La historia arranca en 1968, con Robert Kennedy y Martin Luther King ya asesinados, y acaba en 1972, tiempo (y páginas) suficientes para que quepan todas las teorías de la conspiración; un drama político, social y humano donde Richard Nixon, Edgard Hoover o Howard Hughes conviven con personajes nacidos de la imaginación --y las experiencias-- de un hombre que, tanto en su literatura como en su vida, se confirma como un maestro a la hora de diluir fronteras entre ficción y realidad.

--Define Sangre vagabunda como un romance histórico.

--Trata de hombres malos enamorados de mujeres muy fuertes, de cambios políticos, de revolución, del estado de sueño de América en esa era. Yo pienso poco en el mundo que me rodea. No veo la televisión ni voy al cine ni leo los periódicos. Me tumbo en la oscuridad y pienso.

--¿Por qué le atrae la historia reciente pero no la actualidad?

--Lleva mucho tiempo que la historia se aposente en mí y encuentro muy satisfactorio rescribirla según mis propias especificaciones. Yo tenía entre 20 y 24 años en el periodo en que transcurre esta novela. Es un recuerdo muy borroso en algunos sentidos y afiladísimo, en otros. América hoy está inundada de televisión, internet, constante cobertura de noticias, reportajes- Y no hace más que aburrirme. Yo no siento la obligación moral de mantenerme al día con el mundo, no quiero saber.

--Pero, ¿se ve dentro de 20 años escribiendo sobre los acontecimientos de hoy?

--No, el resto de mi vida lo dedicaré a escribir sobre los años de América antes de que yo naciera.

--¿Por qué decidió llegar solo hasta 1972 en esta trilogía?

--Ese año marca el fin cronológico de mi trabajo vital como novelista histórico. Tengo unas memorias que sacaré el año que viene, The Hilliker curse , pero luego quiero escribir una serie de libros ambientados aún más atrás en el tiempo, en una historia en la que no me he metido aún. Serán cuatro novelas históricas ambientadas antes que el Cuarteto de Los Angeles (El gran desierto, La dalia negra, LA Confidential y Jazz Blanco).

--En Sangre vagabunda es clave una mujer, Joan Klein, ¿es su personaje femenino más fuerte hasta hoy?

--Sí, creo que lo es. Está muy basada en una mujer de la que estuve enamorado y con la que tuve relaciones sexuales. Le dediqué el libro. Ya no nos vemos. Espero que lea el libro y que se sienta honrada.

--¿Cómo fue la experiencia de crear ese personaje a partir de una mujer con la que tuvo tanta intimidad?

--Fue una experiencia conmovedora basarlo en una persona real que había querido y perdido, e intentar hacer el personaje icónico, real en algunos atributos emocionales pero enteramente ficticio. La mujer real no era una revolucionaria izquierdista o una asesina.