La voz de Antonio Banderas, con conveniente y nada forzado acento español, ya se dejó oír en la segunda, tercera y cuarta entrega de la serie Shrek en el papel del gato con botas, el cuarto personaje en discordia después del propio ogro, su amada Fiona y el asno Donkey.

Chris Miller, que está en la serie desde el inicio --puso voz a Gepetto en el primer Shrek y dirigió el tercero-- se encarga de este spin-off en el que el gato espadachín adquiere todo el protagonismo siguiendo, eso sí, la estela narrativa y animada de la serie del ogro verde.

Estamos pues en el terreno absoluto de la prolongación, de rentabilizar una fórmula a partir de unos personajes que en las dos últimas entregas ya habían perdido prestancia y originalidad.

Nada mejor, entonces, que convertir en protagonista a uno de los secundarios que daban lustre a los últimos filmes. Lo normal sería que de aquí unos años fuera el asno que habla con la voz de Eddie Murphy el que tuviera también una película para su lucimiento.

El gato con botas bebe por igual de la serie Shrek en su imaginería básica como de la base literaria del personaje, uno de los cuentos recopilados por Charles Perrault, del que se toman ideas y situaciones con todas las licencias posibles.

El resultado está un poco en tierra de nadie. Uno de los pósteres promocionales juega con la asociación entre el gato con botas y otro personaje representado por Banderas en varios filmes, el violento Mariachi, mientras que otro cartel remite un poco a la figura del Zorro. Así que la voz (Banderas) resulta tan importante como el cuerpo (el gato) y uno no sabe muy bien qué resulta más importante.