Mónica Naranjo (Figueras, 23 de mayo de 1974) está considerada una de las voces más potentes del panorama musical mundial gracias a su inabarcable registro vocal y una puesta en escena única. Aunque se define a sí misma como una intérprete lírica proveniente de una formación clásica, en su discografía se pueden encontrar estilos tan diversos como la samba, la batucada o el dance electrónico. Su férrea disciplina vocal, junto a su madurez escénica, le han llevado a convertirse en todo un icono. Además, a través de su música ha llegado también a formar parte de la historia de la televisión de España y Latinoamérica. A lo largo de su extensa carrera musical, a la figuerense se le asignan unas ventas aproximadas de más de diez millones de discos en todo el mundo y cuenta con tres World Music Awards, lo que la convierte en la cantante española femenina con más premios en esta categoría.

--¿Qué significa dar un concierto en un escenario como el del Teatro Romano de Mérida?

--Cada vez que actuamos en el teatro romano, para nosotros los músicos, porque sé que es algo generalizado y que no solo me ocurre a mí, es un placer. No te imaginas lo que significa para nosotros trabajar en un lugar donde apenas necesitas amplificación y donde todo el público vive la emoción que tú en ese momento estás transmitiendo. Esa energía que, después de tantos siglos, sigue desprendiendo ese lugar y la que te da la gente hace que haya ese feedback. Cuando entras a tocar en el teatro romano es espectacular. Es un escenario en el que nunca estás sola. Es maravilloso. Es que de verdad, que no sé cómo explicar que es lo que se siente. Los músicos entendemos perfectamente el idioma porque cuando actúas en lugares con historia no tiene nada que ver a cualquier otro sitio. Sabes que esa noche va a ser una noche especial y que todo lo que tú quieras transmitir va a llegar. Por eso cuando nos dicen de tocar ahí es algo que nadie se puede resistir o negar, porque sabes que va ser una noche inolvidable.

--Habitualmente los actores dicen que actuar en el teatro supone un hito en su carrera profesional, ¿para los cantantes también?

--Hombre es que hay zonas en el mundo donde cuando te invitan a tocar dices: es que no puedo resistirme. ¿Cuándo tengo que ir? ¿Cuántas veces? Y Mérida es uno de ellos. Es, y perdón por la expresión, acojonante.

--Teniendo en cuenta la situación generada por la pandemia del coronavirus, ¿confiaba en volver a ofrecer conciertos este año?

--Yo voy a dar el concierto, si nadie me lo impide. Estoy deseando dar el concierto. Si es verdad que hay restricciones para todos y que debemos respetarlas y asumirlas. Todos tenemos que poner de nuestra parte y ser conscientes que debemos evitar esos rebrotes, pero por nuestra parte estamos encantados. Además, a nosotros nos cambiaron toda la agenda para el año que viene y Mérida es el único concierto que voy a dar este año. Teníamos una agenda preciosa donde íbamos a actuar y compartir escenario con un montón de compañeros y de público, y de todos esos solo sobrevivió Mérida, por lo que espero de todo corazón poder celebrarlo, porque sería muy triste cerrar el año como veíamos que se cerraría. Al menos se cierra pero con un broche de oro. Mérida es que es una bendición, de verdad.

--A pesar de la reducción de aforo, ¿qué respuesta espera del público?

--El público siempre, conmigo en general, es muy generoso. Es cariñoso, bondadoso. Cuando hemos ido a tocar a Mérida es todo eso y más. Nos abrazan desde la distancia, nos apoyan, nos perdonan los errores... Cuando estamos tocando allí pasa el tiempo y no nos damos ni cuenta.

--¿Qué va a proponer a los asistentes al concierto?

--Vamos a tocar Renaissance. En este caso, no hemos podido ir los casi 60 integrantes que llevamos, entre coros, banda y demás por todas las medidas de seguridad y las distancias, pero la esencia va ser la misma y prácticamente igual.

--Acostumbrada a escenarios más grandes, ¿qué se siente al poder ver los ojos de los espectadores en sitios como el teatro romano?

-Se ven los ojos que es el reflejo del alma y eso es muy bonito. Al fin y al cabo todos los escenarios para un artista son importantes. De todos ellos se sacan cosas muy importantes y se aprende muchísimo. El tamaño es importante, pero tampoco tanto. A mí me gusta mucho la cercanía, soy mucho de teatros. Me encanta tocar en teatros, pero la energía que se respira en lugares más pequeños con respecto a los mas grandes, es muy diferente. Cada escenario es muy diferente. En muchos escenarios es más el respeto que el escenario en sí. Tengo compañeros que le tienen mucho respeto a los teatros y prefieren evitarlos, en mi caso es todo lo contrario, a mi me encanta porque cuanto más cerca está el público, más puedes aprender y más puedes crecer como artista. Yo misma pensaba que desarrollo una profesión en la que nunca aprendes nada porque estás en constante aprendizaje y cuando consigues aprenderlo tienes que empezar otra vez de nuevo, porque ya todo volvió a cambiar. Es uno de los encantos.

--¿Cómo es estar al pie del cañón durante 30 años?

--Yo estoy muy orgullosa de decir que llevo 30 años dedicándome a algo que amo. Hay situaciones, como la actual, que sirven para seguir creciendo, para reinventarse. Mi filosofía es que nunca hay que acomodarse, si no te acomodas cuando vienen momentos así, no te ahogas. Todas las situaciones nos enseñan cosas, tanto a nivel personal como laboral, no nos podemos relajar y debemos reinventarnos constantemente.