Ahora también hay Flores para la generación Z. De la que más se habla es de Alba, aupada a fenómeno generacional gracias a sus papeles en Vis a vis y La casa de papel. «Los rasgos son de su padre», Antonio, pero «la personalidad es la de su abuela», asegura Lidia García, investigadora y divulgadora, pensando en su «desparpajo, claro posicionamiento, fuerza y naturalidad». Alba, además, ha logrado un sueño incumplido de su abuela: «Protagonizar más dramas», ya que como coplera «quedó muy encasillada en la comedia». No es la primera nieta que representa a una generación: su prima, Elena Furiase, «mucho más comedida», apareció en El internado, serie que marcó la adolescencia de los nacidos a mediados de los 90 y que pronto tendrá un reboot

El clan Flores ha sabido dar iconos en cada generación. Después de Lola, le tocó el turno en plena movida a Lolita, Rosario y, sobre todo, a Antonio, el que más reconocimiento tuvo por los que conformaron este movimiento. Su estilo, que «aunque bebía del de sus padres», tiró más hacia el pop-rock que triunfaba en la época, «una fusión con flamenco muy interesante», como recuerda el músico Juan Gómez Chicuelo. Aunque la que menos se ha alejado de la sombra de su madre ha sido Rosario. «No solo se parece musicalmente, sino también ha sabido desenvolverse bien en televisión [es coach de La Voz Kids, como su hermana, Lolita, que lleva varias temporadas de jurado en Tu cara me suena], mientras que Antonio, aunque tenía su cara, era más tímido y reservado».