No hay mejor lugar para los mitómanos que Berlín. La capital alemana cuenta con 175 museos y ayer vio nacer uno más, The Kennedys. En el lugar más turístico de la ciudad, la Pariser Platz, frente a la Puerta de Brandenburgo, este centro recorre fotográficamente la saga de los Kennedy, centrándose en el más famoso, John Fitzgerald.

Un sobrino del presidente número 35 de Estados Unidos, Anthony Kennedy Shriver, inauguró el museo, que cuenta con obras de autores de renombre como Robert Cappa y Andy Warhol. "Espero que este museo sirva para inspirar a la gente a seguir el modelo de John. Un hombre que nunca perdió el deseo de servir a la sociedad", dijo ayer Anthony frente a la prensa. La frase del joven Kennedy seguía la línea de idolatría que rodea a este centro.

TRAS DOS EXPOSICIONES Hay que decir que tampoco es del todo extraño que este museo, nacido como continuación de dos exposiciones realizadas por la galería Camera Work entre el 2004 y el 2005 en Berlín y Roma, encuentre su sede en Berlín. La visita que John F. Kennedy realizó a la capital alemana en junio de 1963 ha quedado grabada a fuego en el imaginario colectivo. Su célebre frase "ich bin ein Berliner" (soy un berlinés) se plasma en camisetas turísticas y sigue siendo empleada como eslogan ante visitas menos deseadas. "Du bist kein Berliner" (tú no eres un berlinés), rezaban algunas pancartas en la última visita a la ciudad de George Bush.

"No creo que haya nada en el mundo sobre mi familia como este museo", insistió ayer el joven Kennedy. Además de las fotos, la colección cuenta con algunos objetos personales que van desde las gafas de lectura de JFK hasta un bloc con las notas que tomaba cuando hablaba por teléfono. Solamente apto para curiosos y fetichistas del mártir estadounidense de los años 60.

JOYAS DE JACKIE ONASSIS Además, la mitomanía que los Kennedy suscitan genera suculentos beneficios. La sede suiza de la casa de subastas Christie´s mostró ayer unos pendientes que Jackie Kennedy recibió como regalo de bodas de su segundo esposo, Aristóteles Onassis. Se calcula que las piezas (dos inmensos rubís engarzados con diamantes) se venderán por unos 160.000 euros.