"Mira, papá, mira". Marc Márquez entra raudo en su angosto box del trazado de Losail y, mientras un miembro de su equipo le recuerda que esto no es 125cc, que es Moto2 y, por tanto, debe acudir al corralito , pues ha terminado segundo en la sesión oficial del GP de Qatar y ha de atender a la prensa, el muchacho le enseña, entre orgulloso y sorprendido, sus codos rozados, los dos, tanto el derecho como el izquierdo, a su padre. Julià ya se había percatado antes, al acudir a una curva, de que su hijo dominaba con tal soltura su Suter de 600cc que hasta se permitía el lujo de plegar tanto que acababa con su mono de cuero rozando el asfalto.

El mundo entero ha quedado boquiabierto al ver el comportamiento del fenómeno español que, tras proclamarse campeón del mundo de 125cc el pasado año, ha debutado arrasando en Moto2. Poco le han importando los veteranos que allí siguen o los jóvenes candidatos al título. Solo el alemán Stefan Bradl (Kalex), y por solo 0.207 segundos, pudo superarle ayer en sus primeros ensayos oficiales en busca de la pole . Tras ellos, alejados en casi medio segundo, todos los demás.

"El primer objetivo de la pretemporada lo logramos antes de llegar a Qatar: hacernos con el control de la moto, que yo la dominase a ella y no que ella me dominase a mí", señaló un cauto Márquez en su box . "El primer objetivo del primer GP de este año también lo hemos superado con notable: meternos en primera línea de salida. Lo hemos logrado con un gran tiempo".

A Márquez, como él mismo reconoce, le quedan un montón de retos. "Salir bien, que no es fácil; saber pilotar con el depósito lleno y pelear con los mejores".