida de la conquistadora placentina en primera persona, se mostró feliz de pisar por donde pisó hace 500 años la intrépida costurera que se adentró --destacó-- "en el cementerio de españoles y no fue por gloria y oro, sino por amor" sin resignarse al papel al que la sociedad de entonces relegaba a la mujer. Fue precursora y desafió los convencionalismos al vivir su historia de amor con Pedro de Valdivia, con quien fundó Santiago.

TESTOSTERONA Por todo ello propuso que se levante la misma estatua a Inés de Suárez en Plasencia y en Santiago mientras presentaba el libro en el Parador acompañada por la alcaldesa, Elia Blanco. "En vez --añadió siempre irónica y combativa-- de tanto caballero a caballo y tanta testosterona". Allende insistió en que de haber sido la esposa legítima de Valdivia, los libros de Historia no la hubieran condenado a unas pocas líneas. A ella, que lo mismo decapitó a varios caciques de los indígenas en la defensa de Santiago, que plantaba trigo o cuidaba de las gallinas y ahorraba con visión de futuro en un mundo de hombres deslumbrados por el oro. La misma a la que abandonó Valdivia para librarse de la Inquisición, Inés Suárez a secas, porque el de, reconoció Allende que se lo pusieron después para darle más categoría.

Allende, que se confesó tan descendiente de europeos como de mapaches, reivindicó tanto la figura de la conquistadora como de Lautaro, el indígena que creció entre los españoles siendo realmente un espía llamado a convertirse en el libertador de su pueblo y cuya historia anunció que también quiere escribir. Su herencia extremeña se dejó ver en sus expresiones como cuando repitió "cuando yo era chica". Por eso, y "porque Inés de Suárez estuvo aquí en algún momento era tan importante que el libro se lanzara aquí y no en un hotel de Madrid", resaltó.