Calle de los ladrones , la última novela de Mathias Enard, se inicia con una cita de El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, que como es sabido es el origen de Apocalypse Now . Donde Conrad puso el Congo, Coppola puso Vietnam y el escritor francés ha colocado Barcelona y, cerrando mucho más el objetivo, El Raval, y aun más, la calle Robadors, números 7 y 9, la calle de los ladrones del título en francés y en castellano, donde el propio Enard vivió durante algún tiempo. Porque el terrible Kurzt al final del camino, el de "¡el horror, el horror!" --Marlon Brando, para entendernos-- no puede ser mejor símbolo para esta Barcelona atenazada por la crisis, el reverso del sueño del emigrante, la tierra prometida hecha pedazos.

Mathias Enard (Niort, 1972) es uno de los jóvenes autores franceses más sólidos de su generación. Con esta obra (Mondadori) se ganó una nominación al Goncourt. Llamar francés a Enard, que ha pasado una buena parte de su vida en Barcelona, donde reside, es un simplificación inexacta. No solo habla a la perfección castellano, también árabe y persa, y es un profundo conocedor de Oriente Próximo. "La la identidad siempre es la reducción de algo. Después de tantos años me siento francés solo de pasaporte, podría ser español, catalán o árabe". Es difícil no pensar en la salmodia global que el protagonista, el veinteañero marroquí Ladjar, entona hacia el final: "No soy un marroquí, no soy un francés, no soy un español, soy más que eso. No soy un musulmán soy más que eso".

Ladjar se ha formado gracias a los libros que se ha ido encontrando por azar --entre ellos los fantásticos viajes de Ibn Battuta, el clásico árabe--, ha tenido encontronazos con terroristas, de los que ha salido huyendo, y se ha enamorado de una turista catalana. Finalmente, ha conseguido cruzar el Estrecho hasta llegar a Barcelona, a la calle Robadors, en medio de las protestas del 15-M, en un clima que sus habilidades literarias muestran próximo al apocalipsis. Puro reflejo: "El mundo en el que vivimos se ha vuelto extraordinariamente violento, con los desahucios, los despidos, las manifestaciones, las porras y porrazos y al otro lado esa gente que se quema en Túnez y en Siria".

Así el viaje se desarrolla entre el ya desaparecido Tánger internacional --el de Bowles y Capote-- y la Barcelona canalla de Genet. "Son dos lugares míticos que ya no existen y hoy aparecen bastante tristes". Allí y aquí se muestran los sueños sin futuro de los que hoy tienen 20 años a un lado y al otro del Mediterráneo. "No suele hablarse de la sintonía que existe entre la primavera árabe y el 15-M. Creo que son dos generaciones que, aunque no tengan relación entre sí, funcionan igual y se comunican a través de redes sociales. Lo que ocurre es que en España chocan contra el techo democrático, y en Túnez o en El Cairo se enfrentan a un dictadura y eso les proporciona mayor recorrido".