He aquí una estrella del pop latino que no viene de Miami, ni de Puerto Rico, ni de Colombia: él es Álvaro Soler, barcelonés de 28 años, que conquista audiencias internacionales a golpe de ritmos calientes que resisten heroicamente el influjo del reguetón.

Soler vive a caballo entre Madrid y Berlín, capital esta en la que se lanzó dejando atrás la aventura del grupo Urban Lights y congelando su título de ingeniero en diseño industrial. «Era el 2013 y en Barcelona no había trabajo. Tenía contactos en Alemania y me ofrecieron instalarme allí y componer canciones para cantantes alemanes», recuerda. «Pero cuando Universal oyó las maquetas me propuso que las grabara yo mismo».

El mismo sol llegó más tarde a los oídos de Jennifer López, con quien la grabó a dúo. «Alguien de su equipo estuvo de vacaciones en Italia, oyó la canción en todas partes y se la hizo escuchar». En el primer álbum, Eterno agosto, Soler consumó otro dueto, Sonrío (La vita com’è), este con Max Gazzè, para la edición italiana del trabajo. «Él sí que es un músico como Dios manda, no como yo, que todo lo hago de oído». Y de ahí al segundo disco, Mar de colores (2018), en el que proyecta el gusto musical que cultivó de crío, cuando escuchaba, dice, a Shakira, Juanes y Gloria Estefan.

Puede llamar la atención que Álvaro Soler se haya abierto paso aun sin haberse apuntado al reguetón, si bien canciones como La cintura se le acercan. «Tiene la potencia del reguetón, y el patrón rítmico, pero no lo es», apunta Soler, que llegó a mandarle el tema a J Balvin por si sonaba la flauta. “Y me dijo: ‘Está muy bien, pero me gusta para ti, yo no me veo’»- El reguetón tiene sus peculiares reglas. «Yo no puedo hacer sus letras, ni voy con esas cadenas, ni rodeado de chicas moviendo el culo... Yo ahí no pego ni con cola», alega. Y hay más. «Para que fuera reguetón debería subir un poco más el volumen de la batería, poner ‘autotune’... A veces, por un matiz vas a parar a un estilo o a otro», dice.

Objetivo: Shakira / Pero Soler es el vivo ejemplo del auge de la lengua española en el nuevo pop global, que él asocia al efecto de Despacito y de la grabación con Justin Bieber. «Allí, los norteamericanos abrieron los ojos. Y de ahí, a los duetos de Madonna con Maluma». Su resistencia a los patrones del reguetón le complica un poco las cosas, sin bien observa que «ya se está sufriendo un poco la sobredosis de ese género».

Con sus canciones desea expresar «la alegría de vivir», y tras citarse con Jennifer López, suspira por un dueto soñado: con Shakira. «¡Me encantaría! Ya que está en Barcelona...», desliza Álvaro Soler, que tuvo ocasión de conocerla hace unos años en informales circunstancias. «Le hice de chófer de carrito de golf en un evento en el Hospital de Sant Pau», recuerda. «Lo hago público porque así seguro que mi deseo se cumplirá. ¡Hay que proyectar las cosas!», resalta.