Volando vino y volando se marchó. Pero en el camino el Rey tuvo tiempo para probar los manjares extremeños y cumplir el deseo de Nerea Blanco. Su restaurante, Eustaquio Blanco, llevaba cuatro años --desde que se abrió-- con la primera hoja del libro de visitas de oro en blanco a la espera de la visita de algún miembro de la casa real y ayer re rellenó. El monarca escribió una dedicatoria y se hizo una foto con el personal. "Ha sido muy simpático y cordial. Nos ha dicho que tenía buenas referencias del restaurante". Después se sentó a la mesa, en una zona reservada, con Vara, Garmendia y Heras para disfrutar durante dos horas de un "sencillo" menú que sirvieron Simon Winterbottom, Luis Carrasco y el sumiller Iván López. Jamón y torta DO --que también degustó tras el acto en el cóctel organizado por César Ráez, de Torre de Sande-- precedieron a una deseada sopa de tomate y un solomillo de retinto a la plancha con verduras frescas y salsa de hongos opcional. El vino Habla Nº5 y el postre, mousse de chocolate y licor del Jerte.