Valery Gergiev cumplió ayer 60 años y para celebrarlo no pudo tener un regalo mejor que la inauguración del nuevo Teatro Mariinski de Sant Petersburgo, un equipamiento que convertirá a este mito ruso en uno de los líderes mundiales de la cultura. El director de la institución desde hace 25 años contará a partir de ahora con un funcional edificio de cristal de siete plantas de altura y tres subterráneas dotado con una tecnología de vanguardia.

Una gala protagonizada por estrellas de la ópera y el ballet como Plácido Domingo, Anna Netrebko, Ulyana Lopatkina, Diana Vishneva y figuras de la clásica, dirigidas por el maestro y la orquesta y coros de la casa, abrió tres jornadas de espectáculos relacionados con su sello creativo. Vladimir Putin presidió el acto inaugural de un proyecto financiado con dinero público, que fue presupuestado en 237 millones de euros pero que ha costado 550.

Con el edificio en marcha, siguiendo un proyecto futurista de Dominique Perrault del 2003, se cambió en el 2007 por problemas de humedades. El rediseño pasó a el arquitecto Jack Diamond, de Toronto, después de que Gergiev actuara en la ciudad canadiense y se enamorara del auditorio local.

La edificación ha vivido un proceso de 10 años de afiladas críticas a su imagen exterior, pero ha bastado que se mostrara su fastuoso interior para acallarlas. Paredes de ónix, lámparas y colgantes de Swarovski, serpenteantes escaleras y la fuerza de la luz exterior que entra de lleno en sus diferentes ambientes crean una sensación mágica. Dispone de 2.000 plazas, 400 más que las del histórico Mariinski de 1870, que seguirá funcionando con el nuevo, al que está unido por un puente peatonal. También hay un auditorio al aire libre.