El 18 de julio se celebrará el centenario del nacimiento de Ingmar Bergman (1918-2007), uno de los nombres más importantes de la historia del cine, tan críptico en muchas de sus películas como inmensamente popular con otras (Gritos y susurros estuvo más de un año en cartel) y multipremiado: se alzó con tres Oscar a la mejor película de habla no inglesa (El manantial de la doncella, Como en un espejo y Fanny y Alexander) y en 1997 le otorgaron la Palma de Oro honorífica de Cannes.

A partir de un momento determinado, Bergman reflejó en sus películas muchos de sus demonios interiores, desde el silencio de Dios —vértice de su descomunal trilogía de principios de los 60, la formada por Como en un espejo (1961), Los comulgante (1962) y El silencio (1963)— hasta una infancia marcada al fuego por la severidad de su padre, un pastor luterano, como queda reflejado en Fanny y Alexander (1982), la última película que hizo para el cine. Después desarrolló una trayectoria igual de intensa en el formato estrictamente televisivo, con pequeñas obras maestras de cámara como Después del ensayo (1984), En presencia de un payaso (1997) y su título póstumo, Saraband (2003), que fue exhibida en salas de cine pese a su oposición, ya que lo había rodado e iluminado pensando en la pequeña pantalla.

Las figuras paterna y materna jugaron un papel esencial en su forma de reflejar en pantalla las relaciones de pareja. Lo hizo desde la estricta ficción en Secretos de un matrimonio (1973), miniserie televisiva que tuvo también un inusitado éxito en su versión cinematográfica, o evocando los recuerdos de sus padres en la novela Las mejores intenciones, publicada en 1991 y trasladada al cine y a la televisión un año después por Bille August en la película y la miniserie homónimas. Bergman fija la historia entre 1909, cuando se conocieron su padre Henrik Bergman, un estudiante de Teología, y su madre Anna (en realidad Karin) Akerblom, hija única de una familia burguesa de Upsala, y 1918, cuando esperaban el segundo de los tres hijos que tuvieron (el propio Bergman) y el matrimonio vivía un pulso entre la luz y las tinieblas.

La autobiografía familiar, el adulterio y la crisis de pareja fueron sus recursos más queridos, ya que poco después Bergman reflejaría uno de los momentos más críticos de sus padres, cuando su madre tuvo una relación extramatrimonial, en el guión de Encuentros privados (1996), una película para televisión realizada por quien había sido pareja sentimental de Bergman, la actriz Liv Ullman. Su madre volvió a ser el centro de todas las cosas en El rostro de Karin (1984), un precioso corto montado con fotos del álbum familiar del cineasta.

Bergman y Ullman no estuvieron casados, pero su relación fue, tanto en el plano amoroso como en el creativo, una de las más intensas en la ajetreada vida amorosa del director, quien contrajo matrimonio en cinco ocasiones y tuvo ocho hijos, uno de ellos, Daniel Bergman, también realizador: en 1992 dirigió, a partir de un guion de su padre, el filme Niños del domingo, en el que Ingmar ofrece una vuelta de tuerca más a su infancia. Daniel puede considerarse uno de los actores más precoces de la historia del cine, ya que al poco de nacer, en septiembre de 1962, su padre lo filmó con una cámara de super-8 y recuperó después este material para la cinta colectiva Stimulantia (1967), en un episodio titulado precisamente Daniel.

PAREJA FRUCTÍFERA / La madre de Daniel fue la cuarta esposa de Bergman, Käbi Laretei. Se divorciaron en 1969, cuando la relación entre Bergman y Ullman había cristalizado convirtiéndose en una de las grandes parejas artísticas y sentimentales del cine europeo moderno, como las formadas por Jean-Luc Godard y Anna Karina y Michelangelo Antonioni y Monica Vitti. El primer trabajo conjunto fue Persona (1966), coprotagonizado por otra de sus actrices preferidas, Bibi Andersson (otros rostros femeninos y masculinos asiduos fueron los de Harriet Andersson, Gunnar Björnstrand, Max Von Sydow, Gunnel Lindblom, Ingrid Thulin y Erland Josephson).

La colaboración se extendió en nueve películas más: La hora del lobo (1967), La vergüenza (1968), Pasión (1970), Gritos y susurros (1972), Secretos de un matrimonio, Cara a cara (1975), El huevo de la serpiente (1977) —olvidado filme sobre el germen del nazismo, con la singular pareja formada por Ullman y David Carradine—, Sonata de otoño (1978) y Saraband, en la que Ullman y Josephson volvieron a interpretar sus personajes de Secretos de un matrimonio tantos años después.